El nadaísmo en la ciudad del libro

Por: Jotamario Arbeláez

Llega la Feria con su alegría, con su parranda y animación.

Corren los editores con sus cargamentos de libros, corren los libreros a desplegar sus alhajas, corren los autores a estar cerca de ellos, corren los lectores a ver qué novedades se les presenta,

los invitados de honor que en este caso seremos nosotros mismos, y los del exterior que son bienvenidos,

llegan familias enteras, los niños con sus colegios, los bibliómanos redomados, los husmeadores de tesoros ocultos, los coctelómanos profesionales, los amigos que se dejaron de ver todo el año y se abrazan por los pasillos.

No me he perdido una sola Feria del Libro de Bogotá, y ya vamos por la 32.

Otra de la razones porque los libros que escalan las paredes de mi casa ya alcanzan los 7 mil.

De vez en cuando he presentado algún título escrito por mí, y algunos escritos por otros. Pero en esta ocasión voy a desquitarme. Ya no le voy a dar más pasto a mi colegaje.

Como son escasas las secciones de comentarios de libros en los medios, o uno no clasifica para su atención, voy a permitirme hacerme la promoción. Por algo he sido siempre un singular escritor graduado en la primera persona.
 

Estoy en los 78 cumplidos y voy a todo tren con Los días contados, una obra en marcha en 12 volúmenes donde figurará todo lo que me tocó ver y vivir, oír y callar, sentir y

Y busco editor para Cucos para la librera, lúbrico poemario bastante cuco, compuesto por 14 estancias y 14 estampas del pintor Hernán Darío Correa.

Eafit, que dirige Claudia Ivonne Giraldo, ofrece la gama más amplia de la literatura del nadaísmo.

Allí está X se escribe con J, mi correspondencia con Jaime Jaramillo Escobar, el monstruo poético del movimiento, que comenzó firmándose X-504.

Y compartiendo honores los libros de Gonzalo Arango Obra negra, Sexo y saxofón, Memorias de un presidiario nadaísta, Cartas a Julieta y Cartas a Aguirre; de Jaime Jaramillo Escobar Poemas de la ofensa; de Amílcar Osorio La ejecución de la estatua; de Eduardo Escobar Fuga canónica y Cabos sueltos; de Jaime Espinel Agua de luto; de Humberto Navarro El amor en grupo; de Armando Romero La raíz de las bestias y De noche el sol, y está en camino la Antología del Nadaísmo.

Más la casi totalidad de la obra del maestro de nuestra generación, el filósofo y “Brujo de Otraparte” Fernando González.

Ah! y no olvidemos la de Humberto De la Calle Revelaciones al final de una guerra, que ese sí pueden encontrarlo por todas partes.

A comprarlo, a leerlo y a difundirlo, a ver si con la definitiva implementación de la paz nos recalentamos para la próxima presidencia de un país dispuesto a borrarse el atávico estigma de la violencia,

así muchos se opongan a ello por inconfesables motivos políticos.

No creo que sea poco el aporte a la prosa y la poesía y hasta a la cruenta política

de aquella gallada de muchachos escandalosos, irreverentes y vagos, a quienes los críticos e izquierdosos no cesaban de inquirirle: “¿Y dónde está la obra?”

Contratiempo, abril 24.19