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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.261-841

Fecha: Jueves 16-05-2024

 

CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica

 

Nirvana:
Alcanzando la Paz Interior en el Budhismo

 

¿Sufrimiento interminable o paz eterna?-- El budhismo ofrece una respuesta clara a esta pregunta fundamental: el Nirvana, un estado de completa liberación del sufrimiento y el ciclo de renacimientos (samsara).

Lejos de ser un paraíso celestial, el Nirvana es un estado de profunda sabiduría y compasión, donde se extinguen las ilusiones y apegos que causan dolor. Se alcanza a través del Noble Óctuple Sendero , un camino de transformación personal que abarca la ética, la meditación y la sabiduría.

 

¿Cómo se logra este estado?

• Comprensión de las Cuatro Nobles Verdades: El primer paso es reconocer la naturaleza del sufrimiento, su causa, el cese del sufrimiento y el camino que conduce a ese cese.

 

• Desarrollo de la moralidad: Se cultiva la ética absteniéndose de acciones dañinas y practicando acciones positivas.

• Dominio de la mente: A través de la meditación,se aprende a calmar la mente,controlar los pensamientos y emociones,y alcanzar la concentración profunda.

• Sabiduria: Se desarrolla la comprensión de la verdadera naturaleza de la realidad,liberándose de la ignorancia y las ilusiones.

Nirvana no es un destino final, sino un proceso continuo de crecimiento y transformación.

Es la liberación del"yo"ilusorio,la comprensión de la interconexión de todas las cosas y la experiencia de la paz interior absoluta.

Un estado de felicidad plena y duradera, libre de las ataduras del sufrimiento.

El Nirvana, es un concepto central del Budhismo, representa el estado supremo de paz y liberación del sufrimiento. Se trata de un estado trascendental donde se extinguen los deseos mundanos y el ciclo de renacimientos (samsara), conduciendo a

 

 

 

una felicidad plena y duradera.

 

Si bien el Nirvana es un estado elevado, sus principios pueden aplicarse a la vida diaria. Al cultivar la compasión, la sabiduría y la atención plena, podemos comenzar a experimentar mayor paz interior y liberarnos del sufrimiento.

 

El Nirvana no es una recompensa distante, sino un estado de transformación que se desarrolla gradualmente en la práctica del Budhismo. Es una invitación a vivir una vida más consciente, compasiva y plena, libre de las ataduras del sufrimiento.

El Nirvana no es un concepto abstracto, sino una experiencia real y accesible a todos. A través de la dedicación a la práctica budhista, cualquier persona puede cultivar las cualidades necesarias para alcanzarlo y transformar su vida por completo.

Si tienes alguna inquietud o comentario, no dudes en ponerte en contacto conmigo al correo electrónico gongparabsel@gmail.com o al WhatsApp +57 314 623 83 08.

 

Colombia: banalidad del mal

Por: Guillermo Navarrete Hernandez

 

“…Ser realmente radical es hacer posible la esperanza en vez de convencer a la desesperación”. (Raymond Williams)

 

La banalidad del mal, una expresión expuesta por Hannah Arendt en su libro la Condición Humana, publicado por primera vez en 1958. Esta influyente filósofa, quien nació el 14 de octubre de 1906 y falleció el 4 de diciembre de 1975, luego de acompañar y narrar por petición de la revista New Yorker, los detalles del juicio realizado por Israel en 1962 a Adolf Eichman, un criminal de guerra Nazi que coordinó la logística para la deportación y el transporte de miles de judíos hacia los campos de concentración, llegó a la conclusión de que personas como este señor, gracias a la alineación con un régimen o sistema y por ser parte de un aparato burocrático, podrían cometer conductas a la dignidad humana sin sentir culpa y dolor, por cuanto su actuar responde al cumplimiento de órdenes.

Álvaro Gómez Hurtado, asesinado, a mi juicio, por un complot hilado por actores de diferente pelambre interesados en acallar una voz que venía denunciando hechos repudiables cometidos por sectores de poder, usaba la palabra régimen para referirse a actores invisibles que se valen de hilos invisibles para lograr sus objetivos por medio de operadores estatales y no estatales. La violencia y la corrupción, dos de esas formas naturalizadas por la

 
 

 

sociedad colombiana.

 

En una clase de gobernabilidad y gobernanza de Maestría un docente al querer auscultar participativamente acerca del concepto de institución y luego de un amplio debate, terminó por lanzar el interrogante, dada su aceptación ya no soterrada y la forma de implementación, si la corrupción no es en nuestra patria una institución. Tremenda reflexión.

 

Frente al reciente escándalo de los carrotanques para llevar agua a los sectores más vulnerables del departamento de La Guajira, hecho magnificado, con razón, por los diferentes medios de comunicación, y ante el cual nos rasgamos las vestiduras. Pero cuántas veces y ante tantos hechos, la misma actitud, hasta que, como me lo manifestaba una compañera de trabajo, otro hecho de más relevancia sucede. Al respecto, debo acordarme de un connotado dirigente político regional, quien, al amparo de un tinto, señalaba que finalmente un escándalo se tapa con otro escándalo. Pragmática manera de pensar de alguien que conoce al “régimen” y a la clase política.

 

Y es que tampoco se nos puede olvidar que hace 4 años, muchos, muchísimos jóvenes y ciudadanía en general, salieron a las calles a protestar por la ignominia de pretender introducir una reforma tributaria que tenía el propósito de seguir privilegiando a unos pocos en detrimento de la mayoría de los colombianos, de un gobierno despótico que se suponía estaba al servicio de unos intereses mezquinos, además de los $70 mil millones destinados a ofrecer internet a los sitios más pobres y apartados de la “Colombia Profunda” de la que muchos hablan en público pero pocos se avergüenzan en privado. Como no recordar los 6.402 jóvenes inocentes asesinados por las armas de fuego destinadas a la protección de los ciudadanos y de las 10 millones de víctimas que no cesan por el horror de la confrontación provocada por seres ególatras. Finalmente son pobres contra pobres, campesinos contra campesinos, población vulnerable contra población vulnerable, porque los máximos responsables se valen de cualquier medio para pasar impunes.

Al escuchar las declaraciones de los protagonistas del más reciente vergonzoso hecho, en el que manifiestan que allí fueron colocados para “hacer caso”, corresponde a la viva manifestación de banalidad del mal al hacer parte de un aparato burocrático con procedimientos orientados a colmar los intereses de unos codiciosos seres, sin importar que se revictimice cuantas veces sea necesario a los más débiles por su propia condición. Esa es la punta del iceberg de un mal estructural que con complicidad silenciosa e hipócrita no hemos sido capaces de resolver por la vía democrática. Mientras, el oportunismo, la ridícula discursería y la vanagloria, son el pan de cada día.

 

 

 

 

  

 

 

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