Pereira, Colombia - Edición:13.089-669

Fecha: Martes-06-06-2023

 

COLUMNISTAS

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La causa

 

 

Por: Edgar Cabezas

 

La historia de los caudillos y de la democracia representativa tiene algunos elementos que son evidentes a lo largo de todas las épocas. Sin lugar a duda, el enfocarse en la persona más que en el programa ha sido la característica con que los candidatos convocan en las regiones. La ciudadanía local considera que el voto municipal está asegurado por la amistad familiar y por el afecto hacia un determinado candidato, porque la gente se conoce, se sabe quién es quién desde la niñez y por lo tanto están dispuestos a votar por un candidato de las familias tradicionales del municipio, ya que ellos representan el sentir-pensar de las gentes municipales.

 

Por lo general se rechaza cualquier candidatura de personas que aunque estén asentadas durante muchos años y reconociéndoles a vox populi que, aunque saben y conocen las problemáticas del municipio, pues no se les acepta porque no hacen parte consuetudinaria de la cultura, así que es mejor malo conocido que bueno por conocer. No sucede lo mismo con los candidatos a ser votados a la asamblea ni a la gobernación, ya que se les apuesta a las candidaturas de las roscas que desde hace años ostentan el poder del departamento.

Por lo tanto, los sectores alternativos que no han tenido visibilidad en la administración local o departamental continuarán siendo invisibilizados, y continuarán siéndolo porque, a pesar de que el bipartidismo liberal y conservador, con presencia centenaria municipal se dividieron, los barones electorales municipales subalternos, migraron a los nuevos partido con el ropaje de nuevas organizaciones partidistas para continuar con la misma práctica clientelista de señores y dueños del territorio.

 

Tanto los nuevos como los antiguos barones electorales municipales se ven abocados a mejorar las condiciones de vida existentes de los conciudadanos que los eligieron. Cuentan para esto con el presupuesto municipal asignado según las categorías en que fueron divididos: grandes municipios (categoría especial y primera categoría), municipios intermedios (segunda, tercera y cuarta categoría), y municipios básicos (quinta y sexta categoría). Tales criterios de categorización fueron determinados por factores de población, recursos fiscales, importancia económica y situación geográfica.

De los 1.116 municipios existentes en Colombia, aproximadamente 965, es decir cerca del 87.6%, pertenecen a la sexta categoría. Tienen escasa población y rentas mezquinas. Con el presupuesto municipal precario el ejercicio de la autonomía municipal en poder del alcalde local para atender directamente las necesidades de la

 

 

gente en salud, educación, agua potable, saneamiento básico, empleo, recreación y deporte queda subordinado y dependiente del poder central.
 

Por tal razón, la mayoría de los alcaldes de estos municipios, a cambio de las migajas de las transferencias presupuestales, sujetas a la categoría municipal, entregan la soberanía de la administración pública local a los intereses de los inversionistas privados, cambiando los usos del suelo rural, a usos urbanos o industriales, para que en la transacción de un inmueble en los que haya suelo y construcción se obtenga por la venta del mismo un valor diferencial o plusvalía favorable para el municipio. Con este manejo aquellos municipios construyen ahora su ruina ambiental y social.

Se requiere que alcaldes y concejales de los municipios de sexta categoría abandonen la práctica del volteo de tierras. Para ello, tendrán que exigir a los grandes municipios el pago por prestación de servicios ambientales. Justicia ambiental territorial.

 

La práctica de la Alegría: descubre cómo cultivarla en tu vida diaria

 

 

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché.
Lama Sammasati para Latinoamérica

 

La alegría es una cualidad noble del corazón que nos ayuda a vivir una vida plena y significativa. En sánscrito, la palabra para alegría es "sukha" y su etimología proviene de la raíz sánscrita "su", que significa "bueno" o "agradable".

Para Buda, la alegría era una cualidad esencial para alcanzar la iluminación. Él enseñó que la alegría es un estado mental que se cultiva a través de la meditación y la práctica de las enseñanzas budistas. La alegría ayuda a reducir el sufrimiento y la ansiedad, y nos permite experimentar una sensación de paz y equilibrio interior.

En nuestra vida diaria, la alegría nos ayuda a enfrentar los desafíos de la vida con una actitud positiva y una mente abierta. Nos permite apreciar las cosas buenas de la vida y disfrutar de las pequeñas alegrías del día a día. La alegría también nos ayuda a construir relaciones saludables y significativas con los demás.

Para aplicar la alegría en nuestra práctica diaria, podemos practicar la gratitud, la meditación y la compasión. También podemos buscar actividades que nos hagan felices y rodearnos de personas positivas. Es importante recordar que la alegría no es algo que se pueda comprar u obtener externamente, sino que es un estado mental que se cultiva desde adentro.

Es importante mencionar que la alegría no es una práctica exclusiva de ninguna religión en particular.

 

 

Puede ser cultivada y practicada por personas de cualquier fe o creencia. La alegría es un estado universal que está disponible para todos.

En resumen, la alegría es una cualidad noble del corazón que nos ayuda a vivir una vida plena y significativa. Es importante para Buda y puede ser cultivada a través de la meditación y la práctica de las enseñanzas budistas. La alegría nos ayuda en nuestra vida diaria y puede ser aplicada en nuestra
práctica diaria para experimentar una sensación de paz y equilibrio interior. Es un estado mental universal que está disponible para todos.

 

Hola soledad

 

Por: Guillermo Navarrete Hernández

 

La soledad, uno de esas circunstancias a las que se ve sometido el ser humano sea de manera voluntaria u obligada, que provoca prolongados momentos de reflexión y análisis sobre sus causas, pero también de los aconteceres que pudieran suscitarse en el futuro. De esta pueden surgir decisiones fatales o circunstancias gratificantes. Grandes obras literarias, obras de arte o composiciones musicales, pueden ser algunas de esas expresiones.

Rolando Laserie, la saluda como una vieja amiga y de lo poco que extraña su constante presencia. En esa invitación a charlar intenta desgarrar su dolor, aunque respuesta alguna no pueda encontrar. Mario Benedetti la describe como algo que deviene posterior a la alegría, a la plenitud y del amor, de la que “ni siquiera uno se apiada de uno mismo” y aún pregunta qué es lo que vendrá después de ella. Para Edward Hopper, uno de los pintores realistas más destacados de los Estados Unidos, la soledad es motivo de inspiración para sus obras, varias de las cuales reflejan una espera de lo que posiblemente no va a llegar.

Hay soledad con compañía y sin compañía; soledad física, mental y espiritual. Esta llena de símbolos, imágenes y fantasías. Para algunos es un estado ideal, porque no sufre perturbación alguna a su letargo; para otros, motivo de desasosiego, incertidumbre y hasta desesperación. En la vejez, en la cárcel y en el infortunio suele ser casi natural, no obstante, de muchos seres rodeado estar. La insolidaridad y el olvido son ingredientes que en estos casos no pueden faltar.

Es necesario sentirla, palparla, lidiarla, disfrutarla, discernirla y aprovecharla. Debe ser un tránsito que como muchas cosas en la vida, una tanteada dosis contribuye al descanso y al recobre de fuerzas para forjarse nuevas metas, sin importar de que se presente de manera fortuita. Constituirla en una pausa que reoriente nuestras actitudes y relacionamientos. La resiliencia, capacidad igualmente inherente al ser
humano, entonces se convierte en un recurso para superar la negatividad que en algún momento invaden el pensar.

 

De cualquier manera y al estilo del sonado bolero de Laserie hay que decirle: “Hola Soledad, no me extraña tú presencia”, pero al Todo Poderoso dejo los designios que tenga preparados para el futuro, con la seguridad de que todas las cosas ayudan para bien.

 

  

 

 

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