EDITORIAL
Los olvidados
En medio de una sociedad cada vez más desconectada y centrada en sus propios
problemas, hemos olvidado a una parte crucial de nuestra población: los adultos
mayores. Mientras los jóvenes se sumergen en su propio mundo y los adultos
buscan alcanzar sus metas personales, los ancianos que no tuvieron la suerte de
conseguir un empleo estable o formar un patrimonio significativo han quedado
marginados, viviendo en condiciones precarias. Esta realidad, aunque incómoda,
es innegable.
El destino de muchos adultos mayores refleja una sociedad que ha privilegiado a
unos pocos y dejado de lado a aquellos que solo intentaron sobrevivir. Durante
años, estos adultos trabajaron incansablemente, sin acceso a seguridad social o
la posibilidad de un retiro digno. Ahora, cuando necesitan estabilidad, se
encuentran excluidos del mercado laboral. Son considerados "demasiado viejos"
para obtener un empleo bien remunerado, y la falta de un título académico o
conexiones solo agrava su situación. Es fácil juzgarlos y decir que no
ahorraron, que malgastaron sus ingresos, pero la verdad es que vivieron en una
sociedad que nunca les ofreció una verdadera oportunidad de proyectarse a
futuro.
Esta crisis, más allá de ser un problema económico, es un problema de salud
pública. Muchos de estos adultos mayores viven al borde de la pobreza y, sin
recursos para acceder a servicios médicos o de bienestar, recurren a opciones
desesperadas como los préstamos ilegales, conocidos como "gota a gota". Estos
prestamistas, que operan al margen de la legalidad, se aprovechan de la
vulnerabilidad de los ancianos, imponiéndoles tasas de interés abusivas y
sumiéndolos aún más en la miseria.
La falta de regulación y control sobre estos prestamistas plantea serias dudas
sobre la procedencia de su dinero y sobre quién está detrás de este lucrativo
negocio. Lo más preocupante es que esta práctica ha sido normalizada en muchos
sectores, especialmente entre los vendedores ambulantes, quienes, en muchos
casos, dependen de estos préstamos para sobrevivir. Los adultos mayores, sin
otra opción, se convierten en las víctimas perfectas de un sistema que los
exprime.
Esta realidad no solo debería alertarnos sobre la situación de nuestros
ancianos, sino también sobre el fracaso de nuestra sociedad en proteger a los
más vulnerables. No podemos seguir ignorando esta crisis invisible que afecta a
quienes dieron su vida por el país, solo para ser olvidados en su vejez.
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Hablemos
de Democracia
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Hablamos de democracia como si ella fuera el camino correcto para
alcanzar todos los beneficios que el ser humano espera encontrar a
través de esta vía electoral.
Suena bonito este vocablo que se repite en cada discurso como
bandera para alcanzar el bienestar de todos, pero si raciocinamos y
lo descuartizamos para mirar su interior, encontramos el cáncer que
se esconde dentro del establecimiento y que corroe la dinámica con
que debía funcionar para bien de toda la sociedad.
Lo que antes fue bueno para los ciudadanos por su condición
evolutiva y su estándar de vida, hoy va en contra vía a su modo de
vida y a los alcances de su intelecto. La corrupción que nace con la
democracia y el poder centrado en los elegidos impiden el sano
desarrollo del bienestar social.
No es fácil comprender y asimilar la condición humana en la que hoy
estamos viviendo. Cada uno de nosotros pertenecemos a un estado
evolutivo genéticamente que nos ubica en una realidad emocional e
intelectual diferente de nuestro vecino más cercano. Esto hace que
nos vamos agrupando en círculos que gravitamos en un universo que
nos permite vivir en el caos renovándonos cada día.
Los ciudadanos están en el arco iris representado en el color que
simboliza su grado de evolución. Esto hace que cada nación se mueve
bajos estándares propios de sus conciudadanos y atienden las órdenes
y mandatos de quienes han elegido. Aquellos que se sienten
desprotegidos y no encajan emigren en la búsqueda de armonizar en
otro sitio que les brinde el bienestar que no han encontrado.
La democracia está interpretada según el sitio y la sociedad donde
ella predomina, ella funciona según las creencias que se han venido
estableciendo. Pero en esencia es la elección de gobernantes para
que gobiernen a los electores. Y en ese proceso nace la corrupción
porque sin ella no hay democracia. La democracia es el principio de
una monarquía con visos de libertad y autonomía ciudadana hasta que
el gobernante decide la dictadura. El pueblo elige para que los
gobiernen y los sometan a lo que los elegidos decretan para
bienestar del establecimiento al que ellos pertenecen y es el pueblo
el que los sostiene por no conocer otra vía de subsistir.
Si podemos entender nuestra autonomía y libre albedrío al que hemos
llegado, podemos evaluar lo que sucede a nuestro entorno y
distinguir que es lo que nos beneficia y que es lo que beneficia al
elegido. Al final de ese camino están unos pocos observando como la
gran mayoría mantiene el establecimiento sin darse por entendidos de
la realidad en la que viven.
En la democracia tú eliges a tu verdugo a tu señor y dueño,
aceptando sus leyes y ordenes como si él fuese una potestad que todo
lo puede hacer.
Al final se rebelan contra el establecimiento y contra quienes lo
administran. Para liberarse de la carga de impuestos y restricciones
que decretan para beneficio de ellos.
En el montaje y después debe existir
corrupción para poder balancear la inversión hecha para ser elegidos
al cargo que se ha aspirado. Luego continúa la corrupción para
mantener en armonía la cosa política y las infraestructuras que se
han desarrollado y que solo benefician a quienes las administran.
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Pero lo que verdaderamente concierne a la
sociedad, como las cosas básicas, ellas serán atendidas en segunda mano porque
no generan dividendos económicos a los políticos. Solo los negocios que se
establecen a través del
mercado de salud, medicina y educación son los que se atienden regularmente.
Sostener ejércitos e
infraestructuras es más beneficioso y rentable para el establecimiento que
propiciar bienestar social.
Cuando votas, votas como un inocente con la esperanza que las cosas van a salir
bien, pero eso jamás sucederá.
A través de los impuestos el establecimiento existe. Los políticos y sus
asociados se benefician del caudal de dinero que recibe el Estado.
La abstención de votantes crece en cada elección porque el pueblo ha venido
entendiendo el juego y el por qué la democracia existe. Y seguir ese juego es
someterse a una esclavitud democrática donde el ciudadano no es el que se
beneficia.
Hay que replantear la dirección hacia dónde vamos y establecer una directriz que
permita que el pueblo o ciudadanos puedan beneficiarse por lo que están pagando
en impuestos sin tener que mendigar por lo ya pagado.
Lo que aquí se necesita son administradores de los bienes sociales para que cada
uno reciba lo que tiene derecho del bienestar social.
EN LAS MANOS QUE NO DEBEN SER
Crónica 993 de Gardeazábal
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Estoy pensando hace rato que la explicación de por qué nos va a veces tan
mal en Colombia reside en que partes fundamentales de la estructura social,
económica y política han quedado en manos de quienes no deberían tenerlas. En
nuestro país la presentación, redacción y y aprobación de las leyes quedaron
manos de los contratistas.
Los partidos políticos y los centros de pensamiento que antes las parían,
se olvidaron del asunto. La salud quedó en las manos de unos negociantes que
fungen con derechos adquiridos como dueños de las EPS y subyugaron, a los
médicos, las clínicas y los hospitales.Los cultivos de las matas de coca ,que
producen un ingreso al PIB cercano sino mayor al 10 por ciento, en manos de
traquetos disfrazados de disidencias guerrilleras .
Los cafetales, que nos dieron la vida por décadas y siguen siendo el
sostén de no menos de medio millón de familias campesinas, quedaron en manos de
los abuelos porque los jóvenes se cansaron de no ser retribuídos y cambiaron la
esperanza de su futuro. No es exageración. Es la triste realidad de un país en
donde hemos trocado responsabilidades y pareciera que quisiéramos seguir en
manos desafortunadas y no en las que deberían ser para salir adelante.
Aprobada la Constitución del 91 se abrieron las puertas para que las
leyes se negocien y permitir que hasta la Fiscalía negocie la rebaja de penas
con los culpables. Ahora pretenden que salud vuelva a manos del estado para que
las negociaciones politiqueras reemplacen a los médicos. Se pretende que el
estado negocie con los traquetos dueños de la coca y les compre su producido. Y
,lo que quizás sea peor, nos acercamos al final de la producción agrícola porque
nos sale dizque más barato que las fincas cafeteras , y las otras, queden en
manos de los abuelos para que las dejen morir porque los alimentos nos salen más
baratos importarlos. Lo grave es que de pronto tengo razón.
El porce, octubre 25 del 2024 |