EDITORIAL
¿Y la cultura pa qué? I
Oh, la gran Pereira, incontables:
talentos, grupos sociales, líderes, intelectuales, altruistas y un
sin número de bienaventurados ciudadanos de la gran Risaralda.
Bienaventurados: sí, pero a los ciudadanos no llegamos todavía. La
famosa ciudadanía colombiana sólo funciona para geolocalizar a los
nacidos en este pedazo llamado Colombia, Risaralda o Pereira, pero,
de allí no pasa, no existe todavía una buena conexión entre lo que
es un sujeto y una sociedad. Es decir, como ciudadanos fallamos, y
por ello existe una división isomórfica abismal.
Pero ¡que no cunda el pánico! sólo es una cuestión cultural. La cosa
cultural, sólo tiene un problema, no tiene nombre preciso, en
Risaralda, no existe una finalidad grupal, los jóvenes nacen,
crecen, estudian y se van a buscar vida en otro lugar sin intención
de volver a construir sociedad, puesto que si vuelven es a mostrar,
solo mostrar y fanfarronear de lo que consiguieron en otros lugares,
eso hablando de los que se fueron, mientras que los que se quedaron,
entran en la mayor zona de confort posible, entonces, ni votan, ni
generan estrategias para mejorar su sociedad, sólo existen,
sobreviven, mientras esperan su último día, claro está hablando de
las personas de a pie.
Dejando atrás por un breve momento a los de a píe, nos referimos a
nuestros grandes pensadores, líderes sociales y políticos. De ellos
no hay mucho que decir, sus grandes apariciones sólo son comparables
por sus desapariciones, pero ¿qué están haciendo? a no ser que
tengas alguna relación o interés directo frente a sus acciones, no
volves a saber de ellos hasta la próxima elección y esto es
problemático, en la medida que se crean la gran ruptura entre
políticos y sujetos, entonces no hay quien los unifique por un
propósito igual, y allí nace la pregunta ¿cómo alguien que no camina
por nuestras calles y ve la realidad en sí misma de la ciudad que
representa, puede generar dinámicas que den soluciones propias para
un contexto exacto? posiblemente propondrán soluciones virtuales,
pero estas se quedaran allí, rozando con la belleza y la perfección,
más, aquí no se necesitan, expresiones lindas o perfectas,
necesitamos soluciones, claras para nuestros contextos, sin embargo,
resulta complejo solucionar de algo de lo cual, solo se conoce la
parte teórica.
Entonces, cómo volver ese conocimiento político, esa teoría en un
acto pragmático, puede sonar obvio, pero parece que hemos olvidado
la base de toda sociedad: la cultura, a Risaralda, le hace falta
cultura y no hablamos de una micro cultura, sino, de espacios que
unifiquen y muestran lo grande que es nuestra región, una cultura
que nos vuelva orgullosos de la misma, y no sólo eso, una cultura
que nos obligue a ver por esta región a preocuparnos y aportar para
solucionar las diferentes problemáticas que tenemos, porque si todos
nos entendemos como ciudadanos, entendemos que es trabajo de
nosotros, entendemos que es en nuestras manos donde se encuentra el
desarrollo de nuestra región.
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New York una ciudad que se transforma al ritmo de la migración

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Cuando llegué a New York en el 60 la ciudad era una locura para el
que venía de afuera. Era un chaval y completamente inocente que
apenas entendía las cosas más comunes de la vida. Las primeras
semanas fueron una tortura, hablaba inglés y los sonidos del idioma
eran como una cascada de agua y piedras que se deslizaban en mis
oídos.
Al ingresar al High School fue una experiencia muy traumática, solo
habían tres estudiantes que hablaban español y eran puertorriqueños,
tratábamos de andar juntos pero los blanquitos nos miraban con
simpatía, pero no los negros, ellos siempre nos decían cosas
desagradables, hasta que uno de nosotros se enfrentó y se dio de
puños y ahí quedó marcado el terreno.
Todo fue cambiando y al final nos integramos, porque los deportes
hacen esa magia. Estos años fueron una de las mejores experiencias
de mi vida. Después de la graduación comenzó mi vida en el mundo de
las artes y la literatura. Tenía que prepararme y ser constante si
quería lograr ese espacio que lo veía casi imposible. En el barrio
en que vivían las cosas no eran fáciles, eran los finales del 60 y
la generación hippie estaba llegando a su final. En cierta forma
hacía parte de ella, pero no era hippie.
Cerca de mi casa en la Ave C y 5th St. estaba el Cino Caffe, por la
noche llegaban soñadores que escribían sus propios libretos y
actuaban su obra allí en el caffé. Comencé a conocer a los que hoy
son los grandes del cine, Al Pacino, Robert De Niro y pare de
contar. Todos estábamos en los comienzos de los veinte años.
De allí pasamos al St Adrian en Broadway y la 4 St. después del
suicidio Shinos. Esto duró otros años, Ellen Stewart ya había
comenzado con su teatro experimental La Mama en 4 St entre 2 Ave y
Bowery Street. Una tarde iba para la Mamá y vi que estaban abriendo
un bar en la esquina con Bowery y me llamó la atención. Al otro día
entré a explorar el lugar y apenas lo estaban organizando. Fui a la
barra y me tomé un vaso de vino, allí comenzaron a llegar días
después todos los actores y actrices que hacían obras de teatro en
la Mama. Años después se convertiría en el epicentro en New York del
mundo del Of Theatre. De la Mamá salieron obras que fueron a dar
Broadway.
Fueron tiempos de mucha agitación creativa y trabajo. Por la mañana
estudiaba en Brooklyn
College, por las tardes manejaba un taxi para pagar mis gastos y los
sábados dictaba un taller
de literatura en St Mark's Church on the
Bowery. |
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Esto fue el comienzo de toda una historia que se fue extendiendo por años y que
continúa.
LAS COOPERATIVAS DE CONTRATISTAS
Crónica 1118

Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://youtu.be/kSDkObpoIrU
El exministro Carlos Caballero Argáez propuso el sábado pasado en su
columna de El Tiempo la conformación de un Frente Civil como solución electoral
al avance inusitado y bien planificado de las políticas que aúpa el presidente
Petro.
Muy loable su propuesta pero parte de un error que no por ser aceptado
mayoritariamente deja de ser error. En Colombia ya no existen realmente los
partidos políticos. Los reemplazaron las cooperativas de contratistas bien sean
vestidos de financiadores de cuello blanco o de robagallinas como han resultado
siendo los ordeñadores del actual gobierno.
Como tal entonces el carisma y el nivel de atracción de las ideas para
administrar al país, se disolvieron en el recuerdo.
Los directorios políticos que existían en la mayoría de los municipios
colombianos, son historia patria. Las banderas rojas o azules, verdes o
amarillas, no establecen ningún nexo ni significación para el ciudadano.
Las contiendas electorales se construyen sobre el mayor o menor aporte de
los contratistas y no sobre la militancia partidista.
La dictadura de las OPS, las benditas órdenes de prestación de servicio
con las que reemplazaron la burocracia del Estado son los otrora militantes de
los partidos. Es a través de esa masa, contratada, no convencida, que se
mantiene el poder político.
Los partidos, entonces, solo son estructuras legales disfrazadas para
ajustarse a las caducas normas electorales.
Dejamos de ser una república representada por las colectividades
políticas para ser una república contractual donde todo se hace, se define y se
planifica por el logro o explotación de los contratos.
Y como los contratos han sido siempre, en todos los tiempos de la
historia de la humanidad, la forma más expedita para abrirle las puertas a la
corrupción, el país anda en las que anda.
Si el Frente Civil lo conformarán los contratistas de la licitaciones de
los gobiernos anteriores, los robagallinas que se han lucrado del gobierno Petro
montarían el Frente Amplio para derrotarlos.
El Porce, mayo 6 del 2025
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