EDITORIAL
Lo que el mejor vivir
escupió
Violencia, violencia y más
violencia - no parecemos los seres racionales que decimos que somos-. El mundo
se encuentra en candela, golpes de estado, protestas, guerras y demás escenarios
que resultan hilarantes para la sociedad de la vida.
Se presume que este siglo es el de la vida, es decir una sociedad que protege el
buen vivir, en la medida que la vida ya está garantizada, ¿Estamos seguros de
esta afirmación? ¿Podemos afirmar que nuestra vida es algo seguro? Desde nuestra
perspectiva tal afirmación es una falacia, el deseo de un buen vivir se tragó el
derecho a la vida y lo escupió convirtiéndolo en una condición egocentrista y
asesina.
La vida de unos importa más que la del resto. La vida de las personas sin
grandes logros o fortunas no son más que datos que un estadista agrupa y le
coloca de nombre “fallecimientos” “conteo de fallecidos” y ¿Las vidas de estas
personas por qué fue cortada? es la pregunta que nadie se hace, de hecho, el
hacerse tal pregunta es una manifestación de la estupidez, puesto que hacerse
estas preguntas implica el conocer o mejor aún, hacerse conocer de quien no
quieres que sepa ni siquiera tu nombre.
La vida nos dejó de pertenecer, cuando entregamos nuestra libertad, en un primer
momento entregamos nuestra libertad en pro de mantener nuestra vida, ahora, sin
libertad, ni seguridad, sólo nos queda la angustia, de que unos cuantos no
coloquen sus principios morales o deseos de poder, por encima de nosotros, pues
de hacerlo que le queda a la sociedad que sólo es un dígito, que no suma ni
resta en los estándares de éxito.
Nuestra sociedad ha caído, en el momento en que la importancia de un sujeto se
valida a partir del éxito que su sangre haya tenido, que los principios o deseos
de unos sean lo suficientemente justificables como para aplicar al asesinato en
pro de mantener sus sueños. Como sociedad se ha fallado; en educación, la
educación que no les desarrolló el deseo de hacer el bien limpiamente, es decir,
una que no implica daños colaterales como la muerte, y dos como cultura fracasó
estrepitosamente, en el momento que todos los ciudadanos no fueron incluidos.
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El Estado
y la democracia el mayor flagelo de la sociedad
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Por lo general
todos piensan que el Estado y la democracia son la base de una buena
convivencia humana. Por su puesto que dentro de este concepto hay
una verdad a medias y una realidad dolorosa que todos vivimos en
nuestro quehacer diario.
En la modernidad todos nacemos en una sociedad que viene registrando
la existencia de los seres que nacen cada día y esos datos los van
almacenando ahora en base de datos y en la antigüedad en documentos
impresos que terminaban en las bibliotecas. Por eso hoy conocemos
nuestra historia como civilización.
Estamos acostumbrados a vivir bajo el imperio de un Estado y ahora
en lo que se llama democracia. Esto nos ha hecho seguir al pie de la
letra lo que el Estado dice bajo sus Leyes y Decretos. Pero en la
realidad somos prisioneros de esa envoltura invisible que nos
persigue y que identificamos como Estado y sus gobernantes.
Pero nosotros somos el Estado porque sin la existencia de nosotros
él no existiría, porque tenemos conciencia de nuestra existencia y
nos obligamos a seguir los dictámenes que un grupo de nosotros ha
establecido para poder ellos vivir a costillas de nosotros, El
Estado.
Contra el Estado no puede haber rebelión porque él es simplemente un
concepto hecho realidad porque todos apoyamos ese concepto. Y nos
vemos obligados a acatar lo que la gente diga que hay que hacer
porque ellos representan el Estado. Es una simbiosis que no podemos
deshacer porque dejaría de existir lo que ya hemos establecido y
somos parte de él. Pero si podemos controlar y establecer unas
reglas administrativas que nos permitan dirigir lo que hemos creado
como Estado.
En primera instancia hay que eliminar la democracia o el concepto
que se tiene sobre ella porque ella es la generadora del crimen
organizado en un Estado donde ella tiene injerencia. A través de
ella se establecen todas las componendas de partido y de grupos
políticos y sociales para poder alcanzar el poder o gobernar el
Estado. Y la sociedad que es el Estado pierde sus derechos y
autonomía porque otros tienen ese poder y el ciudadano es solo un
contribuyente para que los gobernantes existan a nombre del Estado y
mantenido por las contribuciones de la sociedad al erario.
Después de millones de años de evolución intelectual estamos en la
condición de poder ser autónomos en sociedad y poder administrar
nuestros bienes sociales bajo un
estado capitalista. Donde todos
tienen la libertad de invertir o simplemente hacer parte de ese
capital humano que aporta para que a través de la inversión personal
pueda vivir una vida con todos los beneficios que la modernidad da.
No podemos seguir alimentando a quienes jamás nos van a dar lo que
realmente nos pertenece porque ellos se quedan con todo y nos
obligan a actuar
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según sus criterios sin ni siquiera pensar que
somos individuos con nuestros propios criterios y afectos hacia
nuestro entorno y lo que están allende de nuestros territorios.
No podemos seguir votando por nuestros verdugos, aunque su discurso
sea muy sonoro y lleno de promesas que jamás se podrán cumplir.
La verdad es que la democracia y el Estado existen porque nosotros
los dejamos que existan con el apoyo que les damos con el voto y las
contribuciones que nos obligan a pagar.
Crónica #723
DIZQUE TENEMOS DUPLICADOS
Gustavo Alvarez Gardeazabal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/56734122
Los descubrimientos de los últimos meses en cosmología, gracias a lo
que el telescopio Webb ha logrado transmitir, son una cascada de
nuevas noticias que todavía no han podido ser digeridas, pero
algunas ya han servido para que los científicos de todas las épocas
y los sabios amontonados en las universidades, se desplieguen con
sus teorías sobre el origen del universo y las distintas
consecuencias que ello tiene.
Si estuviésemos en otros tiempos, cuando las religiones se daban
cocas por el papa y los representantes de Dios en la tierra o
estuvieran de moda los filósofos que organizaron al mundo o lo
pusieron como hasta hace unos meses lo teníamos, la gran discusión
debería ser entre los que creen que todo lo que se descubre es la
manifestación verídica de la existencia de Dios y los que creen todo
lo contrario usando, a su manera, las mismas teorías y
descubrimientos del telescopio.
Lo que sí parece abrirse campo en las últimas semanas es que el
universo es infinito y que el tal big bang no era como lo habían
teorizado sino que provenimos de un universo anterior que se
estranguló en un espacio tiempo inconmensurable para volverse otro
universo, acaso similar al que existía antes de este en que ahora
nos movemos como zombis, sin entender ni lo que ha pasado ni lo que
pasa y mucho menos lo que pasará.
Como tal entonces, si venimos de un universo anterior corremos el
riesgo de que quienes hoy lo habitamos tengamos nuestro duplicado en
el otro, o en otros universos que hayan podido darse o estén a punto
de seguirse verificando.
Eso tal vez resulte hasta inútil pensarlo pero me recuerda las
visiones de otra dimensión que la esposa del doctor Rubén Aguilera
Izquierdo veía entre medio del lujo que derrochaba en su casa del
Alvernia en el Tuluá de mi infancia.
Quizás, como a ella le pasaba, el duplicado nuestro que tenemos en
otro universo se nos aparezca algún día futuro con la ayuda de la
inteligencia artificial y nos desbarate la ilusión.
El Porce, septiembre 9 del 2023
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