Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

  Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

Pereira, Colombia - Edición:13.080-660

Fecha: Martes-16-05-2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 Una educación para humanos


Resulta sumamente absurdo que un país que tiene dentro de sus derechos fundamentales la educación, sea un país que cae cada día más en actos violentos. La violencia se da de una y muchas formas, no sólo puede verse como violencia; la agresión física, de hecho esta proviene de las agresiones psicológicas. Esta última forma de agresión ha sido descuidada durante años, incluso tal descuido puede ser la causa de las problemáticas actuales de la sociedad.

La incomprensión del otro, comienza desde el descuido de su parte psicológica. La salud mental está siendo dañada constantemente tanto por el descuido, como por el interminable daño que cada día le hacemos a los otros por simples palabras que no implican gran importancia. Todos somos parte del problema, de una u otra forma herimos sin darnos cuenta y la costumbre colombiana de mandar a callar nuestros sentimientos, esconderlos y nunca mostrarlos da como resultado una sociedad cargada de odios, razón por la cual, se han normalizado los discursos de odio y llegado a justificar actos violentos. Después de muchas discusiones el periódico El Imparcial ha llegado a la conclusión, que la educación emocional, es la prioridad de este siglo, un siglo en donde la educación sobre el otro, sobre las implicaciones de nuestros actos y del cómo recaen todas nuestras acciones en los otros; es en sí, la forma más clara del artículo 67 de la Constitución política de Colombia en donde afirma:

La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente.

No es necesario indagar demasiado en este derecho; para darnos cuenta que desde el principio la educación se fundamenta en el principio de sociedad. Ninguna sociedad es una sola persona, es decir, una sociedad son un número indeterminado de sujetos que obran a razón del bienestar general, que en último momento este bienestar recaerá en el mismo, de esta manera la sociedad funciona como un engranaje en donde todas las partes se conectan y encajan permitiendo un movimiento que los lleve a alguna finalidad. Pero ¿Cómo llegar a una finalidad si nadie conecta, ni mucho menos tiene en cuenta al otro? Volviéndose así la educación emocional una prioridad.

Cuando se pone la educación emocional como un fundamento de la educación y no sólo la educación técnica y académica como base del sujeto colombiano, las personas dejaran de verse como máquinas; Ahora, serán humanos, que sienten, piensan y generan. ¿Tal sujeto no sería la respuesta al tipo de ciudadanos, que este país cargado de violencia, corrupción y demás; necesita?

 

 

 
Las clínicas se mueren en manos de los médicos
 


Por Zahur Klemath Zapata

zkz@zahurk.com


Los centros de salud donde atienden a los pacientes para asistirlos en el tratamiento de enfermedades es uno de los negocios más rentables en sociedades mal administradas. Todo esto sucede porque los intereses de los políticos no van orientados a servir a la sociedad que los eligen.

El ciudadano paga impuestos de mil formas y esos dineros solo alcanzan para sostener a los políticos de turno y toda esa burocracia que vive alrededor de ellos.

Los hospitales y clínicas sobreviven precariamente prestando un servicio a pacientes que se mueren por falta de cuidados. Los pacientes pierden sus extremidades porque es más fácil cortar que seguir un procedimiento de recuperación por los costos que estos implican. Por eso se ve tanta gente en las calles que han perdido un brazo o una pierna por este tipo de atención.

El otro día veía en la televisión a un médico sosteniendo en sus manos una próstata y hablando de la operación como algo muy gracioso. La prevención de enfermedades no existe en Colombia como una forma de mantener saludable al país.

Los medicamentos son una larga espera haciendo colas y es un sacrificio para el paciente ir a recogerlos.

Todas estas cosas básicas en un país que podría tener la mejor atención a sus ciudadanos no existen. La gente acepta este trato por no tener la capacidad intelectual de poder responder y actuar frente a un sistema que lo asfixia y los exprime con EPS que no responden a lo que realmente se les ha asignado su trabajo.

En Pereira cerraron estas clínicas y no se sabe a ciencia cierta cuál fue la razón. Clínica Rita Sierra de Arango, el antiguo Seguro Social lo mismo la Clínica de Maraya, Saludcoop y la Clínica Risaralda.

Con la salud se hacen los más grandes negocios porque es algo que todo ser humano debe atenderse y tiene que pagar lo que le exijan.

Hay un impuesto del 19% y no alcanza, hay impuesto de rodamiento, y las carreteras da pena de ellos y además sumados los peajes que enriquecen a los amigos de los que manejan el sistema. El peaje que hay en Cerritos no debería existir. Pero ahí está.

¿La sociedad que recibe de esos impuestos?
 

 

 

¿Y por los que tu votaste en las pasadas elecciones que está haciendo por el bienestar de la comunidad?


Preguntas que hay que hacer antes de votar para que alguien salga elegido y se quede con los impuestos que todos pagamos

 

 QUE DIFICIL ES MORIRSE

Crónica #733

 

 

Gustavo Alvarez Gardeazábal

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/56894339

El Flaco Moreno era un chico travieso, inteligente, arrevesado con los suyos y con la sociedad en donde vivió las cuatro quintas partes de su vida lujuriosa. Tanto desboque le pasó factura a los 51 años y desde hace 6 semanas espera que le llegue la muerte ya sea porque lo desconecten o porque la burocracia hospitalaria y el leguleyismo colombiano permitan su eutanasia.

Por razones de la vida que llevó, se fue quedando solo con su genialidad a cuestas. Su madre sobrevive en un hospicio para ancianos perdidos en las brumas del olvido en Madrid. Su hija se fue del terruño hace mucho tiempo y engrosó la diáspora colombiana.

El día que le dio el infarto y el derrame cerebral en medio de una de sus fenomenales parrandas, una mano caritativa lo llevó al Hospital Universitario del Valle en Cali. Allá está en una UCI con traqueostomía, gastrostomía, cuadriparapésico, anoréxico y con diagnóstico irreversible.

Su única hermana ha llegado de España para personalmente solicitar que lo desconecten pero le han exigido un juicio de eutanasia, que puede demorar meses y ella debe volver a su trabajo como paramédica en una UCI madrileña y a seguir velando por su anciana madre despistada.

Nadie, entonces, responde por el Flaco Moreno, el vegetal que mantienen con vida. Ni mucho menos que exista alguien que se haga cargo de él cuando el Hospital o la EPS consideren que ya no lo pueden tener más en la UCI.

Morir en este país, donde matan tanta gente diariamente, se ha vuelto muy difícil para quienes no pueden saltar la ley. Quizás el Flaco Moreno, en su inconsciencia lo esté intuyendo y hasta podrá estar gozando del último concierto que se ha ingeniado para que los que lo sufrieron o lo soportaron, lo odiaron o lo alcanzaron a compadecer se den cuenta que el absurdo es la vida, no la muerte.

El Porce, septiembre 23 del 2023
 

 

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