Pereira, Colombia - Edición: 13.198-778

Fecha: Jueves 25-01-2024

 

 COLUMNISTAS

 

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Del fin del nadaísmo

 

Por: Jotamario Arbeláez

 

Queridos compinches y correligionarios

 

-así el nadaísmo no sea todavía una religión y apenas un movimiento juvenil de vanguardia con 66 años a cuestas, todo un enano crecido y envejecido-:

Eduardo Escobar, Patricia Ariza, Pablus Gallinazo, Armando Romero, Jan Arb, Dukardo Hinestrosa, Pedro Alcántara, Álvaro Medina, Álvaro Barrios, Rafael Vega-Jácome, Dora Franco, Pedro Blas Julio Romero, Malmgren Restrepo, Fernando Lalinde, David Bonells Rovira, Fanny Buitrago, Michael Smith:

Como ven, quedamos 18, contándome y contando fieles y apóstatas.

Y han desaparecido 31 nadaístas y nadaísmos, pues hubo tantos nadaísmos cuantos nadaístas fuimos:

Gonzalo Arango, Amílcar Osorio, Darío Lemos, Alberto Escobar Ángel, Humberto Navarro “Cachifo”, Jaime Espinel “Barquillo”, Guillermo Trujillo, el “Negro” Billy, Luis Darío González “La marquesa”, Elkin Gómez, Mario Rivero, Rosa Girasol, Dina Merlini, Raquel Jodorowsky, Rubiela Cadavid, José Rafael Arango, Verano Brisas, Alfredo Sánchez, Diego León Giraldo, Augusto Hoyos, Alberto Rodríguez “El nadaísta de Cartago”, Elmo Valencia “El monje loco”, Jaime Jaramillo Escobar “X-504”, Norman Mejía, Mario Escobar Ortiz, Luis Ernesto Luna, Aníbal Tobón, Samuel Ceballos, Enrique Calle “Kat”, Luis Ernesto Valencia,

 

 

 

María de las Estrellas.

 

Esta niña prodigio, cuando me vio llegar a casa apesadumbrado porque “Los Enterradores” del nadaísmo lo incineraron a las puertas del Cementerio central, me consoló con este poemilla: “Tranquilo papacito, que en la próxima encarnación van a ver otros nadaísmos más bellos. ¿O qué quería, que una época fuera toda la vida?”

Me dirijo a los vivos, casi todos bordeando los 80 siendo yo el mayor -la mayoría aquejados por males corpóreos empero ninguno de mente-,

para plantearles la elaboración de un postrero documento común, como tantos manufacturamos en tiempos huidos, que explique nuestro paso por este mundo montados en la tan estática bicicleta de nuestro movimiento social.

No sería en forma de entrevistas sino que cada cual se explaye en lo que recuerde y proyecte: quien era y quién es ahora, qué hizo el nadaísmo por él y él por el nadaismo, qué de raro le pasó en el proceso, si ha cambiado su pensamiento o actitud de los primeros tiempos a ahora, cómo veía el nadaísmo de ayer y cómo el de hoy, qué tanto se aportó a la revolución predicada, si marcará algo en la historia, cómo fue su relación con los complotados, et cétera.

El libro se llamaría El fin del Nadaísmo, no implicando la cesación de su labor antiséptica en la literatura y el arte, pues hay centenas de nuevos nadaístas que siguen y seguirán en la lucha, así dijera el último Gonzaloarango ultra pacifista que “no hay que luchar, ni por la vida”.

 

Ya se había formulado que “si el nadaísmo tuviera un fin ya se habría terminado”, que “el nadaísmo es la cosa más eterna de este ciclo”, que “la eternidad tiene tiempo de esperarnos”, que “el nadaísmo podrá morir, pero sus gusanos serán inmortales”.

 

 

 

 

Y desde el primer manifiesto: “¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento de un destino”. Y llegamos.

Debemos dejar clara nuestra hoja de ruta, por más libros que hayamos, para bien o para mal, parido.

Debemos ir previendo el “Hasta tanto nos viniese la muerte a envolver con su nube sombría”, como acabo de leer en la hojosa Odisea.

Somos cada uno una milmillonésima parte del globo viviente y aun así somos quienes damos testimonio de vida al planeta rugiente.

Creo que fuimos discípulos de un adelantado que llamaron “profeta” por broma, y trató de imitar el montaje de otro “enviado” a este mundo a crear otro mundo, proponiendo como un hippie el amor y la paz. Y a pesar de nuestra falta de fe le creímos y nos creyeron.

Tal vez no cambiamos el mundo, pero cambiamos de mundo para sentirnos más a tono sin lograrlo del todo. Debimos hacerle caso a Bretón, quien nos había dejado dicho que “debemos comportarnos como si estuviéramos realmente en el mundo”.

De derechos de autor hablaremos con el editor. Quedo pendiente de vuestra respuesta, ojalá temprana.

 

 

 

  

 

 

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