Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.473-1053

Fecha: Sábado 26-04-2025

 

EDITORIAL

 

Donde manda el miedo

 

En ciertos rincones del país, la violencia no se mide en balas, sino en silencios. Es el mutismo impuesto por el miedo, la censura que no viene de la ley sino del fusil, la rutina alterada por el rumor de que hay zonas donde ya no manda el Estado, sino el miedo. En esas regiones, la palabra “paz” suena tan ajena como la promesa de justicia.

El conflicto no necesita anunciarse con grandes titulares. Basta un panfleto, una advertencia lanzada al viento, o la imposición de nuevas “normas” para recordar que la guerra sigue ahí, disfrazada de control territorial, legitimada por el discurso y protegida por la distancia.

Es alarmante que aún existan actores que pretendan regular la vida civil, como si tuvieran el derecho de dictar quién puede transitar, a qué distancia deben vivir los ciudadanos de las instituciones o qué símbolos deben portar los que protegen vidas. Como si tuvieran autoridad sobre lo que nunca les ha pertenecido: la cotidianidad de la gente.

 

Pero más preocupante aún es la naturalización de esa presencia armada. Cuando las amenazas ya no sorprenden, cuando se obedecen por simple necesidad de sobrevivir, se está perdiendo más que el control territorial: se está cediendo la noción misma de ciudadanía.

 

La paz no puede depender de silencios impuestos ni de acuerdos que se rompen al antojo de quienes empuñan armas. Tampoco puede sustentarse en treguas que terminan en amenazas encubiertas de códigos de conducta. La paz real no se negocia con condiciones de sumisión; se construye con garantías, con justicia, y con un profundo respeto por la vida civil.

Que un actor armado intente imponer su propia ley es un síntoma de una enfermedad que nunca se curó del todo. Y lo más grave es que en medio del ruido de los discursos, quienes quedan atrapados entre los bandos siguen siendo los mismos: comunidades rurales olvidadas, familias desplazadas, líderes silenciados.

El control no se gana con balas ni con panfletos. Se gana con legitimidad. Y esa no se impone: se construye. Mientras se permita que el miedo reemplace al Estado, cada tregua rota será un recordatorio de que la guerra, lejos de acabarse, solo cambia de rostro.

Porque mientras haya quienes se arroguen el derecho de regular la vida ajena desde las sombras, la verdadera paz seguirá siendo apenas una esperanza aplazada.

 

 

 

Para interpretar dos tiempos a través de la historia

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

La condición del ser humano lo ha moldeado para repetir su historia, aunque la desconozca. Su información genética lo lleva a actuar como sus antepasados porque es lo que conoce y ya está impregnado de la experiencia que ellos tuvieron y hoy hace parte de su intuición. Por eso la Biblia es una repetición de hechos que se dan una y otra vez como si fueran únicos.

Nuestra vida está llena de eventos similares al pasado, pero ahora con cambios sustanciales porque hemos dejado atrás el primitivismo en el que se había vivido y del que la humanidad se alimentó intelectualmente por siglos.

Desde la época de la Mesopotamia hasta hace 250 años las sociedades más avanzadas eran primitivas en relación a lo que hoy somos. Los principios higiénicos, salud y tecnológicos los hemos desarrollado recientemente en su sentido de magnitud. Hoy estamos frente a una realidad que parece confusa pero que ya podemos controlar muchas cosas que eran imposibles.

Hablando de Colombia, nuestra sociedad ha sido mal orientada, hemos sido criados sin criterio que nos permita ser una sociedad unida, buscan intereses comunes y con sentido de crecimiento nacional y más bien con ideas separatistas e individuales olvidando que la unión y la unidad dan más poder en todos los sentidos.

Se ha fomentado el individualismo y pensar que una sola persona lo puede lograr todo sin tener en cuenta que en sociedad son más fuertes que individualmente. Esta ha sido una de las razones por las que cada cual tira para su lado y los políticos que no tienen capacidad intelectual se aprovechan de este desorden y generan más desorden.

El país está como en los años 40s y 50s y nadie se ha enterado. La gran mayoría son menores de sesenta años y no conocen la historia. Hay más movimientos políticos y politiqueros que en el pasado, con la diferencia que en el pasado eran estadistas

La muerte de Gaitán por un lobo solitario desencadenó una guerra que no ha terminado de saldar cuentas, éste y Luis Carlos Galán representan dos hechos que parecen diferentes, pero en esencia llegan a un desencadenamiento criminal y una sociedad que sigue en manos de ignorantes oligarcas pobretones que no dejan que el país avance productivamente, porque nadie puede tener más que ellos.

Un Rojas Pinilla contemporáneo debe de estar a las puertas esperando tocarlas y el
descontento suena tan fuerte que los golpes retumban por todas partes. La gente sabe que algo está pasando, como una

 

 

 

muerte anunciada. Pero todos tienen las puertas cerradas como una forma de decir aquí no está pasando nada.

Si se detienen a analizar lo que pasó en el pasado con el presente hay puntos que convergen y no pueden ayudar a que la historia no se repita como una película de ciencia ficción.

 

SOLO LE FALTÓ SER MINISTRO
Crónica #1101

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

Audio: https://youtu.be/N_kQCGOGeNU

 

Las diferencias entre Buga y Tuluá se remontan a las épocas de la colonia. Buga fue el asiento de los hidalgos que venían de España y no se mezclaban con las indígenas hasta llegar a una endogamia extrema y a tener un palo de papaya en todas las casas solariegas para amarrar al bobo.

Tuluá fue amasijo de paisas rebeldes, mestizos y zambos con dediparados españolitos aspirantes a ser hidalgos. En Buga han nacido 34 ministros de Estado y un presidente de la república.

En Tuluá apenas hemos tenido uno solo: Antonio José Urdinola. Obviamente en tales condiciones ser proyectado nacionalmente desde Tuluá ha sido más difícil pues el roscograma republicano no ha sido consecuente con mis coterráneos.

Todo esto lo recuerdo porque el domingo cumple 90 años un tulueño que solo le faltó ser ministro: Jorge Restrepo Potes. Fue concejal y alcalde del pueblo, diputado, representante a la Cámara y senador y secretario de los gobernadores Lloreda y Rengifo Salcedo.

Yo le guardo inmensa gratitud a más del profundo respeto que en mi casa me enseñaron a tener por Federico Restrepo White, su padre, y por esa inolvidable mujer que fue su madre Berta Lucía.

Fue Jorge Restrepo quien me publicó en el remoto 1967 la primera columna periodística de mi vida en su semanario liberal que seguía la línea de Carlos Holmes, el viejo. Y eso, visto en la perspectiva de lo que he logrado ser en la vida, tiene un valor grato incalculable porque fue aquella vez, de hace 58 años cuando comencé este oficio que no he dejado de ejercer diariamente. Opinar entonces sobre la excelsa carrera jurídica del abogado Restrepo Potes o narrar como a sus 90 años no solo abruma con su lucidez o con su temple o con su cordialidad y vitalidad, me resultaría sesgado.

Él ha sido un liberal tulueño, orgulloso del terruño y de su partido donde haya estado y eso para un provinciano fututo como yo, es más admirable que otra cosa porque gente así no ha vuelto a nacer.

El porce, abril 26 del 2025

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
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Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
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Soporte Tecnológico
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Colaboradores

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Gustavo Álvarez Gardeazábal

Rubén Darío Varela Hurtado

 

 
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