EDITORIAL
Redención y
Abandono
En Colombia, la muerte de líderes
sociales no es un secreto, sino una llaga que resuena en la
conciencia colectiva. Cada vez que un líder decide alzar la voz en
defensa de derechos fundamentales, se sella un contrato implícito y
oscuro: su vida se convierte en moneda de cambio por la tranquilidad
de los demás. Este sacrificio, lejos de ser glorificado, revela el
carácter absurdo de un sistema que valora más la disuasión y el
arrepentimiento forzado que la protección genuina de quienes
representan la ética y la solidaridad.
Aceptar que la vida humana adquiera un valor cualitativo por el
simple hecho de abogar por un "deber ser" social es, quizás, el
mayor acto de valentía. Estos líderes, quienes se colocan al frente
de las comunidades y luchan por derechos que deberían ser
inalienables, se enfrentan a un destino marcado por el riesgo y la
violencia. Es un acto que debería indignar profundamente a una
sociedad que se precie de valorar la justicia y la equidad. Sin
embargo, la realidad es otra: las garantías para estos defensores
existen solo en el papel, mientras que en la práctica sus muertes se
convierten en un ritual predecible y casi resignado.
¿Por qué en un país que se ufana
de procesos de paz se continúa diezmando a quienes actúan desde la
moral empática y la recta razón? Una respuesta yace en la dualidad
de la justicia colombiana, que prioriza la redención y perdón para
los perpetradores mientras los héroes silenciosos quedan
desprotegidos. Este fenómeno, sustentado en una interpretación
superficial del cristianismo que exalta el arrepentimiento, permite
que aquellos que han hecho del mal su negocio encuentren en el
perdón no solo redención espiritual sino ventajas materiales.
Este sesgo hacia la indulgencia
premia al arrepentido antes que al virtuoso. Así, los grandes
transgresores, con sus actos calculados, no solo negocian su salida
del abismo moral, sino que prosperan en un sistema que parece
diseñado para privilegiarlos. Mientras tanto, el verdadero
arrepentimiento y el cambio sincero de actitud se pierden en el
ruido de las negociaciones y los acuerdos.
¿Es esta la justicia que deseamos? En un país donde las soluciones
se negocian desde el miedo y no desde un genuino anhelo de cambio,
las muertes de los líderes sociales seguirán siendo parte de un
ciclo macabro. Proteger a quienes actúan por convicción y no por
beneficio debería ser una prioridad real y urgente. Solo entonces
podremos decir que avanzamos hacia una paz que merezca ese nombre.
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La guerra de los
patrones
Por: Zahur K. Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Todos somos ricos y todos somos
pobres según las circunstancias. La riqueza es una expresión que se
utiliza para enaltecer algo que está más allá de lo común, y algunos
quisieran estar en esa posición.
La evolución humana nos separó y nos dio a cada uno un puesto en el
arco iris. Por mucho que deseemos estar en otra esfera, siempre
estaremos en el lugar que la madre naturaleza nos asignó. Aquí es
donde nace el problema individual, porque unos siempre van a estar
en su hábitat, aunque no hagan nada por cambiarlo.
En la búsqueda del poder se establecen herramientas que permiten
ilusionar a los más simples para que produzcan y elaboren todo tipo
de elementos que van a enriquecer a los señores que manipulan en
nombre del bienestar social. Todo funciona aparentemente con
normalidad porque la capacidad de raciocinio es simple, y el medio a
su vez es igual.
El patrón nace cuando el más
fuerte y hábil subyuga a los demás. Este siente que los demás lo
respetan y lo siguen. Pero, hoy en día las cosas han cambiado
sustancialmente, aunque las raíces sigan siendo las mismas.
Hoy en día, ese patrón aparece en diferentes circunstancias porque
ya no son los mismos escenarios. El dinero da ese poder, sin
importar quién es el personaje. Ya no se trata de violencia, sino
del poder adquisitivo que ejerce quien es más rico en términos
económicos.
El patrón básicamente ya no es un individuo, es una corporación, una
entidad o un conglomerado corporativo quien controla todo: la bolsa,
telefonía, internet, banca, comunicaciones, medicina y aplicaciones.
Los demás invierten en ellos para hacer parte de ese poder.
Los políticos son unos parásitos
mantenidos por estos grupos a quienes hacen lobby en el Congreso. A
esto se suma la democracia, que, aliada con la corrupción, se
convierte en el patrón de los patrones. Aquí no hay “Illuminati”, ni
“los sabios de Sion”, ni toda esa literatura que ha creado grupos
imaginarios que rigen o controlan el mundo.
El mundo lo controla la corrupción nacida de la democracia, unida
con los políticos de turno y las grandes corporaciones. Los
individuos solo sirven y actúan según donde estén ubicados, por el
tiempo que existan o sean serviles al propósito de ese momento.
En esta era, una minoría es su propio patrón y lucha por sobrevivir
a las economías que otros imponen para mantener el ritmo de la
economía mundial.
Al ser humano lo están obligando a trabajar como esclavo de sus
propios gustos y libertades. De esta manera, él se siente a gusto
pagando por su recreación y por todos aquellos que lo hacen ver
importante ante los demás. Por eso, paga en exceso por cosas banales
que otros construyen y producen masivamente para llenar la
autoestima del individuo.
Es difícil bajarse de esta montaña rusa cuando ya casi todos están
montados y creen que lo están haciendo bien.
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Integral
Por: Edgar Cabezas
La propuesta de reforma agraria y desarrollo rural integral
en cabeza del Ministerio de Agricultura y liderada por la Agencia Nacional de
Tierras, entidad adscrita a ese ministerio, ha venido constituyendo con la
participación de las organizaciones campesinas, los Comités Municipales de la
Reforma Agraria y Desarrollo Rural Integral. El objetivo primordial es
formalizar la propiedad de los predios rurales en las personas, hombres y
mujeres que durante un tiempo determinado los han estado ocupando de manera
ininterrumpida, ejerciendo las actividades propias de la agricultura.
A su vez, los Comités Municipales de la Reforma Agraria y Desarrollo
Rural Integral, tendrán que ir profundizando en los territorios, los mecanismos
asociativos de las unidades familiares campesinas de cada uno de los predios
contenidos en las veredas rurales municipales, mediante un barrido predial que
identifique las actividades productivas de cada una de las familias y las
correspondientes prácticas de manejo integral en el uso de la maquinaria, los
instrumentos de labranza, los insumos, enmiendas, y aplicación de pesticidas que
garanticen la salud y la vida de todas la poblaciones de animales, plantas y
sustancias que habitan el suelo, el agua y la atmosfera.
En casi todos los esquemas y planes básicos de ordenamiento territorial
de los municipios de quinta y sexta categoría, clasificados en estas categorías
en razón al número de habitantes, se ha determinado que su vocación es agrícola
y ecoturistica. Dentro de esta clasificación en los usos del suelo se ha
determinado que están destinados a la agricultura tradicional campesina y a las
actividades forestales protectoras-productoras.
Sin embargo, los conceptos “agricultura tradicional campesina y
forestales protectoras-productoras” adolecen de contenido que las especifique y
describa con identidad en cada una de sus correspondientes características en
cuanto al manejo de prácticas, maquinaria, tecnología, semillas y las especies
forestales que se encuentran adaptadas para cumplir con su función protectora y
productora de los atributos que garantizan la vida en el entorno de los
territorios.
Para hacer realidad la reforma rural y el desarrollo rural integral en
Colombia sin que las prácticas, tecnologías y sustancias de síntesis química de
abonos y pesticidas afecten la salud de la comunidad, la sanidad animal y
vegetal o causen deterioro del ambiente, se requiere de un método en el que la
conciencia campesina de los agricultores de las diferentes etnias y culturas y
de las entidades del Estado definan con propiedad la transición de la
agricultura de síntesis química y de roturación del suelo hacia el manejo y las
prácticas propuestas por la agroecología. Es así como se debe garantizar que el
abasto de los alimentos de la canasta familiar sea sostenible.
Cuanto más rápido suceda la transición, podrán evitarse los conflictos
que ya se están produciendo entre los habitantes rurales que tienen formalizada
su propiedad, que viven en el campo, aman la tierra y que han hecho remediación
en el uso del suelo campesino, y los propietarios ausentes que arrendan sus
predios a productores de monocultivos que sin regulación alguna van destruyendo
e intoxicando la vecindad rural.
En días recientes, ante la protesta de un productor apícola por la
aplicación de los pesticidas utilizados para el control de las plagas que atacan
el monocultivo de la papa, los paperos le respondieron a bala al apicultor,
evidenciando los conflictos existentes entre el derecho al trabajo y el derecho
a gozar de un ambiente sano. Pues bien, estos serán temas que tendrán que ser
armonizados de manera dialogante y pacífica en los Comités Municipales de la
Reforma Agraria y Desarrollo Rural Integral, entre los campesinos y las
entidades territoriales municipales.
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