Los tres planes que tuvo Satya Nadella,
CEO de Microsoft, cuando Sam Altman salió de OpenAI
En un giro inesperado en la industria de la inteligencia artificial,
Sam Altman, el cofundador y CEO de OpenAI, fue despedido
abruptamente por la junta directiva de la empresa, provocando una
crisis interna en la organización y su principal inversor,
Microsoft.
La noticia del despido llegó a Satya Nadella, CEO de Microsoft,
durante una reunión semanal con líderes de la empresa, afectando una
colaboración que había resultado en el lanzamiento de los asistentes
de IA de avanzada conocidos como Office Copilots, una evolución del
popular ChatGPT de OpenAI, integrados en programas clave de
Microsoft como Word, Outlook y PowerPoint.
Copilots posibilita que los usuarios interactúen con el software con
la misma sencillez con que consultarían a un compañero de trabajo.
Pueden formularles preguntas como “enumera los aspectos positivos y
negativos de cada plan mencionado en dicha videoconferencia” o
“¿cuál es el artículo que genera más ganancias entre estas veinte
hojas de cálculo?” y
recibir respuestas inmediatas, redactadas en un inglés claro y
coherente.
La iniciativa de dichas herramientas arrancó hace unos meses con una
selección de clientes corporativos y se extendió de manera más
amplia en noviembre. El proyecto representó un hito para las
compañías y evidenció que Microsoft y OpenAI desempeñarían roles
fundamentales en la difusión de la inteligencia artificial al gran
público.
La crónica del despido
La junta directiva, que había comenzado como una organización sin
fines de lucro antes de incorporar un brazo
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con fines de lucro, acusó a Altman de no ser “consistentemente
sincero en sus comunicaciones con la junta directiva”, una decisión
que no solo sorprendió a Nadella, sino que también puso en duda la
estabilidad de la valiosa asociación entre Microsoft y OpenAI.
Los Office Copilots representan un momento cumbre tanto para Microsoft como para
OpenAI en sus esfuerzos por liderar en la implementación de la inteligencia
artificial a un público más amplio.
La tecnología subyacente, basada en GPT (generative pre-trained transformer), ha
enfrentado desafíos relacionados con su capacidad para, entre otras cosas,
alucinar o inventar hechos.
Sin embargo, ambas compañías habían desarrollado un protocolo de salvaguardias
para mitigar riesgos, permitiéndoles ser ambiciosas, pero evitando un posible
desastre.
El 15 de noviembre, decenas de miles de personas utilizaban los copilotos y se
esperaba que millones más se inscribieran pronto. Dos días después, Nadella se
enteró de que habían despedido a Altman.
La crisis comenzó cuando Adam D’Angelo,
miembro de la junta de OpenAI, informó a
Nadella del despido de Altman, dejando a Microsoft en la oscuridad sobre las
intenciones de la junta y excluyendo a Nadella de la decisión, a pesar de la
considerable inversión de Microsoft en OpenAI y la propiedad de casi la mitad de
su brazo con fines de lucro.
La tensión entre la junta directiva y Altman había estado creciendo, con algunos
miembros describiendo al último como manipulador y engañoso, cualidades que
causaron fricción especialmente con aquellos miembros con antecedentes
académicos o en organizaciones sin fines de lucro.
Por ejemplo, a principios de octubre
se había enfrentado a un miembro, Helen Toner, directora del Centro de Seguridad
y Tecnología Emergente de la Universidad de Georgetown, por coescribir un
artículo que aparentemente criticaba a OpenAI por “avivar las llamas de la
exageración de la IA”.
Poco después de que Nadella se
enterara del despido de Altman y convocara la videoconferencia con Kevin Scott,
CTO de Microsoft y otros
ejecutivos, Microsoft comenzó a ejecutar un Plan A: estabilizar la situación
apoyando a
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Mira Murati, CTO de OpenAI como CEO interina mientras
intentaba identificar por qué la junta había actuado tan impulsivamente.
Nadella aprobó la publicación de una declaración que enfatizaba que “Microsoft
seguía comprometido con Mira y su equipo mientras llevaban esta próxima era de
IA a sus clientes”.
Esa estrategia fracasó, entonces los ejecutivos de Microsoft cambiaron al Plan
B: Nadella comenzó a consultar con Murati para ver si había una manera de
reinstalar a Altman en su puesto.
La junta directiva de OpenAI le pidió a Murati una conversación privada. Le
dijeron que habían estado reclutando en secreto a un nuevo director ejecutivo y
que finalmente habían encontrado a alguien dispuesto el cargo.
Para Murati, para la mayoría de los empleados de OpenAI y para muchos dentro de
Microsoft, esto fue el colmo.
Se lanzó el Plan C: el domingo por la noche, Nadella invitó formalmente a Altman
y Greg Brockman, ejecutivo de la startup, a dirigir un nuevo laboratorio de
investigación de IA dentro de Microsoft, con tantos recursos y tanta libertad
como quisieran.
Ambos aceptaron. Microsoft comenzó a preparar oficinas para los cientos de
empleados de OpenAI que suponían se unirían a la división.
Murati y sus colegas redactaron una carta abierta a la junta directiva de OpenAI:
“No podemos trabajar para o con personas que carecen de competencia, juicio y
cuidado por nuestra misión y nuestros empleados”.
Los redactores de la carta prometieron renunciar y “unirse a la recién anunciada
subsidiaria de Microsoft”.
El plan C y la amenaza de salidas masivas en OpenAI fueron suficientes para que
la junta cediera. Dos días antes del Día de Acción de Gracias, OpenAI anunció
que Altman regresaría como CEO.
Todos los miembros de la junta directiva dimitirían, y figuras más establecidas,
entre ellas Bret Taylor, ex ejecutivo de Facebook y presidente de Twitter, y
Larry Summers, ex secretario del Tesoro y presidente de Harvard, se instalarían.
Para alivio de Nadella y Scott, las cosas han vuelto a la normalidad en
Microsoft y continúa el lanzamiento generalizado de los Copilots.
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