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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.193-773

Fecha: Martes 16-01-2024

 

Para el pueblo

 

Por: Edgar Cabezas

 

En Colombia las multitudes deben decidir sobre poner fin a la narrativa que considera al pueblo, como un pueblo populista, un pueblo que reúne todos sus anhelos y deseos en un líder, en un ser que representa la verdad y la belleza; un amo y señor caminante que va imponiendo justicia, repartiendo bienes y servicios y entregando el reino de la felicidad a los habitantes del territorio, que van camino al cielo, sin preocupaciones, jugando, cantando y nadando en ríos de miel. ¡Oh gloria al mesías que ha venido a darnos la paz.

El gobierno es del pueblo y para el pueblo, porque el pueblo es el soberano. El pueblo en las multitudes es todo y parte, cuerpo y órganos. El gobierno de las multitudes que ordena y otorga mandato. La cosa en sí es simple en razón a que: si el pueblo manda tiene que estar organizado en ideas y acciones respecto del ambiente que construye. Así que, si el pueblo constituido por las multitudes se organiza y ordena el mandato, el gobierno y la empresa privada consolidan el Estado Social de Derecho.

El pueblo en las elecciones puede estar dividido en movimientos y partidos políticos, pero una vez se eligen los funcionarios de elección popular y se constituye el gobierno, el pueblo sabe y entiende que el gobierno es de todos y contra todos los corruptos y criminales. Por eso desde sus diferentes organizaciones sociales, sindicales o comunitarias mete el hombro y apoya los planes, programas y proyectos de la infraestructura que benefician a la salubridad, el transporte, las telecomunicaciones de la informática, la educación, la justicia y la alimentación que garanticen la seguridad social.

 

El pueblo colombiano es un pueblo que está rompiendo cadenas de esclavitud, colonización y opresión, es un pueblo de ciudadanías libres de músicos poetas y locos no carnetizados, herederos de los ideales de la resiliente resistencia de las naciones originarias, de los cimarrones que armaron el palenque, la rumba y el guateque, de los gitanos que heredaron la luna y el sol, de las mujeres que parieron y amamantaron de ternura los días festivos y las aciagas horas.

Las ciudadanías libres van aprendiendo a que en la diversidad étnica y cultural todos mandan y todos obedecen, nadie se manda absolutamente sólo y, sólo púes, no se puede mandar a nadie. Aquí el yo es libre y vuela alto como el cóndor andino escapado del sol y de la vía láctea. El yo de las

   

ciudadanías libres es amo y señor de su destino de libertad y de prisión. Aquí se están rompiendo las cadenas autoritarias del ego, y con los eslabones libres haciendo cadenas vitales de amor y cheveridad.

 

El 2024 tiene que ser un año de enfoque en las acciones que le demuestren al pueblo que sí se puede vivir en todos los territorios de Colombia en paz y con amor. Que sea el firme propósito del año nuevo persistir en la tarea de adelantar entre todos las obras que demandan los bienes comunes, donando horas de trabajo para iniciar el plan nacional forestal de restauración y regeneración de la selva húmeda tropical, sin el cual no se puede ordenar el territorio alrededor del agua y mitigar los impactos de la variable climática.

 

Mandatarios territoriales: cuatrienio de realidades y desafíos

 

 

Por: Guillermo Navarrete Hernández

 

De conformidad con la Constitución Política de Colombia de 1991, dentro de la estructura del Estado, existen dos tipos de descentralización: 1) La administrativa o territorial, que se empezó a forjar en el gobierno de Belisario Betancourt con la elección popular de acaldes y la expedición de normas orientadas a fortalecer las finanzas territoriales, debido a las responsabilidades que asumirían. Los municipios, los distritos, los departamentos y los territorios indígenas, son sus formas más conocidas, a las que se suman unos tipos de asociatividad permitidas, especialmente por la Ley 1454 de 2011, también conocida como la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial [LOOT]; 2) la descentralización por servicios, representada por los establecimientos públicos, empresas industriales y comerciales del Estado, empresas de Economía Mixta, Empresas Sociales del Estado, las Superintendencias con y sin personería jurídica y las Unidades Administrativas Especiales, con y sin personería jurídica.

Los departamentos y municipios, como así lo establecen las normas que rigen la materia y en el marco de su autonomía, cada cuatro años eligen sus autoridades, esto es gobernadores y alcaldes, quienes para buscar su elección debieron presentar un programa de gobierno a la ciudadanía, uno de los principales insumos para la formulación del Plan Departamental o Municipal de Desarrollo, instrumento que
debe contener un diagnóstico, una parte

 

 

 

estratégica en la que se contemplan programas, proyectos, objetivos, metas de producto y de resultado – o de bienestar-, y una parte financiera, que determina la posibilidad de financiamiento del mismo, en una matriz que se denomina plan plurianual de inversiones. En el argot popular, la carta de navegación de los cuatro años de los mandatarios locales.

El diagnóstico plasma las realidades del territorio, para lo cual el conocimiento del equipo que se conforme para ejercer el gobierno, la labor de empalme -un proceso de entrega del gobierno saliente sobre el estado de las políticas públicas adoptadas, programas, proyectos e inversiones-, además de la participación ciudadana para enterarse de sus necesidades y expectativas, son fundamentales.

Colombia, un país en donde coexisten de manera sistemática problemas estructurales como la violencia, pobreza, inseguridad y desigualdad, son los principales desafíos a los que se enfrentan los mandatarios subnacionales. No obstante, su solución no

 

depende tanto de los recursos y competencias propios, sino de la concurrencia del gobierno nacional para acceder a la financiación de inversiones públicas que permitan alcanzar verdaderas transformaciones y de instancias que como el aparato judicial y de organismos de seguridad, entre otras, deben encauzar sus esfuerzos a reducir los umbrales de impunidad, de los que según El Tiempo (2015), nueve de cada diez homicidios terminan por no esclarecerse; situación que es una constante en los últimos 20 años (Semana, 2022). Algo similar ocurre con los delitos asociados con la corrupción; conforme lo informa la Secretaría de Transparencia de la Presidencia de la República (2023), el 93,99% no tienen condena alguna en contra de los responsables, por cuyo motivo la reforma judicial, como otras tantas, es sustancial para empezar a dar soluciones serias y de largo plazo a las debilidades que acusa una de las funciones esenciales del Estado: el acceso efectivo y transparente a la justicia, especialmente para los más vulnerables.

 

Otras realidades y retos son: la revisión de los Planes de Ordenamiento Territorial, sobre todo en municipios, como el de mi tierra, se encuentran en etapa de diagnóstico y formulación, para que se encaucen en un instrumentos de inclusión integral y que los usos de suelo tengan la vocación para los que la naturaleza determinó y que los cambios que sobre estos se introduzcan sean factores efectivos de mejoramiento de calidad de vida; el catastro multipropósito debe desarrollarse no tan sólo como un mecanismo de incrementar bases gravables para el cobro de impuestos, sino de todos aquellos factores asociados al mismo, como la seguridad jurídica, su cabida, linderos y utilidad se orienten hacía la equidad sobre la propiedad de la tierra.

 

 

 

 

  

 

 

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