EDITORIAL
Una
educación para humanos
Resulta sumamente absurdo que un país que tiene dentro de sus
derechos fundamentales la educación, sea un país que cae cada día
más en actos violentos. La violencia se da de una y muchas formas,
no sólo puede verse como violencia; la agresión física, de hecho
esta proviene de las agresiones psicológicas. Esta última forma de
agresión ha sido descuidada durante años, incluso tal descuido puede
ser la causa de las problemáticas actuales de la sociedad.
La incomprensión del otro, comienza desde el descuido de su parte
psicológica. La salud mental está siendo dañada constantemente tanto
por el descuido, como por el interminable daño que cada día le
hacemos a los otros por simples palabras que no implican gran
importancia. Todos somos parte del problema, de una u otra forma
herimos sin darnos cuenta y la costumbre colombiana de mandar a
callar nuestros sentimientos, esconderlos y nunca mostrarlos da como
resultado una sociedad cargada de odios, razón por la cual, se han
normalizado los discursos de odio y llegado a justificar actos
violentos. Después de muchas discusiones el periódico El Imparcial
ha llegado a la conclusión, que la educación emocional, es la
prioridad de este siglo, un siglo en donde la educación sobre el
otro, sobre las implicaciones de nuestros actos y del cómo recaen
todas nuestras acciones en los otros; es en sí, la forma más clara
del artículo 67 de la Constitución política de Colombia en donde
afirma:
La educación es un derecho de la persona y un servicio público que
tiene una función social; con ella se busca el acceso al
conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y
valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el
respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la
práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural,
científico, tecnológico y para la protección del ambiente.
No es necesario indagar demasiado en este derecho; para darnos
cuenta que desde el principio la educación se fundamenta en el
principio de sociedad. Ninguna sociedad es una sola persona, es
decir, una sociedad son un número indeterminado de sujetos que obran
a razón del bienestar general, que en último momento este bienestar
recaerá en el mismo, de esta manera la sociedad funciona como un
engranaje en donde todas las partes se conectan y encajan
permitiendo un movimiento que los lleve a alguna finalidad. Pero ¿Cómo
llegar a una finalidad si nadie conecta, ni mucho menos tiene en
cuenta al otro? Volviéndose así la educación emocional una prioridad.
Cuando se pone la educación emocional como un fundamento de la
educación y no sólo la educación técnica y académica como base del
sujeto colombiano, las personas dejaran de verse como máquinas;
Ahora, serán humanos, que sienten, piensan y generan. ¿Tal sujeto no
sería la respuesta al tipo de ciudadanos, que este país cargado de
violencia, corrupción y demás; necesita?
|
|
Las clínicas se mueren en manos de los
médicos
Por Zahur Klemath Zapata
zkz@zahurk.com
Los centros de salud donde atienden a los pacientes para asistirlos
en el tratamiento de enfermedades es uno de los negocios más
rentables en sociedades mal administradas. Todo esto sucede porque
los intereses de los políticos no van orientados a servir a la
sociedad que los eligen.
El ciudadano paga impuestos de mil formas y esos dineros solo
alcanzan para sostener a los políticos de turno y toda esa
burocracia que vive alrededor de ellos.
Los hospitales y clínicas sobreviven precariamente prestando un
servicio a pacientes que se mueren por falta de cuidados. Los
pacientes pierden sus extremidades porque es más fácil cortar que
seguir un procedimiento de recuperación por los costos que estos
implican. Por eso se ve tanta gente en las calles que han perdido un
brazo o una pierna por este tipo de atención.
El otro día veía en la televisión a un médico sosteniendo en sus
manos una próstata y hablando de la operación como algo muy
gracioso. La prevención de enfermedades no existe en Colombia como
una forma de mantener saludable al país.
Los medicamentos son una larga espera haciendo colas y es un
sacrificio para el paciente ir a recogerlos.
Todas estas cosas básicas en un país que podría tener la mejor
atención a sus ciudadanos no existen. La gente acepta este trato por
no tener la capacidad intelectual de poder responder y actuar frente
a un sistema que lo asfixia y los exprime con EPS que no responden a
lo que realmente se les ha asignado su trabajo.
En Pereira cerraron estas clínicas y no se sabe a ciencia cierta
cuál fue la razón. Clínica Rita Sierra de Arango, el antiguo Seguro
Social lo mismo la Clínica de Maraya, Saludcoop y la Clínica
Risaralda.
Con la salud se hacen los más grandes negocios porque es algo que
todo ser humano debe atenderse y tiene que pagar lo que le exijan.
Hay un impuesto del 19% y no alcanza, hay impuesto de rodamiento, y
las carreteras da pena de ellos y además sumados los peajes que
enriquecen a los amigos de los que manejan el sistema. El peaje que
hay en Cerritos no debería existir. Pero ahí está.
¿La sociedad que recibe de esos impuestos?
|
|
¿Y por los que tu votaste en las pasadas elecciones
que está haciendo por el bienestar de la comunidad?
Preguntas que hay que hacer antes de votar para que alguien salga
elegido y se quede con los impuestos que todos pagamos
QUE DIFICIL ES MORIRSE
Crónica #733
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/56894339
El Flaco Moreno era un chico travieso, inteligente, arrevesado con
los suyos y con la sociedad en donde vivió las cuatro quintas partes
de su vida lujuriosa. Tanto desboque le pasó factura a los 51 años y
desde hace 6 semanas espera que le llegue la muerte ya sea porque lo
desconecten o porque la burocracia hospitalaria y el leguleyismo
colombiano permitan su eutanasia.
Por razones de la vida que llevó, se fue quedando solo con su
genialidad a cuestas. Su madre sobrevive en un hospicio para
ancianos perdidos en las brumas del olvido en Madrid. Su hija se fue
del terruño hace mucho tiempo y engrosó la diáspora colombiana.
El día que le dio el infarto y el derrame cerebral en medio de una
de sus fenomenales parrandas, una mano caritativa lo llevó al
Hospital Universitario del Valle en Cali. Allá está en una UCI con
traqueostomía, gastrostomía, cuadriparapésico, anoréxico y con
diagnóstico irreversible.
Su única hermana ha llegado de España para personalmente solicitar
que lo desconecten pero le han exigido un juicio de eutanasia, que
puede demorar meses y ella debe volver a su trabajo como paramédica
en una UCI madrileña y a seguir velando por su anciana madre
despistada.
Nadie, entonces, responde por el Flaco Moreno, el vegetal que
mantienen con vida. Ni mucho menos que exista alguien que se haga
cargo de él cuando el Hospital o la EPS consideren que ya no lo
pueden tener más en la UCI.
Morir en este país, donde matan tanta gente diariamente, se ha
vuelto muy difícil para quienes no pueden saltar la ley. Quizás el
Flaco Moreno, en su inconsciencia lo esté intuyendo y hasta podrá
estar gozando del último concierto que se ha ingeniado para que los
que lo sufrieron o lo soportaron, lo odiaron o lo alcanzaron a
compadecer se den cuenta que el absurdo es la vida, no la muerte.
El Porce, septiembre 23 del 2023
|