Pereira, Colombia - Edición: 13.465-1045 Fecha: Jueves 17-04-2025 |
COLUMNISTA |
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Cuatro poetas vuelven a casa
Por: Jotamario Arbeláez
Durante
este año de tenebra he tenido noticia de la desaparición de cuatro
de mis más amados poetas, y no he sido capaz de expresar mi dolor
con las yemas de la escritura, tal vez por no aceptar que ya no
pisan la tierra, que ahora los pisa a ellos. Pero el hecho es que se
esfumaron y no los volveré a ver sino en los libros que me dejaron.
Y en una que otra foto de esas que toma el tiempo. Han muerto muchos
otros, asumo, como se van apagando estrellas.
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pisadas. Con los
abundosos buenos whiskies de la época nos celebramos mutuamente, en 2006 y 2008,
nuestros premios “Chino” Valera Mora, en compañía de esos otros dos rotundos
amigos, Juan Calzadilla y Enrique Hernández D´Jesús. “Que tus manos no muevan
más esos cabellos, / Que tus ojos no escudriñen más esos ojos, / Pues se cansa
el caminante que en la cumbre se detuvo / Y que el camino no pudo determinar su
fin”. Se fue yendo el 4 de marzo.
Guillermo Martínez González había nacido en La Plata, Huila, en el 52. En 1980 nos conmovió con su Declaración de amor a las ventanas, y en el 88 con sus traducciones
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de poesía china El Bosque de los Bambúes, pues en Oriente pasó algunos años como asesor de la revista China Hoy. También tradujo de la lengua inglesa a Yeats, Roethke y Patchen. Decidió convertirse en librero y fundó Trilce, donde nos dábamos cita los poetas a husmear sus tesoros recién adquiridos, libar el añejo vino de la amistad y chismorrear de lo lindo. Nadaba en sus volúmenes como Rico McPato en su piscina de dólares. “Así quisiera escribir mi poesía: desnudo / Casi invisible: cantando / Como un pájaro de luz sobre la muerte”. Se dejó ir el 26 de septiembre.
Rodolfo Hinostroza era de la Lima del 41. Poetazo, gastrónomo y astrólogo, comedor de estrellas. Traductor en París de Le Clézio, de Boris Vian y Peret. Era la gracia andando, la caballerosidad galopante, cada palabra suya era como un abrazo. El benefactor es un cuento soberbio, donde un oscuro profesor gana sucesivos premios con libros que no ha escrito. Su poesía completa, editada por Visor, se atesora como su sarcófago luminoso. “No volverá a dejarnos / la luz del sol en ese frágil burladero del sueño, que convoca / las furias y las penas”. Se apagó sonriendo el 1 de noviembre.
Ellos salieron a
encontrarse consigo mismos. Los que quedamos solos somos nosotros. Ora pro nobis.
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