Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.483-1063

Fecha: Jueves 08-05-2025

 

EDITORIAL

 

La guerra y sus nuevos rostros

 

En la historia de los conflictos armados, pocas veces se ha visto una transformación tan profunda como la que protagoniza hoy la guerra moderna. Atrás quedaron los tiempos en que la fuerza bruta, el número de tropas o el poderío de grandes tanques decidía los desenlaces. Hoy, un pequeño dron —barato, difícil de rastrear, letal— puede alterar el curso de una batalla o desestabilizar un sistema de defensa. El costo de una ofensiva efectiva ya no se mide en millones, sino en ingenio, tecnología y capacidad de adaptación.

Este cambio de paradigma obliga a repensar todo el concepto de seguridad y disuasión. Ya no es necesario un enorme presupuesto militar para infligir daño considerable. La clave está en la innovación, en aprovechar la multiplicidad de sistemas de navegación, en diversificar los métodos de ataque y en exprimir hasta la última gota de inteligencia estratégica. Esto no es solo una evolución táctica: es una revolución en la lógica del poder bélico.

La concentración de tropas en desfiles y ceremonias militares que antaño eran símbolos de orgullo nacional, hoy se convierte en una amenaza latente. La aglomeración es un blanco perfecto. La guerra contemporánea se alimenta del anonimato, la dispersión y la sorpresa. Las grandes coreografías militares, otrora sinónimo de fuerza y cohesión, son hoy una vulnerabilidad.

En este contexto, la respuesta institucional de algunos Estados ha sido preocupantemente anacrónica. Apegados a una visión ceremonial del poder, se aferran a rituales públicos que los exponen no solo a ataques materiales, sino a derrotas simbólicas. El efecto devastador de un impacto en medio de una celebración militar, aunque involucre a pocos soldados, puede tener consecuencias irreversibles en la moral del país, en su liderazgo y en la percepción internacional.

Lo más grave es que la estrategia de muchos gobiernos sigue ignorando esta mutación. Persisten en esquemas de defensa pensados para guerras del siglo pasado, sin invertir suficiente en ciberseguridad, en tecnología no tripulada, en protección móvil y adaptable. La resistencia al cambio —cuando lo que está en juego es la supervivencia— solo se puede explicar por ceguera institucional o arrogancia política.

La guerra ha cambiado, y quien no lo entienda corre el riesgo de perderla incluso antes de que comience. Ya no basta con tener poder; hay que saber ejercerlo en un mundo donde lo pequeño, lo ágil y lo inesperado pueden desmantelar en segundos lo que décadas de doctrina construyeron. Frente a este nuevo tablero, seguir apostando por fórmulas obsoletas no es valentía, es irresponsabilidad.

 

 

 

Lo que está pasando nos va a llevar a un desorden institucional

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

Estamos en una era donde cada día nos encontramos con nuevas tecnologías y presentaciones políticas. La era feudal no ha desaparecido, simplemente cambiamos los términos para llamarla en un lenguaje diferente que al final es lo mismo.

Hubo violencia en el pasado y la hay en el presente contra quienes no están de acuerdo con las leyes que se imponen para obligar al ser humano a depender de lo que los tecnólogos imponen a través de sobornar a los políticos para que ellos regulen los convenios entre el establecimiento el desarrollador y los políticos. Al final terminamos pagando por el uso de la tierra o de los programas o aplicaciones a quienes lo poseen o los desarrollan.

 

En estos últimos 50 años se ha cambiado la forma de hacer las cosas. De lo real y puntual hemos pasado a lo virtual e intangible, a ser manipulados por programas que nos dicen que debemos hacer o qué puntaje tenemos de crédito para poder obtener una tarjeta con la cual nos van ya a esclavizar.

 

Los filósofos de la dialéctica eran tan primitivos que solo visionaron la fuerza bruta que genera un ser humano y no su parte intelectual. Su capacidad de razonabilidad aún no se les había desarrollado y su razonar se limitó al presente y al pasado porque era lo que conocían. Era esa condición empírica que los llevó por más de dos siglos a seguir el derrotero del siglo de la ilustración.

La situación actual es que no estamos estancados. Estamos en una era donde la riqueza ya no es la búsqueda de oro, diamantes o el tesoro de los Incas o aztecas sino de seguidores a los que se les puedan vender Internet, Wi-Fi, Bitcoin o cualquier herramienta de sistemas que la gente pueda usar.

Los políticos se quedaron entre predicadores y asaltantes de caminos, la cuestión es posesionarse para tener poder de poder vivir de la ignorancia de quienes los eligen.

Hoy el poder está centrado en las redes y los servicios que se ofrecen donde el servidor impone sus servicios amparado por las regalías que les dan a los políticos para que ellos les concedan los derechos a explotar al que esté a la mano. Cuando todos esos servicios deberían ser gratuitos.

La manipulación que hoy se ejerce va más allá que en la época medieval o feudal. En el pasado era la ejecución o las mazmorras donde tiraban a la gente. Hoy funcionan
métodos donde la sutileza llega tan profundamente que el ciudadano termina

 

 

 

perdiendo todo y en la miseria.

Estamos viviendo una realidad donde lo tenemos todo a disposición, pero el mal manejo de los entes administrativos, a su vez mal guiado por la corrupción de las tres partes, el ciudadano que vota, el elegido y el que administra hacen que el ciudadano de a pie y toda la sociedad se sumerja en una existencia donde no hay gravedad para que las cosas funcionen para el bien de todos.

 

EL CÓNCLAVE DE LOS 2 PAPAS
Crónica #1119

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

Audio: https://youtu.be/dEwQepszFm8

 

El optimismo de los católicos fervientes convencidos de que el Espíritu Santo iluminará a los cardenales en el cónclave, se podría estrellar con la simple recordación de los tres episodios en los cuales la Iglesia se dividió en el pasado.

La separación en 1054 de la Iglesia Ortodoxa de Oriente fue la primera. El cisma de Lutero y la entronización del protestantismo hace 500 y pico de años, es la segunda.

 

La apertura de Enrique Octavo con su iglesia anglicana a comienzos del 1500 fue la tercera. Las circunstancias divisionistas de esos tres momentos pueden estarse repitiendo en el cónclave que se inicia hoy.

Lo que han filtrado de las 10 congregaciones de cardenales reunidos con posterioridad a la muerte de Francisco tiene más posibilidades de generar una división que de encontrar una sabia fórmula intermedia.

Las posiciones dizque se han radicalizado mucho y si bien ninguna de las dos tendencias, ni la continuista ni la retardataria, puede aspirar a aplastar a la otra, una minoría sostenida de 40 cardenales de los 133 que se reúnen, puede demorar la elección del nuevo papa llevando desde una negociación por un cardenal que ni quite ni ponga a potenciar la posibilidad de que la tribu sectaria del cardenal Burke, reforzada por la mano dura de Sarah, el purpurado africano, se haga a un lado y terminen eligiendo cada bando su pontífice.

 

Tener dos papas no es imposible aunque sí muy complicado, pero como hasta Trump ha mostrado las ganas de intervenir en la elección como si fuese Carlomagno, conque se garantizará la financiación del papa paralelo sería realidad la apertura de la nueva iglesia.

 

Por supuesto quien se quede con el Vaticano llevaría ventaja en esa hipotética división que solo parece atajarla con la intervención abstracta del Espíritu Santo.

El Porce, mayo 8 del 2025

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
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Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
María  Molina

 

Soporte Tecnológico
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Nadeem Khan

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Colaboradores

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Gustavo Álvarez Gardeazábal

Rubén Darío Varela Hurtado

 

 
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