|
|||||||
Pereira, Colombia - Edición: 13.354-934 Fecha: Sábado 26-10-2024 |
COLUMNISTAS |
|
-11 |
||||
Retrato del nadaísta cachorro
Por: Jotamario Arbeláez
Los zapatos del bisabuelo
Tarde vine a descubrir que el mejor vehículo para transportarse son los zapatos. Con los que uno anda por la tierra y el pavimento, por el mar en el transatlántico y por las nubes en el airbús. Cree uno que para que le rinda el tiempo hay que andar en carro, y lo que hace es perder el espacio que brinda Cronos cuando no se le pone más velocidad de la que conlleva. Al comienzo de los años 50 pasaban por nuestras ciudades los raidistas, provenientes del cono sur con destino a donde llegaran, quienes después se llamaron los caminantes, quienes nos remitían a Rimbaud, “caminante de la ancha carretera por entre los bosques enanos”. Ahora marcho por la ciudad por prescripción médica, pues el galeno me ha recetado caminar para mantener el corazón mejor irrigado, los músculos más firmes, los huesos más resistentes, y me doy cuenta de que me había perdido el paisaje urbano por pasármela leyendo libros como pasajero en el carro. |
¿A qué horas levantaron este edificio, tumbaron esos árboles, colgaron estos puentes, trazaron esta avenida? Desde los años sesenta no caminaba tanto, eran los tiempos ruidosos del obligado septimazo, cuando se tenía la oportunidad de localizar anfitriones sucesivos para el desayuno, el almuerzo y la comida sin olvidar la bebida. ¡Eran tiempos aquellos a cual más bellos!
Esto me hace acordar de la
Cali de mi bisabuelo, don David Raza, procedente de Ambato, en el Ecuador, quien
vivía con su esposa la bisabuela Delfina, con su hija Zoila Raza, con mi abuelo
Luis F. Ramos, sastre de alcurnia, y sus hijas Lyda y Marina y sus nietas las
mellizas rubia y morena, en la calle 19 con 11D, enfrente de una fábrica de
tejidos que nunca apagaba sus telares y al voltear de la destellante Platería
Ramírez, a media cuadra de donde empezaba la zona de tolerancia, precisamente
del bar Acapulco, donde yo iba todavía de pantalón corto a ver bailar por la
ventana a Janeth, una doble de María Félix, hasta que la policía me mandaba de
vuelta a casa.
|
|
destinos, compraba bananos enanos para llevarle a su biznieto, y dirigía su regreso a la casa de mis papás, en San Nicolás, a descansar en la mecedora en tanto yo le leía de El Tiempo las aventuras de Don Pancho, que él celebraba con risotadas, porque yo por entonces no sabía leer y le inventaba los diálogos de don Pancho y doña Ramona.
Después de mi corta y lenta y
fraudulenta lectura él pasaba a contarme historias de las sierras ecuatorianas,
de los cruces de las familias Ramos y Raza, del nacimiento de los vástagos, de
la migración masiva a Colombia en la que algunos se quedaron en Ipiales y en
Pasto y los más llegaron a Cali, hasta que se iba quedando dormido y entonces yo
me paraba a comerme los bananitos. |
|
|
|||||||
© El Imparcial Editores S.A.S
| Contacto
57 606 347
7079
© 1948-2009 - 2024 - El
Imparcial - La idea y concepto de este periódico
fue hecho en Online Periodical Format (OPF) que es un
Copyright de ZahurK.
Queda prohibido el uso de este formato e idea (OPF) sin previa autorización
escrita de ZahurK |