Pereira, Colombia - Edición: 13.285-865

Fecha: Jueves 27-06-2024

 

 TECNOLOGÍA

 

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La hipótesis que unía los agujeros negros con la materia oscura recibe un duro golpe




Un estudio que abarca dos décadas de observaciones de galaxias vecinas de la Vía Láctea ha cuestionado una de las hipótesis más innovadoras sobre la naturaleza de la materia oscura. Los últimos trabajos publicados en Astrophysical Journal Supplement Series y Nature aportan evidencia en contra de la idea de que la materia oscura y los agujeros negros más antiguos sean dos caras de la misma moneda.

El enigma de la materia oscura

En las últimas décadas, los astrofísicos han concluido que existe más masa en el universo conocido de la que podemos ver. El movimiento, la gravedad y la integridad estructural de las galaxias no pueden explicarse solo con los cuerpos visibles que albergan. Para resolver este enigma, propusieron la existencia de una clase de materia no compuesta por partículas conocidas, indiferente a la radiación electromagnética pero con influencia gravitacional: la materia oscura.

Los cálculos sugieren que el 70% de la materia total del universo pertenece a la categoría ‘oscura’, mientras que el 30% restante corresponde a partículas rastreables. Más allá de la incógnita sobre su composición, una de las preguntas clave en torno a la teoría de la materia oscura es su ubicación. Aunque los científicos afirman que está “en todas partes”, aceptan que podría encontrarse en forma de nebulosas, con regiones de mayor proporción o condensada en puntos específicos.

Una hipótesis atractiva

En los últimos años, ha resonado una interpretación según la cual las partículas de materia oscura no estarían en forma de nubes o partículas flotantes, sino contenidas en agujeros negros. La composición al interior de estos fenómenos gravitacionales sigue siendo un área desconocida. Un modelo propuesto por la Universidad de Yale, la Universidad de Miami y la Agencia Espacial Europea sugiere que toda la materia oscura está organizada dentro de una clase especial de agujeros negros que surgieron poco después del Big Bang.

Estos objetos no serían estructuras colosales y únicas como el agujero negro Sagitario A* en el centro de la Vía Láctea, sino comunes, con una masa equivalente a 1.4 veces la del
 

 

 

Sol. Bajo esta perspectiva, no sería necesario pensar en la materia oscura dispersa como una capa que permea las galaxias, sino como “cápsulas” distribuidas desde el principio de todo.

La búsqueda de agujeros negros primordiales

La existencia de los agujeros negros primordiales se propuso en la década de 1950, pero solo con la llegada de los detectores de ondas gravitacionales fue posible comenzar a buscarlos. Estos instrumentos detectan perturbaciones en el tejido espacio-tiempo causadas por eventos cósmicos extremadamente violentos, como la colisión de agujeros negros. Estas perturbaciones se llaman ondas gravitacionales, análogas a las ondas en un lago al arrojar una piedra.

Análisis recientes de ondas gravitacionales han revelado una población de agujeros negros que no se comporta como los detectados por otros métodos en la Vía Láctea. Una posible explicación es que estos agujeros negros son primordiales y están compuestos de materia oscura.

La Vía Láctea y los agujeros negros de materia oscura

Si los agujeros negros primordiales y la materia oscura son lo mismo, entonces la Vía Láctea debería albergar muchos de ellos en su halo. Afortunadamente, los científicos han encontrado una forma sencilla de detectar cuerpos muy densos e invisibles en el espacio: las lentes y microlentes gravitacionales.

En el espacio, la luz sigue una línea recta, pero los objetos masivos curvan el espacio y la trayectoria de la luz. Estos objetos, entre más masivos, más evidente es su influencia, actúan como “lupas” en el espacio que ayudan a ver cuerpos que, de otra forma, no serían visibles. Para resumir: un objeto masivo curva el paso de la luz y si detectamos la luz de un objeto que ha sido curvada, podemos inferir que estamos viendo bajo los efectos de alguna lente gravitacional. No es necesario que la lente sea visible o emita luz, solo que tenga masa, por lo que tanto agujeros negros como cúmulos de materia oscura pueden servir como lentes de gravedad.



Cuando la desviación de la luz la produce un cuerpo de escala galáctica, estamos ante una lente; si lo produce una estrella, planeta o agujero negro menor, estamos ante un microlente.

Observaciones de microlentes gravitacionales

Científicos del Observatorio Astronómico de

 

 

 

la  Universidad de Varsovia estudiaron dos décadas de observaciones a 80 millones de estrellas para determinar si existían microlentes gravitacionales causadas por los supuestos agujeros negros primordiales en la Vía Láctea. Como referencia, consideraron la luz proveniente de la Gran Nube de Magallanes.

La luz revela la ausencia de agujeros negros primordiales

El equipo partió del escenario hipotético de
agujeros negros de materia oscura con una masa de 10 masas solares. Si toda la materia oscura de la Vía Láctea estuviera contenida en estas estructuras, deberían haberse producido al menos 258 eventos de microlente derivados de la luz de 80 millones de estrellas. Sin embargo, durante 20 años de observaciones, solo se registraron 13 eventos de esa naturaleza. Además, todos ellos pueden explicarse mediante poblaciones de estrellas ya conocidas.

Los resultados no descartan la existencia de agujeros negros primordiales, pero estiman que no podrían contener más del 10% de la materia oscura de la Vía Láctea. Estos datos son valiosos para la astronomía, pues representan uno de los estudios más extensos sobre esta nueva interpretación del modelo universal. Sin embargo, según estas publicaciones, la materia oscura se encuentra en otro lugar.

Implicaciones y futuro de la investigación



La hipótesis de que los agujeros negros primordiales constituyen la materia oscura ha sido una de las ideas más creativas y provocativas en la astrofísica moderna. Su refutación parcial no solo obliga a los científicos a reconsiderar las teorías existentes, sino también a explorar nuevas formas de investigar la materia oscura. Este resultado subraya la importancia de las observaciones a largo plazo y de la recopilación de datos extensivos para poner a prueba hipótesis cosmológicas.

La búsqueda de materia oscura continúa siendo uno de los mayores desafíos en la física moderna. Aunque los agujeros negros primordiales parecen no ser la respuesta, cada estudio y cada nueva observación nos acercan un paso más a comprender la naturaleza de esta enigmática sustancia. Con tecnologías avanzadas y colaboración internacional, los científicos siguen explorando el cosmos, esperando encontrar las claves que revelen uno de los mayores misterios del universo.

 

  

 

 

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