EL IMPARCIAL | Página 10


10 -	COLUMNISTA	Pereira, Colombia - Edición:13.172-752 Fecha: Jueves-07-12-2023
Intermedio Por: Jotamario Arbeláez Bueno es culantro Estoy en una edad y una instancia cultural en que tengo qué cumplir numerosos requerimientos, ninguno de ellos sólo por amor a la causa, como hice casi toda mi vida. Es la razón por la que creo que será ésta la última columna que escribo (en este periódico). Todo lo que tengo, casa, carro y dama lo he obtenido por obra y gracia de la poesía, que aparte de ello me ha permitido, con mis botas de siete leguas, pisar países de tres continentes, intimar con poetas de alto coturno y besar mujeres en lenguas desconocidas. Desde pequeño se me dijo que si me metía con la poesía iba a terminar muriéndome de hambre y en principio muchas veces me tocó ingerir los poemas crudos, como se decía que lo eran, dado el trasfondo sicalíptico. Pero siempre hubo quienes me acompañaban en esas degustaciones, que terminaban en suculentas cenas sobremeseadas con añejas bebidas espirituosas. Entre ellos señalo al arquitecto Carlos Donneys, a Marco Fidel Chávez y a Armando Holguín. Hasta que llegó la hora de los premios, que me han sido fastuosos y, bien manejados por la señora, nos han permitido salir avantes. Memoro que mandaba mis poemas a los periódicos y revistas y me los publicaban en algún rinconcito sin retribución monetaria alguna. Mas esas publicaciones me iban creando ese círculo de mecenas que me permitían seguir tirando, como hacen los empecinados. Primero en Relator, donde laboraba Pedro León Arboleda, quien cuando se cerró el periódico publicó Relatorcito y nos ayudaba a los nadaístas en la redacción de los manifiestos escandalosos, como el que escribimos	contra María, pidiendo a la vez al alcalde que derrumbara su estatua de al pie del batallón Pichincha e instaurara la imagen de Brigitte Bardot desnuda. Era miope a morir. Fundó o se involucró con el EPL. Y murió dándose bala solo desde diferentes ventanas contra 600 soldados que lo cercaron en su casa de Vipasa. Cuando en reemplazo del liberal Relator se fundó el conservador Occidente, y entró a colaborar en él Pardo Llada, me hizo visible a través de su columna Mirador, publicando mis poemas en su página y codeándome con los suculentos “aviones” que desplegaba los jueves. Gracias a su sugerencia fui columnista ocasional un largo período. El País era crítico con nosotros, dada la orientación que le imprimía Raúl Echavarría Barrientos, quien después de sus vaciadas sacramentales por nuestro comportamiento escabroso, se nos reunía por su amistad con Gonzalo Arango en lugares como El Palique, de Ketty. Años después, cuando hube de cesar mi columna de El Tiempo por ser Secretario de Cultura de Cundinamarca, ingresaría a ese, quiero decir a este periódico, invitado por su director Rodrigo Lloreda, a escribir la columna Intermedio (como se llamó El Tiempo mientras estuvo censurado), con	una retribución más que generosa. La que con el paso del tiempo y por entendibles motivos económicos me fue rebajada a mitad, la cuarta parte, y luego me fue suprimida por completo, como a los demás columnistas. Casi todos continuamos colaborando como solidaridad con el afectuoso medio de comunicación que nos acogía. Pero hace ya varios meses el periódico en dificultades fue adquirido por el muy poderoso grupo empresarial colombiano Gilinski, y pese a ello sus colaboradores continuamos sin recibir remuneración. Lo que en verdad no tiene presentación. Entre mis compañeros poetas figuro como “regalado”. Que si escribo de balde en un periódico ahora de propietarios poderosos económicamente, cómo van a pedir ellos regalías en ese o en cualquiera otro medio. Estoy en una edad y una instancia cultural en que tengo qué cumplir numerosos requerimientos, ninguno de ellos sólo por amor a la causa, como hice casi toda mi vida. Es esta la razón por la que creo que será esta la última columna que escribo (en este periódico), agradeciendo a su directora Vicky Perea por la grata comunicación y solidaridad que ha tenido conmigo por largos años. A quienes me han venido leyendo por cerca de un cuarto de siglo, mi gratitud sempiterna. Diciembre 5-23

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