EDITORIAL
Lenguaje
sin órganos
Los políticos expresan, vociferan y alardean de un inagotable léxico
vacío. Constantemente nos movemos entre una serie de discursos que
llegan a nuestros oídos, siempre intentando mostrarse de forma clara
y precisa. Pero, creer que en muchos casos las palabras transmiten
lo que se “quiere decir” sería un gran engaño. En ocasiones sólo se
debe a la imposibilidad del locutor, en otros al desconocimiento, es
decir, manejamos un lenguaje supremamente amplio pero poco profundo.
Tenemos un cuerpo específico para cada palabra. Sabemos distinguir
la palabra paz de guerra, de libertad y esclavitud, no obstante, no
conocemos los significantes que recorren cada uno de estos
significados, en ese desconocimiento el sentido parece perderse, cae
bajo el control del sentido comun y con eso crea una extraña
comprensión normalizada de cualquier concepto que se exprese,
llegando al punto de ser confundida con un significado casí natural.
Sin embargo, si existe algo que sea completamente natural, de seguro
no es el lenguaje, el lenguaje no se da sin más, el lenguaje en una
construcción social de significantes que se logran agrupar en un
significado. Más, que se haya olvidado este proceso de la creación
de los significados y con ello de los conceptos, crea un total caos
produciendo de tal forma un discurso que no logra distinguirse con
simples graznidos de animales o cualquier tipo de contaminación
auditiva, de hecho, es más clara la bocina de un auto que el
discurso de un político.
El lenguaje del ser humano contemporáneo parece ser tan sólo una
corporalidad, inerte, sin órganos, sin significantes, nuestros
contratos orales se mueven por presuntos, nunca por exactitudes, de
tal manera es cómo nuestro siglo sólo se inmiscuye más y más en una
sociedad, sin lenguaje, sin palabra, puesto que nadie ha podido
pensarse en los significantes, en muy pocas ocasiones nos
preocupamos para que nuestras palabras sean totalmente entendidas,
sólo rellenamos vacíos en el ambiente, nunca se puede pensar en la
profundidad de las palabras.
De lo anterior no se nos hace extraño la facilidad con la que los
políticos cambian sus discursos, propuestas y demás, después de todo
se ha normalizado no entender al otro, pues para entender al otro,
se supone un pensamiento crítico y antes de eso una escucha crítica,
pero, a que se le puede imponer una crítica racionalista, si no hay
nada que escuchar, si desde un principio el locutor no está
produciendo ningún tipo de sentido que se direccione a la mente, es
decir, no se puede pensar aquello que no tiene la intención de crear
un fenómeno de reflexión ¿entonces, qué nos queda? Sólo nos queda
exigir que las palabras de nuestros líderes o compañeros ciudadanos
posean tal lenguaje, un lenguaje cargado de significantes, de
profundidades, de sentidos: Claros que nos lleven a otorgarle un
alma a este cuerpo que luego agrupe una serie de órganos de la
comprensión. De ser esta tarea muy aburrida para nuestro quehacer
día a día; sólo nos queda adentrarnos en una sociedad sin vida y
llena de frustraciones, individualismos y miseria, es decir, de
manipulación y engaños.
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Hablemos
de Democracia
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Cada día nos
enfrentamos a la realidad nacida del entorno en que vivimos. Estamos
condicionados a la idiosincrasia del grupo social en que vivimos.
Esto hace que entendamos las palabras de la forma en que las
interpretan localmente.
Ese entender es relativo al entorno y lo damos como cierto a pesar
que las raíces indican otra cosa o desconocemos el sentido real de
su origen. Los conceptos evolucionan, van cambiando de generación a
generación. Y algo que jamás existió se da como real de tanto
afirmarlo.
La democracia como tal es relativamente nueva y novedosa en nuestro
lenguaje. Se usa para expresar una serie de actitudes que en
realidad no son concernientes a ella. Al igual que el predicador
habla de lo que él se imagina y cree que tiene el poder de lo
intangible.
Elegir, votar, nombrar y nominar en esencia es lo mismo y no tiene
nada que ver con democracia. La democracia es el estado en el que se
desarrolla el manejo de la cosa política. Para que exista el
concepto de democracia al pueblo se le instruye sobre este sofisma y
se le induce a votar en una elección que llaman democracia.
Cuando tú eliges bajo esos términos, te estás desprendiendo de tus
derechos fundamentales y los está entregando a quien eliges. Porque
él asumirá bajo tu elección con todos los poderes que tu tenias y él
te gobernara sin ningún reparo. Despojándote al final de tu
bienestar.
La palabra democracia suena bonito, pero la realidad es que ella es
la continuación de lo que antes era monarquía y hoy juega el mismo
papel con diferentes actores. Tanto el Senado como la cámara son
vicios de la monarquía.
El pueblo no debe estar representado por político alguno. Lo que si
debe existir son administradores del bien común sin llegar al
comunismo, sino empleando personal del pueblo que velan por el
bienestar de la sociedad. Y así armar una infraestructura que
permita que sea dinámica y evolucione con los avances tecnológicos y
emocionales de los ciudadanos.
Cuando hay democracia y establecimientos gobernados por personas
esto obliga a los individuos a vivir bajo sumisión y depender de
quienes están en control del establecimiento. Llevando a este
andamiaje a fomentar la corrupción para poder existir. Si no hay
corrupción nada prospera.
Los países democráticos viven en constante conflicto entre sus
ciudadanos porque las cosas funcionan a media. Para todo hay que
pedir permiso y comprar esos permisos. Y esto obliga a que se genere
una variedad de negocios ilícitos y nazca la criminalidad. Siendo el
Estado el mayor propiciador del crimen organizado.
El planeta es diversificado y desconocido allende de las fronteras
de nuestro país y cada país se funda en principios propios de sus
experiencias y de quienes los guían según sus criterios. Eso hace
que existan las confrontaciones ideológicas, económicas y
territoriales.
La democracia es solo un camino
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administrativo de la condición humana, el que más se asimila en la
actualidad. Y existe porque el capital humano
lo sostiene. Mientras el capital crece el mundo evoluciona y se van
presentando muevas alternativas para ir eligiendo en medio de este
caos social alrededor del mundo.
Pronto vendrán las elecciones y saldrán miles de candidatos buscando
quedarse con un poco de ese tesoro público. Muchos votaran con la
esperanza de recibir algo a cambio de su voto. ¿Pero valdrá la pena
elegir a alguien que sabemos que él decidirá por el futuro de toda
una familia?
La respuesta está ese día de elecciones
Crónica #674
EL MISTERIO DEL EMBAJADOR BENEDETTI
Gustavo Alvarez Gardeazábal
La vocinglería de Benedetti en las grabaciones que le hizo Laura
cuando él estaba en estado cataléptico, borracho o bajo la ira e
intenso dolor, parece que no ha terminado y tiene visos de
convertirse en un misterio avivado por su gran víctima, el
presidente Petro. El hecho de que la cancillería, en un documento
firmado por el Secretario General, no por el ministro Leiva, haya
derogado la aceptación inmediata de la renuncia de Benedetti como
embajador en Caracas y prolongado su período hasta el 17 de julio,
se presta para acrecentar el misterio.
El que hubiese sido el propio canciller quien anunció la aceptación
“porque a un drogadicto no se le puede creer”. El que ni el
embajador, ni Vicky ni nadie haya podido verificar la suma exacta
que se le perdió a Laura.
Y mucho menos que se haya dado siquiera una pista sobre la acusación
que respaldaba un dizque informador anónimo, en el sentido de que
esa plata era de Petro.
El que el mismo embajador en Caracas haya expresado en uno de los
mensajes de whatsapp privado que terminó leyendo todo el país, que
él puede contar quien aportó 15 mil millones a la campaña
presidencial. Pero muy especialmente que en esa vocinglería se haya
oído que el señor Prada, ministro del Interior, se enriqueció
ejerciendo su cargo, y que por estos días se haya sabido de un
contrato por más de 60 mil millones adjudicado a dedo desde ese
ministerio.
Todo ello, aumenta el misterio sobre lo que todavía puede contar o
callar el embajador. Y, más aún, prolonga el tire y afloje sobre si
los procesos judiciales que le llevaban desde antes a Benedetti
vayan y vuelvan de la Fiscalía a la Corte.
El misterio, empero, puede resolverse con un acto de prescripción o
uno inhibitorio y un regreso de Benedetti como hijo pródigo al seno
de Petro, encargándose de las funciones esenciales que hacía Roy
Barreras.
Todo puede suceder en la dimensión desconocida conque se maneja al
país desde la Casa de Nariño o la revista Semana.
El Porce, junio 29 del 2023
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