Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.193-773

Fecha: Martes 16-01-2024

 

EDITORIAL

 

Y A nosotros ¿qué?


Y donde quedan los límites de la privacidad, del respeto, de la humanidad. A cortas horas de la mañana una joven llegó al punto de lanzarse desde el sexto piso de la clínica los Rosales, pero, la historia va más que sólo esto, de hecho, trasciende al acontecimiento, no es X o Y persona la que decide tomar su propia vida. Sino, el contexto donde se logra desarrollar tal pensamiento ¿Qué lleva a tomar esta decisión, es acaso posible impedirla?

Impedirla resulta conflictivo cuando la decisión ya fue tomada, en la medida que en la gran mayoría de ocasiones no es el último acontecimiento traumático el que lleva a una persona a tomar tal decisión, sino el cúmulo de traumas que nunca fueron tratados, porque seguro que en las escuelas nos enseñan de letras, números, etc… pero nunca al reconocimiento propio de nosotros mismos y las formas en que transitamos nuestros sentimientos, porque simplemente creemos que estos no son los verdaderamente importantes para la vida, ya que está dirigida al fiel modelo neoliberalista, se trata de conseguir dinero, mostrar que se posee más que el otro y así sucesivamente.

En este juego de desconocimiento de sí mismo es donde nace la poca empatía. Un lugar en donde no se tiene ni idea de cómo se siente la depresión y otros males que nos pueden llevar a esta decisión, el acto del suicidio se trasforma en una manifestación del morbo, expresado de diferentes maneras: unos deciden sacar su celular de ultima marca para grabar el cuerpo sin vida de la persona que tomo la decisión, otros deciden hacer parte de la historia, afirmando su presencia en el acontecimiento para así poder compartir palabras con los otros, ¡y los otros!, los otros son los que liberan la información que escuchan de la forma más paupérrima posible, es decir, sólo amarillismo, o en su defecto para producir una discusión desde su moral superior, al igual que hoy mientras esta señorita se encontraba tirada en el suelo, pocos segundo antes que llegaran los auxiliares, enfermeros y demás trabajadores del hospital, la gente sólo sacó su celular y decidió que lo mejor que podían hacer era tomar fotografías, grabar, y cuando fue ingresada al hospital decidieron comenzar a gesticular historias tan hilarantes, tan despreocupadas del daño que podrían crear estas palabras, que simplemente el mundo comenzó a mostrar su verdadero rostro, un rostro que sólo quiere hablar, nunca accionar, siempre mostrarse como santos o periodistas, pero nunca como humanos, sólo máquinas que funcionan a través del amarillismo que sus ojos le permiten ver y su celular plasmar.

En conclusión, la sociedad pereirana está fallando de manera catastrófica en cuanto al trato de la salud mental. Viéndola como una noticia que puede ser mostrada siempre desde el amarillismo desproporcionado del verdadero problema que ésta devela, ¿Quién apoya a las personas suicidas? O podríamos preguntarnos algo aún mejor, ¿Acaso le importan a alguien? Entre ellos los que deciden profanar su cuerpo e historia, hablando, difamando o simplemente grabando, ¿Acaso ven algo más que un cuerpo en la acera?

 

 

El derecho al trabajo o la agonía de vivir en la sombra

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Trabajar no es una obligación de nadie, pero es el quehacer de los seres humanos para sobrevivir en sociedad. Este deber se vuelve imperativo porque no somos una sociedad primitiva que cada uno labora en su entorno y se mantiene a flote con lo que hay a su alcance.

Con el nacimiento de los imperios quienes están a la cabeza de ellos crean una red de súbditos para que le sirvan y vivan en su entorno. Así nace la primera casa y su jefe hace más de 30 mil años.

El ser humano es igual como individuo en su conjunto, pero no todos tienen las mismas capacidades e intelecto y esto hace esa variedad de personalidades y quehaceres en una sociedad actual.

En el pasado no se podían mezclar todos en un mismo sitio por esa diferencia de condiciones de intelecto y conocimiento. Hoy por el avance genético y tecnológico estamos casi todos mezclados en la misma aldea de ciudadanos.

El emprendimiento de cada uno nos obliga a saber elegir nuestro rol y ubicación en la sociedad de hoy y esto hace que el trabajo no sea igual que hace cien o más años en la historia. Pero quienes manejan la cosa pública en ciertas sociedades desconocen el manejo de esos códigos que regulan la labor de los trabajadores.

En la actualidad no hay un orden equitativo que permita mantener el balance y permita a cada uno poder tener la seguridad social que debería existir en una sociedad evolucionada. Las leyes o estatutos laborales están lejos de balancear las tres partes a que corresponde el equilibrio del acuerdo entre las partes.

Las leyes laborales están politizadas y los intereses de los trabajadores no concuerdan con lo que deberían ser las leyes que amparen por iguales partes a los que firman el contrato. Y cada uno jala hasta donde más estire el caucho. Y esto hace que siempre exista un conflicto entre las partes.

El sistema laboral colombiano hay que rehacerlo de principio a fin y ubicarlo en tiempo presente para que el establecimiento asuma la responsabilidad que le corresponde y le dé a ambas partes las obligaciones que le corresponden independiente el uno del otro y se logre

 

 

 

 

alcanzar el beneficio que se espera a la hora del retiro.

 

DE DERRUMBE EN DERRUMBE
Crónica # 799

Gustavo Alvarez Gardeazábal

Audio:

 https://www.spreaker.com/episode/de-derrumbe-en-derrumbe-cronica-799-de-gardeazabal-15-01-2024--58304982


La única carretera que desde hace 100 años lleva de Popayán a Pasto va a volver a quedar interrumpida. Un informe del alcalde de Rosas, del que se hizo eco la oficina de prensa del Invías pero no el gabinete presidencial, nos ha puesto en alerta que en inmediaciones del sitio donde se presentó hace más de un año el gran derrumbe que mantuvo aislado a Nariño (y al Ecuador) del resto de Colombia, está a punto de repetirse y, de pronto, en mayor magnitud según alguno de los conocedores del terreno.

Pero lo grave no es que la batalla contra la naturaleza se haya perdido otra vez o que las soluciones que en su ignorancia geográfica terminaron hallando en el gobierno nacional hayan sido equivocadas. Lo grave es que los problemas que ocasiona esa falla geológica y la falta de una carretera de 5 G, tampoco se han previsto ni mucho menos corregido.

No olvidemos que lo que más falta hizo durante los meses que estuvo interrumpida la carretera fue el combustible. La solución no resultó válida importándolo del Ecuador pero la más factible, tampoco apareció.

Hace 55 años Nariño pedía una refinería en Tumaco porque creían que el petróleo del Putumayo era la panacea. Ahora hay que volver a pensar en ella. Puede ser una opción factible si se hace para las necesidades del sur y no se piensa en macro sino en su justa medida.

Habilitar el puerto para que siguiendo la táctica energética de Petro importar el combustible, debería haber sido una prioridad. Ni lo fue ni lo será. Como tampoco lo fue una carretera de verdad que una a Pasto y Popayán por otra ruta, como se había considerado.

En el fondo para Nariño no hay ni cariños ni reconocimientos ni contemplaciones desde cuando hace 200 años Agustín Agualongo no apoyó a los ejércitos libertadores.

Desde entonces el país volvió un cuento pastuso su responsabilidad en ayudar y vincular más estrechamente a esos compatriotas caprichosos, pero quizás más inteligentes que los gobernantes santafereños.

El Porce, enero 16 del 2024

 

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