Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.362-942

Fecha: Sábado 09-11-2024

 

EDITORIAL

 

Una nación que vive de milagros

 

Colombia es un país que desafía la lógica. En nuestras calles, el ritmo de la cumbia y el vallenato se mezcla con un telón de fondo de incertidumbre. Es como si, por un milagro, existiéramos en un frágil equilibrio entre la fiesta y el abismo. Sin embargo, esa celebración constante esconde una realidad que duele: un pueblo acostumbrado a la corrupción, que lo toma como una parte inevitable de la vida.

La corrupción no es un secreto, es una enfermedad que todos conocemos y aceptamos con resignación. De tanto verla, hemos desarrollado una especie de inmunidad emocional. Nos movemos por la vida con la esperanza de que la próxima gran crisis no nos toque de cerca. Y en este perpetuo estado de espera, nuestra capacidad de reacción se ha erosionado. Cuando la catástrofe llega, ya no nos queda fuerza para indignarnos. Simplemente, la aceptamos como parte del paisaje.

Lo más preocupante es cómo esta enfermedad ha contagiado a las nuevas generaciones. Los jóvenes, que deberían ser el motor de cambio, parecen cada vez más convencidos de que luchar por un futuro mejor en un país tan corroído es un esfuerzo inútil. Han visto a sus mayores batallar sin éxito, y ahora, inmersos en un ciclo de conformismo, prefieren refugiarse en la apatía. Esta resignación es una de las manifestaciones más tristes de nuestra "enfermedad colombiana".

Pero, a pesar de todo, Colombia sigue avanzando, aunque sea por milagros. Obras de infraestructura, avances culturales y éxitos deportivos surgen entre el caos, casi como si fueran bendiciones inesperadas. Sin embargo, la pregunta es inevitable: ¿por qué seguimos esperando un milagro? ¿Por qué no podemos construir un país que funcione sin la necesidad de intervenciones divinas? La respuesta parece simple: no hemos conocido otra forma de hacerlo. Nuestros líderes, desconectados de la realidad del ciudadano común, ofrecen soluciones que suenan románticas pero están vacías de empatía y comprensión.

Estas propuestas exigen sacrificios desproporcionados de quienes ya viven al límite, luchando por sobrevivir con salarios precarios. Así, el país permanece atrapado en un ciclo de promesas incumplidas y esfuerzos que nunca llegan a rendir frutos tangibles.

Entonces, ¿qué nos queda? Nos queda, quizás, un último atisbo de esperanza: la posibilidad de que, al reconocernos como parte activa de este sistema corrupto, encontremos la fuerza para romper el ciclo. Pero, si seguimos esperando un milagro sin movernos, seguiremos bailando al borde del abismo, sin saber qué nos espera en el próximo compás.

 

¿A dónde van nuestros impuestos?

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Esta práctica milenaria que han impuesto los soberanos a sus súbditos y hoy en día el Estrado que va de la mano de los políticos, nos comprime y nos hace vomitar nuestras viseras para que el establecimiento sobreviva.

 

En el mundo primitivo siempre ha sido normal esta práctica gubernamental. Y para todos es lógico que esto se haga sin ningún cuestionamiento y sin un raciocinio sobre dónde irán esos dineros que recibe el Estado.

 

Las sociedades han evolucionado genéticamente y lo que antes era una práctica normal hoy es un hecho cuestionable, porque esos dineros salen del esfuerzo de millones de seres que trabajan y pagan impuestos y no reciben nada a cambio.

 

Nuestra sociedad se siente acorralada por la cascada de impuestos que le vienen imponiendo en nuestros días los políticos al pueblo. Esto hace que el crimen aumente y la corrupción se afinque en las instituciones de Estado y esta simbiosis impida que las ciudades crezcan saludables.

Los impuestos que recibe el Estado diariamente, son fortunas que desaparecen sin que nadie se entere a dónde fue a parar esas contribuciones. De ese erario sólo una mínima parte llega a los sitios que realmente deberían recibir esos dineros.

La ignorancia del pueblo es la base para que crezcan estas situaciones y nunca ellos reciban lo que les pertenece y por lo que han pagado.

La salud pública es una de las infraestructuras donde deben ir esas contribuciones, pero solo llega gota a gota unos dineros para que sobrevivan y la gente gravite como si ellos fueran los culpables de lo que está pasando. Si la salud falla, el sistema se desploma y eso es lo que está pasando cuando se desvían lo recaudado.

La medicina privada es uno de los más grandes negocios porque ella vive de millones de pacientes que pagan de sus bolsillos los costos de la atención médica. A su vez  hacen simbiosis con las aseguradoras para que todo funcione en beneficio de ellos y no de los pacientes.

 

Es una obligación del establecimiento velar por la salud del pueblo, porque ese pueblo es el que sostiene el establecimiento y mantiene la economía en movimiento. El pueblo paga para que todos los servicios básicos sean cubiertos con el pago de sus impuestos y no para sostener una burocracia del Estado que le paga a miles de empleados con sueldos como prestación por haber apoyado al candidato en la campaña electoral.

 

Si la sociedad tuviera un mayor conocimiento de cómo funciona la economía de un país y estuviera atenta del movimiento de esos dineros, no pasaría tantas necesidades en el transcurso de su vida. Porque los políticos ya no serían políticos

 

 

 

corruptos sino  servidores públicos que se acogen a las leyes que rigen una comunidad.

 

La gran mayoría de los países están como están, es porque los ciudadanos creen por acto de fe lo que dice un individuo en campaña y no porque realmente conocen la economía de su territorio.

 

Estudia bien al candidato, que ha hecho y en que ha triunfado, Ahí tienes la respuesta de lo que será el futuro.

 

LOS TRAQUETOS NO EXTORSIONAN,

DECRETAN


Crónica 1002


Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio: https://youtu.be/JXC5sQR-fOg


El país cada vez se va acostumbrando más y más a aceptar que hay regiones enteras donde el gobierno de Bogotá ya no manda y, lo que es peor, hay alcaldes y gobernadores que ejercen su mandato como autoridades sobre barrios, comunas y municipios en donde los que disponen son los ejércitos de los traquetos (mal llamados disidencias) o las bandas armadas urbanas.

Nadie parece inmutarse, ni es motivo de respuesta categórica de medios, redes y gobernantes cuando nos informan que a una joven trabajadora del puesto de Supergiros en Bosconia la acribillaron a balazos.

Menos que se irritan por la frescura que delata el video donde el asesino acribilla a Marlen de 19 años y madre de una criatura de pocos meses y quien atendía a sus centenares de clientes diarios para llevar el sustento a su hogar.

Y, por supuesto, no hay quien diga algo porque con tal asesinato se descubre que el Ejército de Traquetos que controla esa zona del país había decretado que todas las oficinas de la empresa Supergiros en Cesar, Magdalena y Guajira no podrían seguir funcionando y deberían permanecer cerradas.

Lo criminalmente novedoso es que, según lo narran los administradores del servicio público de giros, ellos no habían sido extorsionados previamente.

Solo les han dado la orden de cerrar, de dejar de brindar trabajo a mucha gente y de hacerles la vida imposible a pueblos enteros donde no existen sucursales bancarias. De nada ha valido el acompañamiento policial que algunas autoridades civiles han solicitado que les brinden. El Estado ha perdido la batalla.

Los que decretan son los Ejércitos de los Traquetos. Los que deciden sobre en qué pueden trabajar miles, tal vez millones de compatriotas que viven en los territorios donde ellos mandan, son ellos.

Obviamente como la política del actual gobierno es conversar de igual a igual y sin contraprestaciones con los nuevos dueños de la nación los asesinos de Marlen se sienten crecidos e intocables y todos terminan obedeciéndoles.

El Porce, noviembre 9 del 2024

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
Laurie Agront

Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
María  Molina

 

Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan

Nadeem Khan

Jawaad Malik

 

Colaboradores

Jotamario Arbeláez
Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 
Edgar Cabezas

Gongpa Rabsel Rinpoché

Guillermo Navarrete Hernández
Iván Pulido

Teresa Pardo

Agustin Perozo
CONTACTO
Tel. (57) 606-347 7079
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