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 ESPECIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.325-905

Fecha: Jueves 05-09-2024

 

AGRICULTURA LIMPIA Y SU CONEXIÓN CON LOS RECURSOS NATURALES

POR: IVAN R. PULIDO G.

 

Los recursos naturales suelo, agua, aire, luz solar, clima, minerales, mareas, vientos y recursos genéticos, entre otros, son insumos esenciales provistos por la naturaleza para la vida, los cuales han de ser utilizados en forma responsable en beneficio de la prestación de servicios de abastecimiento de agua, alimentos, medicinas, materias primas; regulación del clima, calidad del aire, secuestro de carbono, moderación de fenómenos naturales, flujo y purificación de aguas, prevención de erosión, conservación de fertilidad de los suelos, prevención de plagas y enfermedades y demás servicios ecosistémicos de apoyo para conservar la biodiversidad, invisibles para muchas personas, no obstante ser fundamentales y difíciles de restaurar ante posibles alteraciones de alguno de sus componentes.

Se consideran recursos naturales perennes los virtualmente inagotables como la luz solar, vientos, mareas. que por su propia naturaleza se reponen periódicamente; recursos renovables como los minerales, madera y agua cuando se controla cuidadosamente su tratamiento, liberación, circulación y uso; y los no renovables caracterizados por existir en cantidades limitadas, no sujetos a renovación periódica por procesos naturales como los suelos, petróleo, carbón, gas natural, energía nuclear, aguas subterráneas, expuestos a agotarse por ser consumidos a mayor velocidad de la requerida para su regeneración natural, tras erróneas actividades humanas.

 

 

El acaparamiento de tierras, la deforestación, agricultura o ganadería intensiva y el uso excesivo de fertilizantes sintéticos e ingredientes tóxicos, han alterado la salud, calidad, fertilidad orgánica y nutrientes del suelo, hasta exponerlo a niveles críticos de desertificación que a escala global ronda en el 24%, generando la perdida de vegetación, desplazamiento de comunidades y un cambio climático global.

Ante tan sombrío panorama el cuestionamiento es analizar, cómo nuestro comportamiento puede influir positivamente en el desarrollo sostenible y entender que no son problemas que solo competen a las grandes empresas, sino por el contrario al compromiso y concientización de todos los habitantes del planeta para contribuir con la causa, mediante acciones como apagar luces innecesarias, uso de tecnologías respetuosas con el medio ambiente, no producir basuras, reciclar todo lo posible, consumir productos ecológicos, cerrar grifos correctamente, acatar los acuerdos ambientales mundiales, recuperar fertilidad de suelos, entre otras que reduzcan al máximo el agotamiento de los recursos, restaurarlos, protegerlos y conservarlos junto con sus servicios ecosistémicos.

Un ecosistema es el conjunto de especies incluidos flora y fauna que habitan en un espacio geográfico (medio ambiente) cuyo origen es la materia inerte como la luz solar, aire, agua, que sirven de punto de partida para que los organismos se relacionen bidireccionalmente mediante diferentes procesos de depredación parasitismo, competencia o simbiosis para alimentarse, ingerir oxígeno o hidratarse, dando lugar a una red biótica que cierra en un flujo constante de energía y nutrientes para su subsistencia.

 

El ser humano como participante en los diferentes ecosistemas, desafortunadamente se ha desarticulado de la naturaleza y generado la alarmante aceleración de su propia extinción y/o del resto de organismos vivos que comparten los ecosistemas, por causa de la ideología capitalista de priorizar el desarrollo económico como base para tomar decisiones derivando en un explosivo desarrollo industrial y alto nivel de consumo de bienes, sin considerar sus efectos secundarios y soluciones; en vez de aprovechar el raciocinio y tecnología que dispone, para adaptarse amigablemente al biosistema, tal como lo practican las demás especies en sus respectivos hábitats.

 

El carbono orgánico producto de la descomposición y transformación de carbohidratos, lignina y proteínas, en dióxido de carbono y residuos estables húmicos, mediante la acción biológica de organismos descomponedores a formas inorgánicas, es vital para la prestación de los servicios ecosistémicos en la producción de alimentos.

  

 

 

La materia orgánica de los suelos contiene alrededor del 60% de carbono mundial, factor que define su importancia en el ciclo global, al tener el poder de actuar como su fuente o reservorio e intervenir directamente en la distribución del espacio poroso del suelo, el intercambio gaseoso del oxígeno con la atmosfera, en la capacidad de retención de agua y nutrientes, en la formación de unidades estructurales estables, hábitat de microorganismos, todo un inimaginable mundo que al formar compuestos de diversa naturaleza y descomposición la vincula a la capacidad de intercambio catiónico del suelo.

El carbono orgánico es fundamental para ejercer la actividad biológica que proporciona los recursos energéticos para favorecer el desarrollo de los microorganismos del suelo, esenciales para transformar los sustratos orgánicos en nutrientes inorgánicos asimilables para las plantas, llegando a concluir que el carbono orgánico es el principal determinante de la productividad.

No obstante tan importantes funciones de la materia orgánica y biodiversidad, no se les otorga la importancia que merecen y son amenazadas constantemente por el uso excesivo de fertilizantes y pesticidas sintéticos, deforestación, agricultura intensiva, perdida de materia orgánica y carbono, degradación, acidificación, contaminación y salinización de los suelos, incendios forestales, erosión, deslizamientos de tierras, cambio climático y desastres naturales, situaciones que llaman a evaluar y concienciar sobre la importancia de unos ecosistemas saludables que garanticen el bienestar humano, bajo gestión eficiente de los recursos, que al hecho de no actuarse rápido amenazara la potencialidad de la seguridad alimentaria.

Las necesidades de adoptar productos y practicas amigables con el medio ambiente para producir alimentos, exigen la potencialidad de implementar un manejo integrado de cultivos que combinen el uso racional y limitado de ingredientes activos combinados con productos biológicos para controlar plagas y enfermedades, y aplicación de sistemas de fertilización orgánica, organismos benéficos, biofertilizantes y minerales estrictamente necesarios junto a prácticas culturales que permitan cosechas abundantes en un ambiente de preservación de la biodiversidad y bajo impacto ambiental, cuyo valor agregado facilite por demás el acceso a mercados más exigentes a los actualmente requeridos .

El concepto de hacer las cosas bien y garantizarlas, se convierte en parte integral del manejo de las buenas prácticas agrícolas que comprometen al productor a adecuar un balanceado y eficiente aprovechamiento de aguas, aire, suelos y plantas sin agotarlos, ni contaminarlos, manteniendo la amigabilidad del sistema productivo con el medio ambiente, mediante pilares fundamentales, que garanticen labranza mínima, equilibrios en carga biótica y carbono orgánico, balanceados niveles de nutrición, cero deforestación, manejo eficiente de suelos, preservación de especies arbustivas, de insectos y de microorganismos benéficos, uso de herramientas y protección personal adecuados para el trabajo, constante capacitación, planeación desde siembra hasta entrega del producto al consumidor final, prevención, monitoreo, evaluación y aplicación de productos con mínimos riesgos tóxicos para el control de plagas y enfermedades.

El agua que representa el 80% de la composición de la mayoría de los organismos, es elemento indispensable de los ecosistemas, para el sostenimiento, realización y reproducción de todos los procesos metabólicos de la vida, sitio de hábitat para la mayor parte de seres vivos y uno de los recursos naturales más importantes para la humanidad, plantas y animales es también motivo de crisis en todo el planeta, afectando en cascada todos los ecosistemas acuáticos, terrestres y consecuentemente a billones de personas por falta de agua potable, afectada en un 50% por su contaminación, sin duda la amenaza natural más grande del mundo, que no obstante su lenta y silenciosa forma de manifestarla, sus efectos pueden aparecer incluso varios años después de su ocurrencia.

El agua fundamental para la fotosíntesis de las plantas y secuencial seguridad alimentaria, provoca tras su ausencia, disminución en el desarrollo, crecimiento y hasta marchitamiento de los cultivos, incendios, aumentos de temperatura, afectación de especies animales, fuentes de alimento, reducción de ríos, lagos y humedales, erosión de suelos, perdidas de biodiversidad, minimización del poder secuestrante del carbono, de la fertilidad del suelo, productividad y en fin mil repercusiones para el bienestar humano y medios de subsistencia.

El empobrecimiento y contaminación de los ecosistemas acuáticos, derivados del proceso de eutrofización facilita la proliferación descontrolada de algas fitoplanctonicas en los cuerpos de agua, situación que supone que cada gota de agua hoy contaminada, implica una pérdida irreparable para el día de mañana.
 

El ciclo hidrológico del agua proceso que permite el correcto funcionamiento biológico

 

 

 


 

de los ecosistemas, simultáneamente garantiza la recarga de acuíferos subterráneos y renovación de hábitats acuáticos, para subsistencia de numerosas especies de peces, anfibios, invertebrados acuáticos y diversos microorganismos.

 

Razones que claman por su uso eficiente y conservación para mitigar el calentamiento climático y acidificación de los océanos, reduciendo el uso excesivo de fertilizantes que lixivien a aguas subterráneas, purificando las aguas residuales para su reusó en riegos, producción de energía hidráulica y promoción de la pesca sostenible para evitar la precarización de los océanos.

 

Proteger de la deforestación los bosques y selvas es otra de las formas de conservar los recursos naturales y reconocerles esos invisibles trabajos como almacenadores de carbono, productores de oxígeno, termorreguladores de temperaturas y activos actuantes en el ciclo hídrico del agua.

 

Importante minimizar la sobreexplotación de los recursos naturales, mediante prácticas sostenibles que reduzcan residuos y maximicen su eficiencia, promoviendo fuentes de energía renovables como la solar, eólica o hidroeléctrica, biomasa y biocarburantes.

La agricultura limpia aporta un buen soporte de solución para preservar nuestros recursos naturales, el medio ambiente y los ciclos de servicios ecosistémicos, de tal manera que se puedan producir suficientes alimentos sanos y nutritivos, uso de pesticidas orgánicos, y reducidas concentraciones de químicos, alternativas biológicas para el control de plagas y enfermedades, practicas culturales de rotación de cultivos, gestión eficiente del agua, energías renovables, reducción, reciclaje y reutilización de los residuos orgánicos, entre otras, mediante estrategias que compartan la idea de cuidar el medio ambiente y mejorar de las condiciones de producción.

 

La producción limpia, sostenible y controlada, se sustenta en buenas prácticas agrícolas y agricultura ecológica, que integran conservación de la biodiversidad, trazas mínimas de pesticidas, manejo integrado de plagas y enfermedades, balances nutritivos basados en análisis de suelos y foliares, conservación y fortalecimiento de la estructura de los suelos, protección de flora y fauna, cero erosión, equilibradas cargas de materia orgánica y biota, potencialización de la capacidad secuestrante de carbono, reducción de contaminación, preservación de la calidad de los alimentos, reducción de costos energéticos, protección de la salud de los trabajadores, instalaciones seguras y adecuadas para manejo de insumos agrícolas, reciclaje y reutilización de residuos orgánicos, plántulas de viveros certificados, semillas sin modificación genética, en búsqueda de beneficios para el consumidor en términos de salud y seguridad alimentaria tan necesarias para cualquier proyecto productivo sostenible.

El
compost es parte integral de las buenas prácticas agrícolas, producto derivado del proceso de descomposición de materia orgánica, llevada a cabo por hongos, bacterias y otros microorganismos descomponedores, tras flujo continuo de oxígeno para llevar el heterogéneo sustrato orgánico a incrementos de energía calórica entre los 65 y 70 grados centígrados, en búsqueda de la estabilización de los sustratos orgánicos húmicos y obtención de un producto final apto para su utilización en agricultura, con características de inocuidad, inodoro, libre de patógenos y semillas de malezas, olor a bosque húmedo, amorfo, de color marrón, pH entre 6 y 7, materia orgánica entre 45 y 70%, carbono orgánico entre 8 - 30%, ácidos húmicos entre 2,5 y 3%, macronutrientes como nitrógeno, fosforo y potasio entre 1 y 2,5%, micronutrientes como magnesio calcio, sodio, cobre, hierro y manganeso, boro, molibdeno y sílice, en diferentes porcentajes.

 

 

Incrementar la materia orgánica, es la practica recomendada para regenerar los suelos, estabilizar y mantener sus partículas en forma de agregados, reducir su compactación, favorecer la aireación, mejorar su fertilidad, aumentar la productividad, limitar el uso de tóxicos, aumentar su retención hídrica, prevenir erosión, disminuir emisión de gases de efecto invernadero, retener el carbono en el suelo y en general lograr la productividad de los cultivos conservando los recursos naturales.

La producción limpia, es una estrategia agrícola que se adapta con facilidad a esos métodos mixtos de fertilización orgánica (compost, biofertilizantes) y nutrientes sintéticos de liberación controlada, en beneficio de una incrementada absorción radicular rica en materia orgánica y carga biótica, sin producción de contaminantes volátiles o lixiviados, ideal para restauración de la salud de los suelos y entrega de alimentos sanos e inocuos al consumidor final.

 

 

  

 

 

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