Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.317-897

Fecha: Jueves 22-08-2024

 

EDITORIAL

 

Todos contra todos


Los ricos roban a los pobres y los pobres entre ellos. Cómica situación en donde el acontecimiento de ser pobre coloca al ciudadano al filo de la existencia en Colombia.

Constantemente se habla de cómo los ricos usurpan, explotan y se aprovechan de aquellos con menos recursos. Pero, esto es la menor de las preocupaciones, de cierto modo, ya que sus robos son tan limpios que simplemente el colombiano promedio no logra saber dónde fue que lo robaron.

Por otro lado se encuentra el robo entre personas de bajos recursos, de hecho parece ser que el primer gran muro que es necesario dominar el en camino de los pequeños empresarios, es impedir que otros se aprovechen de su situación de crecimiento y terminan robando el producto de su trabajo, en otras palabras, los más acaudalados no tienen que preocuparse que los de menos recursos logren llegar a ser grandes competencias, ya que entre los pequeños exponentes se sabotean, esto siempre y cuando sea entre pequeños comerciantes, ya que de no ser un comerciante con cierto ideal del capitalismo salvaje, sera un amigo de lo ajeno, de trabajo fácil que estará dispuesto a robar cada centavo de cualquier persona por el simple hecho de que ellos deben de sobrevivir.

Es en este juego en donde el colombiano vive en un constante terror, si consigo me roban, si juego limpio pierdo, y si llego al éxito los impuestos me tragan vivo, entonces nace el colombiano que se acomoda en una comodidad estable, una comodidad que como mínimo le permitirá tener tranquilidad. Esto en uno o dos casos será normal, pero cuando una gran mayoría adquiere este pensamiento crea un gran problema para una sociedad que debe crecer económicamente, ya que aquellos que quedan y obtienen el éxito talvez y solo tal vez han decidido dejar de jugar con las consignas de una economia limpia, permitiendo de esta manera jugar de manera amañada, dando luz verde a los males que han acompañado a Colombia durante mucho tiempo.
 

 

 

 ¿A dónde van nuestros impuestos?

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

Esta práctica milenaria que han impuesto los soberanos a sus súbditos y hoy en día el Estrado que va de la mano de los políticos, nos comprime y nos hace vomitar nuestras viseras para que el establecimiento sobreviva.

En el mundo primitivo siempre ha sido normal esta práctica gubernamental. Y para todos es lógico que esto se haga sin ningún cuestionamiento y sin un raciocinio sobre dónde irán esos dineros que recibe el Estado.

Las sociedades han evolucionado genéticamente y lo que antes era una práctica normal hoy es un hecho cuestionable, porque esos dineros salen del esfuerzo de millones de seres que trabajan y pagan impuestos y no reciben nada a cambio.

Nuestra sociedad se siente acorralada por la cascada de impuestos que le vienen imponiendo en nuestros días los políticos al pueblo. Esto hace que el crimen aumente y la corrupción se afinque en las instituciones de Estado y esta simbiosis impida que las ciudades crezcan saludables.

Los impuestos que recibe el Estado diariamente, son fortunas que desaparecen sin que nadie se entere a dónde fue a parar esas contribuciones. De ese erario sólo una mínima parte llega a los sitios que realmente deberían recibir esos dineros.

La ignorancia del pueblo es la base para que crezcan estas situaciones y nunca ellos reciban lo que les pertenece y por lo que han pagado.

La salud pública es una de las infraestructuras donde deben ir esas contribuciones, pero solo llega gota a gota unos dineros para que sobrevivan y la gente gravite como si ellos fueran los culpables de lo que está pasando. Si la salud falla, el sistema se desploma y eso es lo que está pasando cuando se desvía lo recaudado.

La medicina privada es uno de los más grandes negocios porque ella vive de millones de pacientes que pagan de sus bolsillos los costos de la atención médica. A su vez nacen hacen simbiosis con las aseguradoras para que todo funcione en beneficio de ellos y no de los pacientes.

Es una obligación del establecimiento velar por la salud del pueblo, porque ese pueblo es el que sostiene el establecimiento y mantiene la economía en movimiento. El pueblo paga para que todos los servicios básicos sean cubiertos con el pago de sus impuestos y no para sostener una burocracia del Estado que le paga a miles de empleados con sueldos como prestación por haber apoyado al candidato en la campaña electoral.

Si la sociedad tuviera un mayor conocimiento de cómo funciona la economía de un país y estuviera atenta del movimiento de esos dineros, no pasaría tantas necesidades en el transcurso de su vida. Porque los
políticos ya no serían políticos corruptos sino servidores públicos

 

 

 

que se acogen a las leyes que rigen una comunidad.

 

La gran mayoría de los países están como están, es porque los ciudadanos creen por acto de fe lo que dice un individuo en campaña y no porque realmente conocen la economía de su territorio.

 

Estudia bien al candidato, que ha hecho y en que ha triunfado, Ahí tienes la respuesta de lo que será el futuro.

 

ALGO LE PASA A CARTAGENA
Crónica #947


Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 Audio: https://www.youtube.com/watch?v=VzxUssBWTYo

 

Cartagena ya no es la misma. Y no apelo a la memoria de cuando Martínez Martelo la dirigía o cuando José Domingo Rojas fue alcalde electo la primera vez en 1988.

Apelo a mis recuerdos de niño, de adolescente, de conferencista, de escritor, de propietario de un pequeño segundo hogar, de bañista de las playas, de remoto parrandero.

Son más de 60 años yendo y volviendo a Cartagena quizás para recordar con más afecto que nunca las tertulias con Eduardo Lemaitre, con Héctor Rojas Herazo, con Judith Porto. Quizás por ello, y por muchas cosas que puedo haber vivido y gozado en sus calles y en sus playas, entre medio de su gente o por haber leído y seguir leyendo gran cantidad de textos sobre sus orígenes, su formación, su singular grito de independencia, su mezcolanza de razas y colores.

Por todo ello siento que a Cartagena le picó algún bicho que la tiene oliendo maluco cada que llueve, que ya no recogen la basura religiosamente cada madrugada en las playas, tampoco la de los contendores hediondos que colocan cada 3 o 4 cuadras como monumentos a los desperdicios que se van acumulando a su alrededor para levantarlos solo cuando hieden.

Pero es que los balcones de las viejas casonas se están desbaratando y cada vez hay más casas históricas abandonadas pero el alcalde prefiere gastarse 12 mil millones tumbando un edificio que no le dañaba el carácter de ciudad histórica en vez de intervenir, con esa plata, 50 casas y 50 balcones para conservarle, ahí sí, ante la Unesco el sabor de la ciudad que nos enseñaron a querer desde niños.

Lo grave empero es que en una ciudad que ha sido fogón de mestizajes y epicentro nacional, está floreciendo la fobia contra los turistas, quizás porque abundan los negros ricos de USA y las Antillas o porque la huella económica y estética que ha asustado a los dediparados riquitos moralistas de Castillo Grande la está dejando el turismo masivo que antes iba a San Andrés y ahora se volcó todo hacia Cartagena.

Algo molesta y se siente cada vez más.

El Porce, agosto 22 del 2024

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
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Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
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Soporte Tecnológico
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Nadeem Khan

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Colaboradores

Jotamario Arbeláez
Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 
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