Del fin
del nadaísmo
Por: Jotamario
Arbeláez
Queridos
compinches y correligionarios
-así el nadaísmo
no sea todavía una religión y apenas un movimiento juvenil de
vanguardia con 66 años a cuestas, todo un enano crecido y
envejecido-:
Eduardo Escobar, Patricia Ariza, Pablus Gallinazo, Armando Romero,
Jan Arb, Dukardo Hinestrosa, Pedro Alcántara, Álvaro Medina, Álvaro
Barrios, Rafael Vega-Jácome, Dora Franco, Pedro Blas Julio Romero,
Malmgren Restrepo, Fernando Lalinde, David Bonells Rovira, Fanny
Buitrago, Michael Smith:
Como ven, quedamos 18, contándome y contando fieles y apóstatas.
Y han desaparecido 31 nadaístas y nadaísmos, pues hubo tantos
nadaísmos cuantos nadaístas fuimos:
Gonzalo Arango, Amílcar Osorio, Darío Lemos, Alberto Escobar Ángel,
Humberto Navarro “Cachifo”, Jaime Espinel “Barquillo”, Guillermo
Trujillo, el “Negro” Billy, Luis Darío González “La marquesa”, Elkin
Gómez, Mario Rivero, Rosa Girasol, Dina Merlini, Raquel Jodorowsky,
Rubiela Cadavid, José Rafael Arango, Verano Brisas, Alfredo Sánchez,
Diego León Giraldo, Augusto Hoyos, Alberto Rodríguez “El nadaísta de
Cartago”, Elmo Valencia “El monje loco”, Jaime Jaramillo Escobar
“X-504”, Norman Mejía, Mario Escobar Ortiz, Luis Ernesto Luna,
Aníbal Tobón, Samuel Ceballos, Enrique Calle “Kat”, Luis Ernesto
Valencia,
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María de las Estrellas.
Esta niña prodigio, cuando me
vio llegar a casa apesadumbrado porque “Los Enterradores” del nadaísmo lo
incineraron a las puertas del Cementerio central, me consoló con este poemilla:
“Tranquilo papacito, que en la próxima encarnación van a ver otros nadaísmos más
bellos. ¿O qué quería, que una época fuera toda la vida?”
Me dirijo a los vivos, casi todos bordeando los 80 siendo yo el mayor -la
mayoría aquejados por males corpóreos empero ninguno de mente-,
para plantearles la elaboración de un postrero documento común, como tantos
manufacturamos en tiempos huidos, que explique nuestro paso por este mundo
montados en la tan estática bicicleta de nuestro movimiento social.
No sería en forma de entrevistas sino que cada cual se explaye en lo que
recuerde y proyecte: quien era y quién es ahora, qué hizo el nadaísmo por él y
él por el nadaismo, qué de raro le pasó en el proceso, si ha cambiado su
pensamiento o actitud de los primeros tiempos a ahora, cómo veía el nadaísmo de
ayer y cómo el de hoy, qué tanto se aportó a la revolución predicada, si marcará
algo en la historia, cómo fue su relación con los complotados, et cétera.
El libro se llamaría El fin del Nadaísmo, no implicando la cesación de su labor
antiséptica en la literatura y el arte, pues hay centenas de nuevos nadaístas
que siguen y seguirán en la lucha, así dijera el último Gonzaloarango ultra
pacifista que “no hay que luchar, ni por la vida”.
Ya se había formulado que “si
el nadaísmo tuviera un fin ya se habría terminado”, que “el nadaísmo es la cosa
más eterna de este ciclo”, que “la eternidad tiene tiempo de esperarnos”, que
“el nadaísmo podrá morir, pero sus gusanos serán inmortales”.
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Y desde el primer manifiesto: “¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde
el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento de un
destino”. Y llegamos.
Debemos dejar clara nuestra hoja de ruta, por más libros que hayamos, para bien
o para mal, parido.
Debemos ir previendo el “Hasta tanto nos viniese la muerte a envolver con su
nube sombría”, como acabo de leer en la hojosa Odisea.
Somos cada uno una milmillonésima parte del globo viviente y aun así somos
quienes damos testimonio de vida al planeta rugiente.
Creo que fuimos discípulos de un adelantado que llamaron “profeta” por broma, y
trató de imitar el montaje de otro “enviado” a este mundo a crear otro mundo,
proponiendo como un hippie el amor y la paz. Y a pesar de nuestra falta de fe le
creímos y nos creyeron.
Tal vez no cambiamos el mundo, pero cambiamos de mundo para sentirnos más a tono
sin lograrlo del todo. Debimos hacerle caso a Bretón, quien nos había dejado
dicho que “debemos comportarnos como si estuviéramos realmente en el mundo”.
De derechos de autor hablaremos con el editor. Quedo pendiente de vuestra
respuesta, ojalá temprana.
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