|
|||||||
Pereira, Colombia - Edición: 13.461-1041 Fecha: Sábado 12-04-2025 |
COLUMNISTA |
|
-11 |
||||
RETRATO DEL NADAÍSTA CACHORRO
Por: Jotamario Arbeláez
La iniciación
El problema capital de mi infancia fue el de la
existencia de Dios. Mi madre tenía la prueba reina en un medallón
que le colgaba del cuello, una cruz copta de oro con la adición de
los cuatro clavos ─herencia de su bisabuela ambateña─, que según la
leyenda familiar había traído el conquistador Almagro el Viejo para
convertir a los indios infieles con solo mostrárselas, lo que no le
salvó de ser ejecutado por Pizarro para birlársela, quien a la vez
fue asesinado por Almagro El Mozo para recuperarla. Pero mi padre
negaba de plano la existencia de cualquier ser superior.
|
nos dirigimos en busca del padre Lamberto. Oraba transfigurado en
el presbiterio. Dos gotas de sudor le rodaban desde ambas sienes. En las naves
de la iglesia no había ni un alma. Esperamos discretos a que terminara su
santísimo sacrificio. En tanto contemplamos la efigie de San Roque con los ojos
al cielo y un rictus doloroso, levantando el borde de su falda café para mostrar
la llaga de la rodilla que un perro más santo que él le lamía con su larga
lengua. Nos llamó la atención el halo de metal dorado ligeramente ladeado contra
el ojo derecho, como usaba el sombrero el gánster de las películas.
|
|
del presbítero sino del tragaluz del vitral, como si quien hablara fuese la misma iglesia. Te he puesto en este mundo ilusorio para que niegues, no sólo lo que crees que no existe, sino incluso todo lo que veas a tu alrededor. Vivirás una larga vida y conocerás de tus prójimos aparentes sus conductas que han de llevarles a la destrucción hasta de su sombra. Y tú estarás entre los últimos en desaparecer del mundo de la representación, pero antes habrás de pronunciar mi nombre, te habrás abrazado al madero de mi derrota, y habrás profetizado en un último esfuerzo la imposibilidad de la salvación ─que consistiría en existir─, sin el previo arrepentimiento de la criatura.
El tiempo se había detenido. Como en un montaje teatral, los personajes se habían congelado, sólo estábamos la voz y la luz, y yo en medio. Percibí que las potencias del aire me hacían cosquillas de la cabeza a los pies. Mi alma se embriagó de perfumes. Me sentí ingrávido como el día de mi primera comunión, a pesar de haber recibido la sagrada forma con beneficio de inventario. Salí de la iglesia pisando espumas, seguido por Víctor Mario quien quería saber qué me había dicho el cura, porque a él se le habían ido momentáneamente las luces.
|
|
|
|||||||
© El Imparcial Editores S.A.S
| Contacto
57 606 347
7079
© 1948-2009 - 2025 - El
Imparcial - La idea y concepto de este periódico
fue hecho en Online Periodical Format (OPF) que es un
Copyright de ZahurK.
Queda prohibido el uso de este formato e idea (OPF) sin previa autorización
escrita de ZahurK |