JEP
reconoció al río Cauca como víctima del conflicto armado
La JEP estuvo en el corregimiento La Balsa, en el municipio de
Buenos Aires (Cauca), realizando una notificación sin precedentes
después de acreditar al río Cauca como víctima del conflicto armado.
Esta decisión, que tiene un enorme valor para las comunidades
indígenas y étnicas de la región que participaron de la diligencia,
instauró un nuevo concepto en la justicia: ‘notificación con
pertinencia natural’.
Aunque la Sala de Reconocimiento de Verdad anunció la acreditación
del río en 2023, en el marco del Caso 05 que investiga la situación
territorial del norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca, en
febrero pasado la notificación de esta decisión se hizo efectiva
frente a las víctimas. Ese día, con actos restaurativos propiciados
por la JEP y que fueron concertados con las comunidades, la
diligencia arrancó con actos de armonización que tuvieron la misma
cadencia y tranquilidad con la que hoy corre el río Cauca.
Durante la diligencia, parecía que la naturaleza entendía y
celebraba la decisión. Tras largos días de intensa sequía, este
viernes, la lluvia dio paso a una emotiva jornada en la que las
víctimas del conflicto se sintieron escuchadas y representadas. Un
primer paso, en el proceso que lidera y acompaña la JEP, para que se
reconstruyan los vínculos que los graves crímenes rompieron entre
las comunidades, pero también de ellas con la naturaleza y el río.
Según expresaron las víctimas durante la diligencia, sanar es el
único camino por donde hoy desean transitar las comunidades. Se
trata de los mismos habitantes de la región que durante años
sufrieron los
vejámenes de la guerra cuando el río, con más de 900 kilómetros de
extensión, desde su nacimiento hasta la desembocadura, dejó de ser
fuente de limpieza, purificación y cómplice de comadreos para los
colombianos de más de 180 municipios que viven a lo largo de su
ribera. La conexión se
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perdió en el momento que el río Cauca
pasó de ser fuente de vida a un instrumento para desaparecer a las víctimas.
Este último hecho, precisamente, fue lo que motivó la decisión de la
Sala de Reconocimiento de Verdad en cabeza del magistrado Raúl Sánchez. De
acuerdo con la evidencia judicial, el río fue utilizado como fosa común. Entre
los años 2000 y 2004 se desplegó una conducta sistemática permitida por la
fuerza pública, y realizada por grupos paramilitares, que consistió en asesinar
personas y arrojarlas al Cauca con la intención de que nunca pudieran ser
encontradas por sus seres queridos.
A medida que la magistratura avanzaba en su lectura de reconocimiento y
notificación al río como víctima del conflicto, el cielo se fue despejando. Una
suave puesta de sol llegó para iluminar la espiritualidad del territorio. El
mismo que llevaba años esperando para empezar a reconciliarse con este afluente
y acercarse a él en búsqueda de sanación, esa que perdieron cuando la violencia
lo contaminó y rompió con las prácticas de pueblos ancestrales indígenas y
afrodescendientes, cuya armonía fluye con el agua del río.
“Los ríos tienen una importancia esencial para las comunidades. En él reciben el
bautismo, es sinónimo de sanación, purificación y limpieza. Lo que queremos en
la JEP es acoger a todos los actores, incluyendo a la naturaleza, y reconocer
que también tiene derechos”, precisó el magistrado auxiliar Carlos
Guillermo Castro, quien hace parte del
equipo que lidera la investigación del Caso 05.
Notificar a las comunidades ribereñas fue darle la bienvenida a una etapa de
reconciliación entre el río y la comunidad. “El río nos enseña con su corriente,
con su cauce, que no hay que dar marcha atrás, que el camino es hacia adelante.
El día que lleguemos a reconocer de manera mayoritaria que la naturaleza tiene
derechos, en ese momento, la humanidad será distinta. El día en que la humanidad
entienda que las montañas nos hablan, los ríos lloran, los bosques nos susurran,
ese día, la humanidad podrá ir dejando la guerra”, agregó el magistrado Carlos.
Los tambores, las flores, los cantos, ofrendas y representaciones folclóricas
hicieron parte de las manifestaciones simbólicas con las que las comunidades
abrazaron esta notificación con pertinencia natural. “El río Cauca representa la
sangre en nuestras venas (...). Aquí bautizamos a nuestros familiares, aquí
viven nuestros pescadores. El río Cauca nos ha quitado |
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seres queridos, pero también nos ha
brindado dicha y tranquilidad. Para nosotros es un gran triunfo que la
naturaleza sea considerada como víctima porque lleva a otros elementos que nos
ayudan a salvaguardar nuestro territorio”, destacó Deyanira Peña Carabalí,
representante del Consejo Comunitario Cuenca del Río Cauca.
En esta notificación participaron los representantes de las comunidades
ancestrales, negras e indígenas de los departamentos del Cauca y Valle del
Cauca, representantes de mesas municipales de víctimas y autoridades
territoriales, así como la Guardia Cimarrona y la Procuraduría delegada ante la
JEP.
Un recorrido de reconciliación
Ancestralmente, el medio de transporte de las comunidades negras ribereñas ha
sido las balsas y las canoas, usadas para vender sus productos agrícolas en Cali
con el fin de conseguir el sustento de sus familias.
Como acto simbólico de cierre de esta notificación con pertinencia natural, las
comunidades ancestrales, negras e indígenas, junto a la JEP, recorrieron en
canoas un tramo del río Cauca. Las canoas representan la resiliencia, en ellas
los pobladores han recorrido distintos momentos de su historia. “Nos han visto
reír, llorar, despedir a nuestros seres queridos, luchar y seguir de pie”,
expresó Clemente Lucumí, representante del Consejo Comunitario Cuenca Río Timba
Marilópez.
En tres canoas, la JEP recorrió con la comunidad algunos sitios donde la guerra
dejó huella: la Curva del Muerto, lugar donde los paramilitares lanzaban los
cuerpos de las personas que asesinaban; y, la Playa de la isla, en la que
algunas personas también fueron arrojadas al río. En este recorrido, las
ofrendas con pétalos de rosas y cantos recitados se convirtieron en el acto
simbólico y restaurativo que marca el fin de una historia marchitada para
transitar hacia la reconciliación. |