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Por otro lado, el
fondo de inversión Silver Lake estaría negociando la compra de una participación
mayoritaria en Altera, una división de Intel especializada en chips para redes
de telecomunicaciones. Intel adquirió esta unidad en 2015 por 17,000 millones de
dólares, pero su venta podría ayudar a la empresa a obtener liquidez en medio de
la crisis.
Un golpe a la historia de Intel
El declive de Intel no solo afecta a la empresa, sino que también sacude al
mercado global de semiconductores. La compañía ha sido una de las pioneras en la
industria, con innovaciones que marcaron la evolución de la informática durante
décadas. Sin embargo, el cambio en la dinámica del sector, con la creciente
competencia de fabricantes como AMD, TSMC y Samsung, ha puesto en evidencia la
necesidad de adaptación.
Los errores estratégicos de los últimos años han pasado factura. Mientras AMD
apostó por una arquitectura más eficiente y TSMC consolidó su liderazgo en la
producción de chips avanzados, Intel se quedó atrás en la carrera por la
miniaturización y la optimización de procesos. Su intento de recuperar terreno
con inversiones masivas llegó tarde y ahora enfrenta un mercado que ya ha
cambiado las reglas del juego.

El nuevo CEO, David
Zinsner, tiene una tarea titánica por delante: redefinir la estrategia de la
empresa, recuperar la confianza de los inversionistas y, sobre todo, frenar la
sangría financiera. Las próximas decisiones serán cruciales para determinar si
Intel logra resurgir o si su declive se convierte en un capítulo irreversible en
la historia de la tecnología.
Por ahora, la compañía sigue siendo un actor relevante en la industria, pero su
posición dominante ha quedado en el pasado. La pregunta es si aún tiene tiempo y
recursos para reinventarse antes de que sea demasiado tarde.
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La
gigante de los semiconductores Intel atraviesa una de las mayores
crisis de su historia. En el cuarto trimestre fiscal de 2024,
Advanced Micro Devices (AMD) superó a la histórica empresa de Santa
Clara en el mercado de chips para centros de datos, un hito que
confirma la profunda transformación del sector y la pérdida de
liderazgo de Intel. La compañía registró una caída en sus ingresos
en este segmento, quedando en 3,400 millones de dólares frente a los
3,860 millones de dólares de su rival, lo que supone un crecimiento
del 69 % para AMD.
Las cifras son solo un reflejo de un problema mayor. Intel reportó
pérdidas totales de 16,000 millones de dólares en el último
trimestre y anunció medidas drásticas para intentar frenar la
crisis, incluyendo la reducción del 15 % de su plantilla y la pausa
en la construcción de nuevas fábricas en Europa. Estos recortes
forman parte de una estrategia de reestructuración orientada a
recuperar rentabilidad en un mercado cada vez más competitivo.

El
fin de la era Gelsinger
La salida de Pat Gelsinger como CEO marcó un antes y un después en
la empresa. Gelsinger, que había iniciado su carrera en Intel en los
años 80 y contribuyó a la creación de tecnologías clave como Wi-Fi,
USB y la familia de procesadores Intel Core, regresó en 2021 con la
difícil tarea de recuperar la empresa en medio de la creciente
presión de competidores como TSMC y Samsung.
Desde su retorno, Gelsinger apostó por una estrategia de expansión
agresiva, con millonarias inversiones en nuevas plantas de
producción para reducir la dependencia de los fabricantes asiáticos.
Además, logró que el Congreso de Estados Unidos aprobara la Ley de
Chips, con la que Intel recibió hasta 7,860 millones de dólares en
subsidios para fortalecer la producción nacional de semiconductores.
Sin embargo, estas iniciativas no fueron suficientes para revertir
la tendencia negativa.
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En 2022, la compañía
sufrió una caída del 25 % en sus ingresos por chips para PC y perdió cuota de
mercado en los centros de datos frente a AMD. Esta situación llevó a Gelsinger a
una encrucijada: marcharse o ser despedido. Finalmente, el directivo presentó su
renuncia y fue reemplazado por David Zinsner, quien hasta ese momento era el
director financiero de la compañía.
¿Un futuro
incierto o una oportunidad?
El panorama para Intel es complicado, pero no todo está perdido. Informes de
Bloomberg y The Wall Street Journal revelaron que el presidente Donald Trump
habría sugerido a la taiwanesa TSMC, principal fabricante de chips de Apple,
considerar una inversión conjunta con Intel en el sector de fundición de
semiconductores. Esta propuesta encaja con la estrategia de Estados Unidos de
reforzar su independencia en la producción de chips avanzados, reduciendo su
dependencia de TSMC y de la manufactura en Asia.
A pesar de que la idea podría beneficiar a Intel desde un punto de vista
geopolítico, la incertidumbre sigue siendo grande. La compañía taiwanesa no
haría una adquisición, sino una inversión estratégica, lo que significa que
Intel deberá demostrar que puede aprovechar los recursos para volver a la senda
del crecimiento. Con una docena de centros de producción en Europa y EE.UU., la
empresa aún tiene activos valiosos que podrían jugar a su favor en el largo
plazo.
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