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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.337-917

Fecha: Jueves 26-09-2024

 

 

DE AQUÍ Y DE ALLÁ
 


Por: Otoniel Parra Arias

EL ADIÓS A UN PROMOTOR DEL AMOR A PEREIRA


Este fin de semana por medio de los medios virtuales recibí la triste noticia sobre el fallecimiento de un hombre de radio pereirano que a través de sus conocimientos musicales y experiencia como baluarte informativo en la capital de Risaralda y su vecina Cartago, había llegado a compartir el diario vivir con quienes consideran a esta clase de servidores como parte integral de sus vidas.

Me refiero a Gustavo Adolfo Rentería Pino, locutor de amplia y generosa sintonía quien fallece a los 75 años de edad en plenitud de su capacidad profesional y de servicio a la comunidad.

 


Rentería era ante todo un enamorado de la música popular entre otras especialidades y su voz sonora y amistosa solía entrar a casas y oficinas de la urbe pereirana con la asiduidad del amigo permanente y leal que comparte con la gente su esencia popular.

Gustavo Adolfo fue en mis tiempos como funcionario de Jundeportes Risaralda y en mi quehacer periodístico en La Tarde, a finales del pasado siglo siempre un amigo y colaborador con todas las causas cívicas y lúdicas vinculándose de lleno sin egoísmos o exigencias de “divo” de las ondas hertzianas.

Su vinculación a nobles causas fue su razón de vivir hasta el mismo momento en el que fuera, como lo seremos nosotros, llamado a los territorios inviolables de la eternidad bajo el poder de un Dios que a todos nos espera.

Rendimos este pequeño homenaje a Gustavo Adolfo Rentería, locutor de tiempo completo y amoroso vigilante desde su posición comunicativa hacia la región risaraldense que siempre lo siguió y hoy lamenta su desaparición.

 

CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI

Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica

 

El Budhismo: Una Práctica, no una Filosofía

 

A menudo, el budhismo es percibido como

 

 

 

una compleja filosofía oriental, un sistema de creencias para ser analizado y debatido. Sin embargo, el corazón del budhismo radica en la práctica, en la aplicación de sus enseñanzas en la vida cotidiana.

Budha no era un filósofo, sino un maestro espiritual que buscaba aliviar el sufrimiento humano. Sus enseñanzas, aunque profundas y sofisticadas, están diseñadas para ser vividas, no solo comprendidas intelectualmente. La meditación, la
atención plena y la compasión son herramientas prácticas para cultivar una mente tranquila y un corazón abierto.

¿Por qué el budhismo va más allá de la teoría?

* La experiencia personal: El budhismo enfatiza la experiencia directa de la realidad. Las verdades últimas no se pueden comprender solo a través del pensamiento, sino a través de la práctica y la introspección.

* El camino hacia la liberación: El objetivo del budhismo es la liberación del sufrimiento. Esta liberación no se logra a través del conocimiento intelectual, sino a través de la transformación de la mente y del corazón.

* La importancia de la comunidad: La práctica budhista se realiza en comunidad. El apoyo mutuo y el intercambio de experiencias son fundamentales para el crecimiento espiritual.

Vivir el budhismo en el día a día

Incorporar las enseñanzas budhistas en la vida diaria puede ser tan simple como:

* Practicar la atención plena: Estar presente en cada momento, sin juzgar.

* Cultivar la compasión: Sentir empatía por todos los seres sintientes.

* Liberarse del apego: Desprenderse de las cosas materiales y de las ideas fijas.

* Practicar la paciencia: Aceptar las cosas como son, sin resistirse.

En conclusión, el budhismo no es una religión, sino una práctica dinámica que evoluciona con cada individuo. Es un camino hacia la autodescubrimiento y la transformación personal. Al vivir las enseñanzas budhistas, podemos encontrar una mayor paz interior y una conexión más profunda con nosotros mismos y con los demás.
 

Preguntas para reflexionar:

* ¿Cómo puedo incorporar la práctica de la atención plena en mi vida diaria?

 

* ¿Qué significa la compasión para mí?

* ¿De qué puedo soltarme para encontrar una mayor libertad?

Si tienes alguna inquietud o comentario, no dudes en ponerte en contacto conmigo al correo gongparabsel@gmail.com o al WhatsApp +57 314 623 83 08.

 

Derechos Humanos y responsabilidad

Por: Guillermo Navarrete Hernandez

 

La responsabilidad es un vocablo que se suele utilizar para determinar el grado de

 

   

cumplimiento de un individuo u organización acerca de los compromisos, deberes, obligaciones adquiridas y de garantizar la satisfacción de necesidades de personas que hacen parte de su entorno.

 

Su origen puede ser explícito por relaciones contractuales o legales o implícito derivado de costumbres, valores o principios. Implica asumir las consecuencias de los actos que se cometan, pero también la capacidad de discernir sobre lo justo e injusto, de crear condiciones de bienestar o de dañar al tomar decisiones. Es, en la práctica, una restricción propia o impuesta por el entorno de la libertad.

 

Sócrates a partir de su máxima “es mejor sufrir una injusticia que cometerla”, abre la polémica acerca de sí es mejor infligirse menoscabo, lo que de por sí es una injusticia, o evitar el sufrimiento de otra persona. Este filósofo griego que aceptó su muerte antes que renegar de sus ideas, representa la coherencia frente a sus convicciones, tanto personales como de la solidez de las instituciones democráticas helenas. Paradoja que valdría la pena plantearle a políticos, dirigentes o personas en general que anteponen sus intereses personales sobre los de sus congéneres, en especial cuando con dicha actitud generan daño y sufrimiento.

 

Según Immanuel Kant, la responsabilidad, como imperativo ético, es una virtud que poseen los seres humanos para acometer conductas que puedan ser aceptadas por los demás integrantes de la sociedad. Posturas que se constituyen en la posibilidad que tienen las personas de aceptar las reglas morales o legales por injustas que parezcan.

 

Junto a la responsabilidad, está la culpa (de la que me ocuparé en otro escrito), sentimiento de dolor que padece el ser mismo al percibir que este es justo o merecido cuando comete una falta y que puede conducir al reconocimiento de esta y su resarcimiento, pero que también puede afectar negativamente el bienestar emocional de las personas. Responsabilidad y culpa han sido objeto de desarrollos normativos desde tiempos inmemoriales, precisamente para garantizar la libertad, la dignidad, la convivencia y la resolución de conflictos, aspectos centrales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada en 1948, después de los atroces hechos acaecidos durante la Segunda Guerra Mundial y de los juicios de Núremberg en contra de los dirigentes Nazis, perpetradores de delitos contra la humanidad.

 

Deviene desde dicho ámbito, la responsabilidad estatal referida a la obligación de respetar, proteger y promocionar los derechos humanos, lo que implica la adopción de normas, políticas y medidas que garanticen su pleno goce, así como su cumplimiento en todos los órdenes. Por eso, los procesos de divulgación y formación en esta materia se convierten en determinantes, no solo para que los servidores y contratistas y la población en general, apropien su conocimiento y la generación de conciencia sobre los deberes individuales y colectivos aplicados.

En términos de conflicto armado, la responsabilidad se extiende al respeto por las normas del Derecho Internacional Humanitario y por ende a evitar la comisión de delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra tipificados por el Estatuto de Roma adoptado en el año el 1998 y que para Colombia entró en vigor a partir del 1° de noviembre de 1992.



 

 

 

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