Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

  Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

Pereira, Colombia - Edición:13.146-726

Fecha: Martes-17-10-2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

El neo-sentido político nos va a tragar


La detección del sentido es en sí una de las características que nos definen como un ser humano. El ser humano se define por una incalculable cantidad de habilidades que sólo al mezclarse con nuestra razón logra hacer una producción netamente humana. Estas producciones de las cuales hablamos son a lo que los filósofos llaman el sentido heredado, es decir, todas los acuerdos que hemos generado, entre ellos podemos enunciar por ejemplo, una silla; todos podemos con el simple acto de escuchar el término silla reproducir en nuestra mente la idea de una silla, y aun cuando sea completamente diferente la silla que produce nuestra mente a la que producen otras mentes que escucharon el mismo conceptos, conocemos aquello que hace que una silla sea una silla y no una mesa, esto que nos permite distinguir entre términos o conceptos es a lo que llaman sentido.

Ahora, habiendo podido discernir lo que es el sentido, explicándolo desde términos de cosas útiles ¿Por qué no hacerlo desde conceptos más abstractos? En esta ocasión podríamos hablar del político, o más específicamente del término político, ¿Cuál es el sentido que nos hace distinguir a un político de alguien que no lo es? En efecto, no existen políticos buenos o malos políticos, simplemente existen políticos, los otros, son buenos oradores o con unas muy buenas conexiones, pero ninguno de estos dos últimos son políticos, puesto que el primero de estos dos es un teatrero o simplemente un exhibicionista, razón que por la cual su única razón de ser es entretener. De estos Colombia ha tenido muchísimos, de hecho, es la expresión más clara en nuestra actualidad, en la actualidad de las redes, después de todo ahora la popularidad se mide por me gustas o seguidores, y estos se consiguen a partir de actos que generen un impacto en los celulares de los demás, caso tal es la disputa infantil entre varios de los candidatos a la alcaldía del momento que se han centrado más en desacreditar que simplemente mostrar y escuchar las voces de quien van a ser sus electores.

Este olvido de los candidatos muestra lo poco preparados que muchos están para ejercer este puesto. El político fue desde la antigüedad aquel que tenía la posibilidad de aclarar las ideas de las alturas y llevar a los sujetos desde la profundidad a la superficie, pero ahora las alturas; las grandes empresas, familias y las grandes estructuras se tragan al político, ahora este les responde a ellas y pelea contra el resto ¿Dónde queda el individuo? el individuo desaparece de la ecuación política.

La desaparición del individuo se debió a la pérdida del sentido inicial de lo que es un político. Ahora el político parece haber expresado un nuevo sentido, un sentido más cerrado, clasista y limitado… Ahora el político está al servicio de los votos y no de las voces, entonces los tarjetones son eliminados luego de las elecciones y en ellos se va el valor humano de los sujetos del día a día, las voces desaparecen y la población pasa a ser un cero a la izquierda, dejándoles todo el tiempo posible a los políticos para que sigan jugando al mejor orador, entreteniendo, mientras las grandes estructuras se lo tragan todo. Entonces el sentido nos traga recibimos los efectos para luego escupirlos de nuevo dentro de cuatro años.

 

 

 

 

¿A dónde van nuestros impuestos?

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Esta práctica milenaria que han impuesto los soberanos a sus súbditos y hoy en día el Estrado que va de la mano de los políticos, nos comprime y nos hace vomitar nuestras viseras para que el establecimiento sobreviva.

En el mundo primitivo siempre ha sido normal esta práctica gubernamental. Y para todos es lógico que esto se haga sin ningún cuestionamiento y sin un raciocinio sobre dónde irán esos dineros que recibe el Estado.

Las sociedades han evolucionado genéticamente y lo que antes era una práctica normal hoy es un hecho cuestionable, porque esos dineros salen del esfuerzo de millones de seres que trabajan y pagan impuestos y no reciben nada a cambio.

Nuestra sociedad se siente acorralada por la cascada de impuestos que le vienen imponiendo en nuestros días los políticos al pueblo. Esto hace que el crimen aumente y la corrupción se afinque en las instituciones de Estado y esta simbiosis impida que las ciudades crezcan saludables.

Los impuestos que recibe el Estado diariamente, son fortunas que desaparecen sin que nadie se entere a dónde fue a parar esas contribuciones. De ese erario sólo una mínima parte llega a los sitios que realmente deberían recibir esos dineros.

La ignorancia del pueblo es la base para que crezcan estas situaciones y nunca ellos reciban lo que les pertenece y por lo que han pagado.

La salud pública es una de las infraestructuras donde deben ir esas contribuciones, pero solo llega gota a gota unos dineros para que sobrevivan y la gente gravite como si ellos fueran los culpables de lo que está pasando. Si la salud falla, el sistema se desploma y eso es lo que está pasando cuando se desvían lo recaudado.

La medicina privada es uno de los más grandes negocios porque ella vive de millones de pacientes que pagan de sus bolsillos los costos de la atención médica. A su vez nacen hacen simbiosis con las aseguradoras para que todo funcione en beneficio de ellos y no de los pacientes.

Es una obligación del establecimiento velar por la salud del pueblo, porque ese pueblo es el que sostiene el establecimiento y mantiene la economía en movimiento. El pueblo paga para que todos los servicios básicos sean cubiertos con el pago de sus impuestos y no para sostener una burocracia del Estado que le paga a miles de empleados con sueldos como prestación por haber apoyado al candidato en la campaña electoral.

Si la sociedad tuviera un mayor conocimiento de cómo funciona la economía de un país y estuviera atenta del movimiento de esos dineros, no pasaría tantas necesidades en el transcurso de su vida. Porque los políticos ya

 

 

 

no serían políticos corruptos sino servidores públicos que se acogen a las leyes que rigen una comunidad.

La gran mayoría de los países están como está, es porque los ciudadanos creen por acto de fe lo que dice un individuo en campaña y no porque realmente conocen la economía de su territorio.

Estudia bien al candidato, que ha hecho y en que ha triunfado, Ahí tienes la respuesta de lo que será el futuro.

 

Qué lee Gardeazábal

 

 

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal


La Armadura de la luz de Ken Follet, editada por Plaza y Janés.

Audio: https://www.spreaker.com/episode/57231229

La triste historia repleta de abusos y atropellos de la Inglaterra paralela a la revolución francesa y las guerras napoleónicas le sirve al bestseller de Follet para un nuevo mamotreto de su saga “Los pilares de la Tierra”. Lo hace bien, aunque el esquema resulta un poco monótono quizás porque sigue durante las 830 páginas a los mismos personajes, perfilados con el estilo escultórico de quien trabaja el mármol y son pocas las sorpresas que surgen en el relato.

 

Contagiado, seguramente por las lecturas y la adoración que los literatos ingleses le han tenido a Charles Dickens, esta novela anda repleta de cuadros de horror, de explotación infantil miserable, de jueces y militares corruptos de mujeres líderes y de señores de tierras a quienes no se les olvida el feudalismo así las acciones se desarrollen en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Probablemente la monotonía del relato provenga del estricto orden cronológico y no de las descripciones de injusticia que se retratan cada tanto.

 

Es el momento de la llegada de las máquina de vapor, que obligan a despidos del personal que atendía las hilanderías manuales, pero también es el momento de la solidaridad de cuerpo no de pensamiento. Por sus páginas hay largas narraciones de los inicios del sindicalismo en la conservadora sociedad inglesa y una picante descripción de la vida pueblerina, de los enamoramientos de mujeres y maridos ajenos y hasta una pareja gay que pese a ir a las guerras napoleónicas por 20 años sobreviven para ser felices y contar perdices.

Es un libro agradable como todo lo de Follet pero en esta oportunidad desviada políticamente para demostrar su carácter de imberbe en el tema. Abunda en demasía en lo que otros libros ya contaron y remata con un largo capitulo para narrar lenta y británicamente la batalla de Waterloo, donde obviamente participan los personajes sobrevivientes del pueblito de la campiña y con furia inglesa combaten hasta derrotar a Napoleón. Como es una historia que hemos oído tantas veces, recrearla termina siendo un peligro para el prestigio del novelista bestseller.

El porce, 16 de octubre del 2023

 

 

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