Reporte Bio: radiografía del estado de
la biodiversidad en Colombia
El estudio publicado por el Instituto Humboldt da cuenta del estado
del medio ambiente y los recursos renovables del país
¿Cuáles serán las coberturas más transformadas de la Orinoquia a
2030? ¿Cuántas especies de plantas ubicadas en núcleos de
deforestación sobrevivirán al cambio climático? ¿Cuál es la
representatividad del bosque seco tropical en el sistema nacional de
áreas protegidas? Estos y otros datos se encuentran en el más
reciente Reporte Bio.
La publicación del Instituto Humboldt, Biodiversidad: umbrales de
transformación, también ofrece herramientas útiles para el diseño de
estrategias de conservación y restauración, uso sostenible de los
recursos y protección de los servicios ecosistémicos. El Reporte,
además, incluye estudios de caso y exploraciones a diferentes
escalas sobre temas como refugios climáticos, el uso del suelo en la
Orinoquia, especies amenazadas, huella espacial humana, gestión
territorial y áreas protegidas, entre otros.
Señala que la distribución original del bosque seco tropical ocupaba
cerca del 10 % del
área terrestre nacional. Sin embargo, en la
actualidad, lo que queda de este ecosistema (sus remanentes), en
diferentes grados de naturalidad, apenas alcanza el 1 %.
Agrega que el bosque seco tropical es uno de los ecosistemas más
amenazados en Colombia y el mundo. En
|
|
nuestro territorio, este bosque
alberga 95 especies de mamíferos, equivalentes al 18 % de la mastofauna
nacional.
“Los mamíferos conforman un grupo de organismos con más de 150 millones de años
de historia evolutiva. En Colombia, su aparición se remonta al Oligoceno
superior. La diversidad conocida en el país asciende a 543 especies”.
Entre las especies de mamíferos que habitan el bosque seco tropical, una
especie, conocida comúnmente como mono araña o marimonda del Magdalena (Ateles
hybridus), se encuentra en Peligro Crítico (CR) según la IUCN. Otras cuatro
especies están clasificadas como Vulnerable (VU): el oso hormiguero gigante u
oso palmero (Myrmecophaga tridactyla), el maicero capuchino o mono cariblanco (Cebus
capucinus), el mico de noche caribeño (Aotus griseimembra) y el mico de noche
andino o marteja (Aotus lemurinus); y tres como Casi Amenazadas (NT): el
tigrillo o margay (Leopardus wiedii), el jaguar (Panthera onca) y el lobito de
río o nutria neotropical (Lontra longicaudis).
“Aunque en los últimos años en el país se han declarado más áreas protegidas
que en cualquier otro momento, su aporte a la representatividad de ecosistemas
es cada vez más limitado. Al principio del Sistema Nacional de Áreas Protegidas
(Sinap), en la década de 1930, cada hectárea creada como área protegida
representaba más de 100 ha de los diferentes tipos de ecosistemas. Hoy, cada
hectárea creada representa apenas 2 o 3 ha. Es decir, menos variedad de
ecosistemas se ve incluida en estas
áreas”, indica.
Explica que el 67 % del territorio continental se encuentra en relativa
condición de naturalidad. Considerar áreas silvestres en otras categorías de
ordenamiento y preservación (no solo áreas protegidas) aseguraría el
cumplimiento de la meta del 30 % del territorio preservado a 2030.
Las áreas silvestres constituyen dos terceras partes del territorio continental
y solo el 21,3 % de ellas está declarado como área protegida.
“La creación de áreas protegidas debe asegurar la conectividad entre este tipo
de áreas mediante el diseño integral de paisajes multifuncionales, incluso
en contextos productivos y transformados
donde la restauración y el uso sostenible se
|
|
definen como
principales herramientas de manejo”, dice.
Escenarios proyectados a 2030 sugieren
que habrá una transformación adicional de 537 000 ha de bosques y 820 000 ha de
sabanas hacia usos productivos en la Orinoquia, principalmente en el piedemonte
y en las sabanas inundables. Esto hace necesario evaluar posibles medidas y
políticas de ordenamiento productivo en la región.
La región de la Orinoquia ha sido priorizada por gobiernos recientes y el
sector privado como la nueva frontera para el desarrollo agroindustrial. En las
últimas décadas, los pastos exóticos, las plantaciones forestales (palma
africana, caucho, marañón, etc.) y otros cultivos como arroz y soya han crecido
de forma acelerada; y se espera que esta tendencia continúe y se intensifique.
Al menos 594 especies de plantas con flor fueron impactadas por la
deforestación hasta el 2018. Los núcleos que representan las mayores pérdidas se
encuentran en la Amazonia (304-367 especies), el Pacífico (189-367 especies) y
los Andes en el norte de Antioquia (321 especies).
Un estudio de la distribución de 594 especies de plantas con flor ubicadas en
núcleos de deforestación reveló que tres especies han perdido más del 50 % de su
distribución geográfica, mientras que la gran mayoría han perdido entre el 14 y
49 %.
En Colombia, se espera que el cambio climático tenga efectos significativos
sobre la diversidad de plantas, produciendo desplazamientos altitudinales y
extinciones locales, lo que podría resultar en la pérdida de servicios
ecosistémicos.
Colombia alberga más de 31 000 especies de plantas catalogadas (aproximadamente
el 11 % de la diversidad global), de las cuales 6000 son consideradas plantas
útiles. Identificar los refugios climáticos de estas especies es vital para su
conservación.
|