EDITORIAL
Y A nosotros
¿qué?
Y donde quedan los límites de la privacidad, del respeto, de la
humanidad. A cortas horas de la mañana una joven llegó al punto de
lanzarse desde el sexto piso de la clínica los Rosales, pero, la
historia va más que sólo esto, de hecho, trasciende al
acontecimiento, no es X o Y persona la que decide tomar su propia
vida. Sino, el contexto donde se logra desarrollar tal pensamiento ¿Qué
lleva a tomar esta decisión, es acaso posible impedirla?
Impedirla resulta conflictivo cuando la decisión ya fue tomada, en
la medida que en la gran mayoría de ocasiones no es el último
acontecimiento traumático el que lleva a una persona a tomar tal
decisión, sino el cúmulo de traumas que nunca fueron tratados,
porque seguro que en las escuelas nos enseñan de letras, números,
etc… pero nunca al reconocimiento propio de nosotros mismos y las
formas en que transitamos nuestros sentimientos, porque simplemente
creemos que estos no son los verdaderamente importantes para la vida,
ya que está dirigida al fiel modelo neoliberalista, se trata de
conseguir dinero, mostrar que se posee más que el otro y así
sucesivamente.
En este juego de desconocimiento de sí mismo es donde nace la poca
empatía. Un lugar en donde no se tiene ni idea de cómo se siente la
depresión y otros males que nos pueden llevar a esta decisión, el
acto del suicidio se trasforma en una manifestación del morbo,
expresado de diferentes maneras: unos deciden sacar su celular de
ultima marca para grabar el cuerpo sin vida de la persona que tomo
la decisión, otros deciden hacer parte de la historia, afirmando su
presencia en el acontecimiento para así poder compartir palabras con
los otros, ¡y los otros!, los otros son los que liberan la
información que escuchan de la forma más paupérrima posible, es
decir, sólo amarillismo, o en su defecto para producir una discusión
desde su moral superior, al igual que hoy mientras esta señorita se
encontraba tirada en el suelo, pocos segundo antes que llegaran los
auxiliares, enfermeros y demás trabajadores del hospital, la gente
sólo sacó su celular y decidió que lo mejor que podían hacer era
tomar fotografías, grabar, y cuando fue ingresada al hospital
decidieron comenzar a gesticular historias tan hilarantes, tan
despreocupadas del daño que podrían crear estas palabras, que
simplemente el mundo comenzó a mostrar su verdadero rostro, un
rostro que sólo quiere hablar, nunca accionar, siempre mostrarse
como santos o periodistas, pero nunca como humanos, sólo máquinas
que funcionan a través del amarillismo que sus ojos le permiten ver
y su celular plasmar.
En conclusión, la sociedad pereirana está fallando de manera
catastrófica en cuanto al trato de la salud mental. Viéndola como
una noticia que puede ser mostrada siempre desde el amarillismo
desproporcionado del verdadero problema que ésta devela, ¿Quién
apoya a las personas suicidas? O podríamos preguntarnos algo aún
mejor, ¿Acaso le importan a alguien? Entre ellos los que deciden
profanar su cuerpo e historia, hablando, difamando o simplemente
grabando, ¿Acaso ven algo más que un cuerpo en la acera?
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El derecho
al trabajo o la agonía de vivir en la sombra
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Trabajar no es una
obligación de nadie, pero es el quehacer de los seres humanos para
sobrevivir en sociedad. Este deber se vuelve imperativo porque no
somos una sociedad primitiva que cada uno labora en su entorno y se
mantiene a flote con lo que hay a su alcance.
Con el nacimiento de los imperios quienes están a la cabeza de ellos
crean una red de súbditos para que le sirvan y vivan en su entorno.
Así nace la primera casa y su jefe hace más de 30 mil años.
El ser humano es igual como individuo en su conjunto, pero no todos
tienen las mismas capacidades e intelecto y esto hace esa variedad
de personalidades y quehaceres en una sociedad actual.
En el pasado no se podían mezclar todos en un mismo sitio por esa
diferencia de condiciones de intelecto y conocimiento. Hoy por el
avance genético y tecnológico estamos casi todos mezclados en la
misma aldea de ciudadanos.
El emprendimiento de cada uno nos obliga a saber elegir nuestro rol
y ubicación en la sociedad de hoy y esto hace que el trabajo no sea
igual que hace cien o más años en la historia. Pero quienes manejan
la cosa pública en ciertas sociedades desconocen el manejo de esos
códigos que regulan la labor de los trabajadores.
En la actualidad no hay un orden equitativo que permita mantener el
balance y permita a cada uno poder tener la seguridad social que
debería existir en una sociedad evolucionada. Las leyes o estatutos
laborales están lejos de balancear las tres partes a que corresponde
el equilibrio del acuerdo entre las partes.
Las leyes laborales están politizadas y los intereses de los
trabajadores no concuerdan con lo que deberían ser las leyes que
amparen por iguales partes a los que firman el contrato. Y cada uno
jala hasta donde más estire el caucho. Y esto hace que siempre
exista un conflicto entre las partes.
El sistema laboral colombiano hay que rehacerlo de principio a fin y
ubicarlo en tiempo presente para que el establecimiento asuma la
responsabilidad que le corresponde y le dé a ambas partes las
obligaciones que le corresponden independiente el uno del otro y se
logre
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alcanzar el beneficio que se espera a la hora del
retiro.
DE DERRUMBE EN DERRUMBE
Crónica # 799
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/de-derrumbe-en-derrumbe-cronica-799-de-gardeazabal-15-01-2024--58304982
La única carretera que desde hace 100 años lleva de Popayán a Pasto
va a volver a quedar interrumpida. Un informe del alcalde de Rosas,
del que se hizo eco la oficina de prensa del Invías pero no el
gabinete presidencial, nos ha puesto en alerta que en inmediaciones
del sitio donde se presentó hace más de un año el gran derrumbe que
mantuvo aislado a Nariño (y al Ecuador) del resto de Colombia, está
a punto de repetirse y, de pronto, en mayor magnitud según alguno de
los conocedores del terreno.
Pero lo grave no es que la batalla contra la naturaleza se haya
perdido otra vez o que las soluciones que en su ignorancia
geográfica terminaron hallando en el gobierno nacional hayan sido
equivocadas. Lo grave es que los problemas que ocasiona esa falla
geológica y la falta de una carretera de 5 G, tampoco se han
previsto ni mucho menos corregido.
No olvidemos que lo que más falta hizo durante los meses que estuvo
interrumpida la carretera fue el combustible. La solución no resultó
válida importándolo del Ecuador pero la más factible, tampoco
apareció.
Hace 55 años Nariño pedía una refinería en Tumaco porque creían que
el petróleo del Putumayo era la panacea. Ahora hay que volver a
pensar en ella. Puede ser una opción factible si se hace para las
necesidades del sur y no se piensa en macro sino en su justa medida.
Habilitar el puerto para que siguiendo la táctica energética de
Petro importar el combustible, debería haber sido una prioridad. Ni
lo fue ni lo será. Como tampoco lo fue una carretera de verdad que
una a Pasto y Popayán por otra ruta, como se había considerado.
En el fondo para Nariño no hay ni cariños ni reconocimientos ni
contemplaciones desde cuando hace 200 años Agustín Agualongo no
apoyó a los ejércitos libertadores.
Desde entonces el país volvió un cuento pastuso su responsabilidad
en ayudar y vincular más estrechamente a esos compatriotas
caprichosos, pero quizás más inteligentes que los gobernantes
santafereños.
El Porce, enero 16 del 2024 |