AGRICULTURA LIMPIA Y SU CONEXIÓN CON LOS RECURSOS NATURALES
POR: IVAN R.
PULIDO G.
Los recursos
naturales suelo, agua, aire, luz solar, clima, minerales, mareas,
vientos y recursos genéticos, entre otros, son insumos esenciales
provistos por la naturaleza para la vida, los cuales han de ser
utilizados en forma responsable en beneficio de la prestación de
servicios de abastecimiento de agua, alimentos, medicinas, materias
primas; regulación del clima, calidad del aire, secuestro de
carbono, moderación de fenómenos naturales, flujo y purificación de
aguas, prevención de erosión, conservación de fertilidad de los
suelos, prevención de plagas y enfermedades y demás servicios
ecosistémicos de apoyo para conservar la biodiversidad, invisibles
para muchas personas, no obstante ser fundamentales y difíciles de
restaurar ante posibles alteraciones de alguno de sus componentes.
Se consideran recursos naturales perennes los virtualmente
inagotables como la luz solar, vientos, mareas. que por su propia
naturaleza se reponen periódicamente; recursos renovables como los
minerales, madera y agua cuando se controla cuidadosamente su
tratamiento, liberación, circulación y uso; y los no renovables
caracterizados por existir en cantidades limitadas, no sujetos a
renovación periódica por procesos naturales como los suelos,
petróleo, carbón, gas natural, energía nuclear, aguas subterráneas,
expuestos a agotarse por ser consumidos a mayor velocidad de la
requerida para su regeneración natural, tras erróneas actividades
humanas.
El acaparamiento
de tierras, la deforestación, agricultura o ganadería intensiva y el
uso excesivo de fertilizantes sintéticos e ingredientes tóxicos, han
alterado la salud, calidad, fertilidad orgánica y nutrientes del
suelo, hasta exponerlo a niveles críticos de desertificación que a
escala global ronda en el 24%, generando la perdida de vegetación,
desplazamiento de comunidades y un cambio climático global.
Ante tan sombrío panorama el cuestionamiento es analizar, cómo
nuestro comportamiento puede influir positivamente en el desarrollo
sostenible y entender que no son problemas que solo competen a las
grandes empresas, sino por el contrario al compromiso y
concientización de todos los habitantes del planeta para contribuir
con la causa, mediante acciones como apagar luces innecesarias, uso
de tecnologías respetuosas con el medio ambiente, no producir
basuras, reciclar todo lo posible, consumir productos ecológicos,
cerrar grifos correctamente, acatar los acuerdos ambientales
mundiales, recuperar fertilidad de suelos, entre otras que reduzcan
al máximo el agotamiento de los recursos, restaurarlos, protegerlos
y conservarlos junto con sus servicios ecosistémicos.
Un ecosistema es el conjunto de especies incluidos flora y fauna que
habitan en un espacio geográfico (medio ambiente) cuyo origen es la
materia inerte como la luz solar, aire, agua, que sirven de punto de
partida para que los organismos se relacionen bidireccionalmente
mediante diferentes procesos de depredación parasitismo, competencia
o simbiosis para alimentarse, ingerir oxígeno o hidratarse, dando
lugar a una red biótica que cierra en un flujo constante de energía
y nutrientes para su subsistencia.
El ser humano como
participante en los diferentes ecosistemas, desafortunadamente se ha
desarticulado de la naturaleza y generado la alarmante aceleración
de su propia extinción y/o del resto de organismos vivos que
comparten los ecosistemas, por causa de la ideología capitalista de
priorizar el desarrollo económico como base para tomar decisiones
derivando en un explosivo desarrollo industrial y alto nivel de
consumo de bienes, sin considerar sus efectos secundarios y
soluciones; en vez de aprovechar el raciocinio y tecnología que
dispone, para adaptarse amigablemente al biosistema, tal como lo
practican las demás especies en sus respectivos hábitats.
El carbono
orgánico producto de la descomposición y transformación de
carbohidratos, lignina y proteínas, en dióxido de carbono y residuos
estables húmicos, mediante la acción biológica de organismos
descomponedores a formas inorgánicas, es vital para la prestación de
los servicios ecosistémicos en la producción de alimentos.
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La materia orgánica de los
suelos contiene alrededor del 60% de carbono mundial, factor que define su
importancia en el ciclo global, al tener el poder de actuar como su
fuente o reservorio e intervenir directamente en la distribución del espacio
poroso del suelo, el intercambio gaseoso del oxígeno con la atmosfera, en la
capacidad de retención de agua y nutrientes, en la formación de unidades
estructurales estables, hábitat de microorganismos, todo un inimaginable mundo
que al formar compuestos de diversa naturaleza y descomposición la vincula a la
capacidad de intercambio catiónico del suelo.
El carbono orgánico es fundamental para ejercer la actividad biológica que
proporciona los recursos energéticos para favorecer el desarrollo de los
microorganismos del suelo, esenciales para transformar los sustratos orgánicos
en nutrientes inorgánicos asimilables para las plantas, llegando a concluir que
el carbono orgánico es el principal determinante de la productividad.
No obstante tan importantes funciones de la materia orgánica y biodiversidad, no
se les otorga la importancia que merecen y son amenazadas constantemente por el
uso excesivo de fertilizantes y pesticidas sintéticos, deforestación,
agricultura intensiva, perdida de materia orgánica y carbono, degradación,
acidificación, contaminación y salinización de los suelos, incendios forestales,
erosión, deslizamientos de tierras, cambio climático y desastres naturales,
situaciones que llaman a evaluar y concienciar sobre la importancia de unos
ecosistemas saludables que garanticen el bienestar humano, bajo gestión
eficiente de los recursos, que al hecho de no actuarse rápido amenazara la
potencialidad de la seguridad alimentaria.
Las necesidades de adoptar productos y practicas amigables con el medio ambiente
para producir alimentos, exigen la potencialidad de implementar un manejo
integrado de cultivos que combinen el uso racional y limitado de ingredientes
activos combinados con productos biológicos para controlar plagas y
enfermedades, y aplicación de sistemas de fertilización orgánica, organismos
benéficos, biofertilizantes y minerales estrictamente necesarios junto a
prácticas culturales que permitan cosechas abundantes en un ambiente de
preservación de la biodiversidad y bajo impacto ambiental, cuyo valor agregado
facilite por demás el acceso a mercados más exigentes a los actualmente
requeridos .
El concepto de hacer las cosas bien y garantizarlas, se convierte en parte
integral del manejo de las buenas prácticas agrícolas que comprometen al
productor a adecuar un balanceado y eficiente aprovechamiento de aguas, aire,
suelos y plantas sin agotarlos, ni contaminarlos, manteniendo la amigabilidad
del sistema productivo con el medio ambiente, mediante pilares fundamentales,
que garanticen labranza mínima, equilibrios en carga biótica y carbono orgánico,
balanceados niveles de nutrición, cero deforestación, manejo eficiente de
suelos, preservación de especies arbustivas, de insectos y de microorganismos
benéficos, uso de herramientas y protección personal adecuados para el trabajo,
constante capacitación, planeación desde siembra hasta entrega del producto al
consumidor final, prevención, monitoreo, evaluación y aplicación de productos
con mínimos riesgos tóxicos para el control de plagas y enfermedades.
El agua que representa el 80% de la composición de la mayoría de los organismos,
es elemento indispensable de los ecosistemas, para el sostenimiento, realización
y reproducción de todos los procesos metabólicos de la vida, sitio de hábitat
para la mayor parte de seres vivos y uno de los recursos naturales más
importantes para la humanidad, plantas y animales es también motivo de crisis en
todo el planeta, afectando en cascada todos los ecosistemas acuáticos,
terrestres y consecuentemente a billones de personas por falta de agua potable,
afectada en un 50% por su contaminación, sin duda la amenaza natural más grande
del mundo, que no obstante su lenta y silenciosa forma de manifestarla, sus
efectos pueden aparecer incluso varios años después de su ocurrencia.
El agua fundamental para la fotosíntesis de las plantas y secuencial seguridad
alimentaria, provoca tras su ausencia, disminución en el desarrollo, crecimiento
y hasta marchitamiento de los cultivos, incendios, aumentos de temperatura,
afectación de especies animales, fuentes de alimento, reducción de ríos, lagos y
humedales, erosión de suelos, perdidas de biodiversidad, minimización del poder
secuestrante del carbono, de la fertilidad del suelo, productividad y en fin mil
repercusiones para el bienestar humano y medios de subsistencia.
El empobrecimiento y contaminación de los ecosistemas acuáticos, derivados del
proceso de eutrofización facilita la proliferación descontrolada de algas
fitoplanctonicas en los cuerpos de agua, situación que supone que cada gota de
agua hoy contaminada, implica una pérdida irreparable para el día de mañana.
El ciclo hidrológico del agua
proceso que permite el correcto funcionamiento biológico
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de los ecosistemas, simultáneamente garantiza la recarga de
acuíferos s ubterráneos
y renovación de hábitats acuáticos, para subsistencia de numerosas especies de
peces, anfibios, invertebrados acuáticos y diversos microorganismos.
Razones que claman por su uso
eficiente y conservación para mitigar el calentamiento climático y acidificación
de los océanos, reduciendo el uso excesivo de fertilizantes que lixivien a aguas
subterráneas, purificando las aguas residuales para su reusó en riegos,
producción de energía hidráulica y promoción de la pesca sostenible para evitar
la precarización de los océanos.
Proteger de la deforestación
los bosques y selvas es otra de las formas de conservar los recursos naturales y
reconocerles esos invisibles trabajos como almacenadores de carbono, productores
de oxígeno, termorreguladores de temperaturas y activos actuantes en el ciclo
hídrico del agua.
Importante minimizar la
sobreexplotación de los recursos naturales, mediante prácticas sostenibles que
reduzcan residuos y maximicen su eficiencia, promoviendo fuentes de energía
renovables como la solar, eólica o hidroeléctrica, biomasa y biocarburantes.
La agricultura limpia aporta un buen soporte de solución para preservar nuestros
recursos naturales, el medio ambiente y los ciclos de servicios ecosistémicos,
de tal manera que se puedan producir suficientes alimentos sanos y nutritivos,
uso de pesticidas orgánicos, y reducidas concentraciones de químicos,
alternativas biológicas para el control de plagas y enfermedades, practicas
culturales de rotación de cultivos, gestión eficiente del agua, energías
renovables, reducción, reciclaje y reutilización de los residuos orgánicos,
entre otras, mediante estrategias que compartan la idea de cuidar el medio
ambiente y mejorar de las condiciones de producción.
La producción limpia,
sostenible y controlada, se sustenta en buenas prácticas agrícolas y agricultura
ecológica, que integran conservación de la biodiversidad, trazas mínimas
de pesticidas, manejo integrado de plagas y enfermedades, balances nutritivos
basados en análisis de suelos y foliares, conservación y fortalecimiento de la
estructura de los suelos, protección de flora y fauna, cero erosión,
equilibradas cargas de materia orgánica y biota,
potencialización de la capacidad
secuestrante de carbono, reducción
de contaminación, preservación de la calidad de los alimentos, reducción de
costos energéticos, protección de la salud de los trabajadores, instalaciones
seguras y adecuadas para manejo de insumos agrícolas, reciclaje y reutilización
de residuos orgánicos, plántulas de viveros certificados, semillas sin
modificación genética, en búsqueda de beneficios para el consumidor en términos
de salud y seguridad alimentaria tan necesarias para cualquier proyecto
productivo sostenible.
El compost es parte integral
de las buenas prácticas agrícolas, producto derivado del proceso de
descomposición de materia orgánica, llevada a cabo por hongos, bacterias y otros
microorganismos descomponedores,
tras flujo continuo de oxígeno para llevar el heterogéneo sustrato orgánico a
incrementos de energía calórica
entre los 65 y 70 grados centígrados, en búsqueda de la estabilización de los
sustratos orgánicos húmicos
y obtención de un producto final apto para su utilización en agricultura, con
características de inocuidad, inodoro, libre de patógenos y semillas de malezas,
olor a bosque húmedo, amorfo, de color marrón, pH
entre 6 y 7, materia orgánica entre 45 y 70%, carbono orgánico entre 8 - 30%,
ácidos húmicos entre 2,5 y
3%, macronutrientes como
nitrógeno, fosforo y potasio
entre 1 y 2,5%, micronutrientes
como magnesio calcio, sodio, cobre, hierro y manganeso, boro, molibdeno y
sílice, en diferentes porcentajes.
Incrementar la materia orgánica, es la practica recomendada para regenerar los
suelos, estabilizar y mantener sus partículas en forma de agregados, reducir su
compactación, favorecer la aireación, mejorar su fertilidad, aumentar la
productividad, limitar el uso de tóxicos, aumentar su retención hídrica,
prevenir erosión, disminuir emisión de gases de efecto invernadero, retener el
carbono en el suelo y en general lograr la productividad de los cultivos
conservando los recursos naturales.
La producción limpia, es una estrategia agrícola que se adapta con facilidad a
esos métodos mixtos de fertilización orgánica (compost,
biofertilizantes)
y nutrientes sintéticos de liberación controlada, en beneficio de una
incrementada absorción radicular rica en materia orgánica y carga biótica, sin
producción de contaminantes volátiles o lixiviados, ideal para restauración de
la salud de los suelos y entrega de alimentos sanos e inocuos al consumidor
final.
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