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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.315-895

Fecha: Domingo 18-08-2024

 

CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica

 

Los frutos amargos de la mala acción:
una reflexión sobre el Upadesha 69 del Dhammapada

 

Upadesha 69 - Los frutos amargos de la mala acción

“La mala acción puede parecer dulce al necio, pero la reacción trae dolor y los frutos amargos deben ser comidos por él.”
Budha

En el Upadesha 69 del Dhammapada, el Budha nos advierte sobre los peligros de la mala acción. A primera vista, la mala acción puede parecer atractiva, incluso dulce, para el necio. Sin embargo, esta falsa dulzura es solo temporal. La realidad es que la mala acción siempre trae consigo consecuencias negativas, como el dolor y el sufrimiento.

El Budha nos enseña que las acciones tienen consecuencias. No podemos actuar de forma negativa y esperar que no haya repercusiones. La ley de causa y efecto, también conocida como karma, es una ley universal que se aplica a todos los seres.

Las semillas de la mala acción

Cuando realizamos una mala acción, estamos plantando una semilla en nuestro interior. Esta semilla crecerá y dará frutos amargos que tendremos que cosechar tarde o temprano. Estos frutos pueden ser en forma de dolor físico, emocional o mental.

El dolor del arrepentimiento

Además del dolor que la mala acción puede causar a otros, también nos causa dolor a nosotros mismos. Sentimos remordimiento, culpa y vergüenza por nuestras acciones. Este dolor puede ser incluso más intenso que el dolor físico.

La pérdida de la paz interior

La mala acción también nos roba la paz interior. Cuando actuamos de forma negativa, nuestra mente se llena de

pensamientos negativos como la ira, la codicia y el odio. Estos pensamientos nos impiden vivir en paz y armonía con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.

 

El camino hacia la felicidad

La buena noticia es que podemos evitar los  frutos amargos de la mala acción si elegimos actuar de forma correcta. El Budha nos enseña que la felicidad solo se puede alcanzar a través del camino del bien.

 

Cuando actuamos con bondad, compasión y generosidad, estamos plantando semillas de felicidad que darán frutos dulces en el futuro.

 

El Upadesha 69 del Dhammapada es una poderosa enseñanza que nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones. Nos recuerda que la mala acción siempre trae consigo dolor y sufrimiento, mientras que la buena acción conduce a la felicidad y la paz interior.

 

En este mundo lleno de incertidumbre, el Budhismo nos ofrece una guía clara paravivir una vida con sentido y propósito. Siguiendo las enseñanzas del Budha, podemos evitar los frutos amargos de la
 

   

mala acción y cultivar la felicidad y la paz interior en nuestro corazón.

 

Si tienes alguna inquietud o comentario, no dudes en ponerte en contacto conmigo al correo electrónico gongparabsel@gmail.com o al WhatsApp +57 314 623 83 08.

 

"El Café que Tomamos los Colombianos: Una Amarga Realidad en el Eje Cafetero"

 

 

Gabriel Barrera Rojas


Pereira, una ciudad ubicada en el corazón del Eje Cafetero colombiano, debería ser un paraíso para los amantes del buen café. Sin embargo, lo que muchos de nosotros experimentamos en las cafeterías locales dista mucho de ser un placer. En lugar de saborear un café de alta calidad, nos encontramos con una triste realidad: café quemado, pasilla de baja calidad, y lo que algunos llaman "café químico", el granulado, que no es más que una sombra pálida del verdadero café.

Desde hace años, he sido testigo de cómo en muchas cafeterías de Pereira sirven un café que apenas cumple con los estándares más básicos. La calidad es tan baja que, si uno no pide específicamente un café de greca (que, en muchos casos, también deja mucho que desear), te sirven café granulado que, para mí, no tiene ni sabor ni aroma; solo un color que pretende imitar al verdadero café. ¿Cómo es posible que en el epicentro de la producción cafetera se sirva un producto tan deficiente?

Lo que muchos no saben es que, en el proceso de producción, algunos productores mezclan el café con panela durante el tueste para enmascarar las impurezas y mejorar el color. Pero esto solo añade un nivel de engaño a lo que ya es un problema grave: los granos de café que llegan a nuestras tazas están llenos de impurezas, quemados a tal grado que el sabor amargo es casi insoportable. Y, por si fuera poco, ahora nos enfrentamos a la proliferación del café granulado, un producto que para mí no tiene lugar en un país cafetero.

Lo más indignante es que, a pesar de la baja calidad del café que se sirve, los precios son exorbitantes. Hay cafeterías en Pereira que cobran por una taza de café más de lo que cuesta un litro de gasolina, y, sin embargo, lo que te sirven es agua sucia pasada por unas gotas de café. Es un insulto para aquellos de nosotros que trabajamos duro y que, en su día a día, no pueden permitirse el lujo de un buen café.

Es desconcertante pensar que el mejor café colombiano que he probado no lo encontré en mi propio país, sino en las Islas Canarias y en Londres, a un precio asequible para cualquier persona. En Colombia, sin embargo, para disfrutar de un café decente hay que hacer malabares con el presupuesto. Es una paradoja que en el país productor de uno de los mejores cafés del mundo, los consumidores locales tengan que conformarse con café de baja calidad.

¿Qué ha pasado con el orgullo de nuestra producción cafetera? ¿Por qué el café de
alta calidad está reservado casi exclusivamente para la exportación? Es hora de que los cafeteros y las cafeterías de Colombia reevalúen su oferta y comiencen a servir el café que realmente representa la grandeza de nuestra tierra.

Es inaceptable que en la región cafetera se sirva el peor café del mundo. Debemos

 

 

exigir un cambio, no solo por nuestro derecho a disfrutar de un buen café, sino también por el respeto que merecen nuestros caficultores, quienes trabajan arduamente para producir uno de los productos más emblemáticos de Colombia. Tomemos conciencia de lo que estamos consumiendo y demandemos la calidad que merecemos. El café colombiano es mucho más que un producto de exportación; es un símbolo de nuestra identidad.

 

DE AQUÍ Y DE ALLÁ

 


Por: Otoniel Parra Arias
alfanoticias.opar@gmail.com


EL PAIS DE LA BELLEZA QUE PREGONAN LOS SORDOS ANTE EL ACCIONAR DE LAS AMETRALLADORAS


¿Qué decir de la actitud del señor presidente Petro ante la aparición casi que sucesiva de fenómenos violentos que parecerían dislocar sus más encendidos y poéticos discursos respecto a una paz total, el país de la belleza y Colombia como el paraíso ideal que estuvo oculto durante tantas décadas ante los ojos de un mundo sumido en las tinieblas?

 



¿Será esa república ideal de Platón digna de ser recorrida en hermandad extranjera por sus inmensos ríos, planicies y laderas ubérrimas sin que los alelados e ilustres visitantes no caigan en las redes de los retenes guerrilleros con el potencial peligro de perder sus vidas?

¿Será que la vicepresidenta, Márquez se atreverá a invitar a los augustos ingleses, Meghan Merkel y el príncipe Harry, al parecer en uso de buen retiro a un tour de ensueño por las cristalinas aguas del río San Juan en el Chocó?

¿Lo permitirían los guerrilleros siempre y cuando porten el respectivo carné revolucionario pertinentemente tramitado ante la mesa de negociaciones o correrán el riesgo de circular en chalupa voladora muy orondos fingiendo que hay completa libertad y seguridad en estos territorios indómitos?

Preguntas sin respuesta como el porqué del silencio pétreo de visita en el martirizado Chocó ante la muerte de niños y señoras en embarazo que no pudieron recibir atención médica oportuna debido al paro armado orquestado por los violentos. Preguntas desde el anonimato de un país encadenado a la misma violencia de los últimos cincuenta años.

Perdidos en la inmensidad histórica de los falsos promeseros con agenda privada muy suculenta para ellos, sus seres queridos y sus amigotes que se calientan en las noches muy frías, avivando el fuego con los mamotretos de sus discursos kilométricos y las teorías enciclopédicas de la izquierda y la derecha. Mientras tanto el retumbar de las ametralladoras maldespierta cada día a los compatriotas víctimas del fragor de esta vorágine.
 

 

 

 

  

 

 

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