Pereira, Colombia - Edición: 13.487-1067

Fecha: Martes 13-05-2025

 

 TECNOLOGÍA

 

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El internet moderno en transformación

 

 

 

Para el usuario, estos cambios ya se sienten. Quizá experimenta menos invitaciones de amistad en Facebook, recurre a Alexa en lugar de Google Assistant o explora TikTok para descubrir noticias. Incluso los analistas de mercado empiezan a considerar que la siguiente década de la era digital no girará en torno al smartphone, sino a dispositivos wearables que combinen realidad aumentada, inteligencia artificial y conectividad permanente.

 

¿Qué implicaciones tiene esta transición? En primer lugar, demanda una adaptación rápida de las empresas: la inercia de éxitos pasados no garantiza el triunfo futuro. En segundo lugar, plantea retos regulatorios inéditos: ¿cómo supervisar redes sociales que operan mediante avatares holográficos o lentes de IA que recopilan datos del entorno? Y, finalmente, abre nuevas oportunidades para emprendedores capaces de reinventar el acceso a la información, la comunicación y el entretenimiento.

 

Quienes vimos nacer el internet de buscadores, muros virtuales y aplicaciones móviles, hoy atestiguamos un renacimiento: el reto ya no es solo conquistar usuarios, sino anticipar sus necesidades en un mundo donde lo físico y lo digital convergen sin solución de continuidad. Silicon Valley, habitualmente tan seguro de sus predicciones, ha tenido que admitir los signos del cambio. Ahora, la verdadera incógnita es quién liderará la próxima revolución tecnológica: ¿las mismas empresas que definieron el siglo XXI o nuevos actores que aún no conocemos?

 

 

En un entorno donde la obsolescencia puede llegar en una década —o antes—, la innovación no es una opción, es una exigencia. Y mientras los legisladores debaten si estas compañías aún ostentan poder excesivo, los desarrolladores trabajan en las gafas, hologramas y asistentes de voz que, quizá, sean los verdaderos arquitectos del internet del futuro.

 

Desde sus albores, la red ha sido moldeada por tres gigantes tecnológicos que, durante décadas, definieron los estándares de cómo nos comunicamos, buscamos información y accedemos al contenido digital. Sin embargo, en los últimos meses, voces de Silicon Valley han reconocido algo que, para muchos usuarios, ya era evidente: las herramientas que cimentaron el internet tal y como lo conocemos están perdiendo relevancia. Facebook, Google y el iPhone —pilares de la era digital— afrontan la realidad de que sus innovaciones podrían quedar obsoletas antes de lo previsto.

 

 

En sendos juicios antimonopolio, ejecutivos de Apple, Google y Meta ofrecieron testimonios que eran, al menos, sorprendentes por su franqueza. Eddy Cue, vicepresidente senior de servicios de Apple, admitió que, por primera vez, las consultas a Google desde dispositivos iPhone cayeron el mes pasado, revelación recogida por Bloomberg durante el proceso legal impulsado por el Departamento de Justicia. Aunque Google sostiene que las búsquedas siguen creciendo globalmente —incluso en plataforma iOS—, la declaración de uno de los hombres fuertes de Apple dejó claro que algo está cambiando en el comportamiento del usuario.

 

La metamorfosis no afecta solo a los motores de búsqueda. Mark Zuckerberg, CEO de Meta, confesó ante jueces de la Comisión Federal de Comercio que la dinámica de interacción en Facebook ha variado: los «me gusta» y las solicitudes de amistad están en descenso, mientras que los mensajes privados crecen. Este fenómeno, según un informe de Pew Research Center, se refleja especialmente entre los más jóvenes: solo el 32 % de los adolescentes usa Facebook hoy, frente al 71 % hace una década, aunque plataformas como Instagram mantienen un uso elevado. Meta ha respondido imitando tendencias —Stories, Reels—, pero la pregunta persiste: ¿será suficiente para retener audiencias que migran hacia TikTok y aplicaciones de mensajería instantánea?

 

 

El iPhone, por su parte, podría no ser imprescindible dentro de diez años, señaló Cue en su comparecencia judicial. A pesar de que Apple acapara el 19 % de los envíos globales de smartphones en el primer trimestre de 2025, según IDC, la cadencia de actualizaciones se ha desacelerado. Los usuarios —hoy menos propensos a cambiar de terminal cada año— buscan alternativas más ligeras en mantenimiento y costo. Para anticiparse a esa transición, Apple presentó su Vision Pro, un casco de realidad mixta de 3.500 dólares, y explora la siguiente frontera: gafas inteligentes con realidad aumentada.

No menos entusiasta es la visión de Meta, Samsung o Google, que apuestan por anteojos que integren IA para analizar el entorno en tiempo real, ejecutar comandos sin tocar pantalla y proyectar hologramas. Zuckerberg prevé un escenario en el que el «rectángulo brillante» del smartphone desaparezca, sustituido por dispositivos más inmersivos. Por su parte, Panos Panay, de Amazon, no descarta unas gafas Alexa con cámara, lo que reforzaría la tendencia hacia interfaces menos convencionales.

La presión regulatoria contrasta con la necesidad de innovar. En su defensa contra acusaciones de monopolio, las tecnológicas resaltan la feroz competencia a la que se enfrentan para justificar sus prácticas de mercado. Al mismo tiempo, esta competencia se vive internamente: el declive de tareas tradicionales —compartir en Facebook, buscar en Google— abre espacio para que emergentes basados en IA y colmen nichos hoy desatendidos. Gartner estima que, para 2026, el volumen de búsquedas podría caer un 25 % en favor de chatbots inteligentes.

 

 

 

 

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