Pereira, Colombia - Edición: 13.497-1077

Fecha: Sábado 24-05-2025

 

 TECNOLOGÍA

 

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¿Adiós a los móviles?: La revolución silenciosa que están gestando OpenAI, Google y Meta

 

 

 

Lo más curioso de esta transición es que uno de sus principales protagonistas es precisamente quien contribuyó a moldear la era que ahora quiere transformar. Jony Ive, el mismo que diseñó los objetos más icónicos de Apple, está liderando el intento por rediseñar no solo los dispositivos, sino la forma en que nos relacionamos con la tecnología. ¿Es posible que alguien tan profundamente vinculado al éxito del iPhone sea quien lidere su ocaso simbólico?

La apuesta de Altman es contundente. Pagó más de 6.000 millones de euros por io, una cifra que representa casi un tercio de lo que Meta desembolsó por WhatsApp. Y lo hizo no por un producto final, sino por una idea, un equipo y una visión del futuro. El respaldo de figuras como Laurene Powell Jobs, viuda de Steve Jobs, como inversionista en io, refuerza la sensación de que aquí se está gestando algo más grande que un simple gadget.

El terreno, sin embargo, está lleno de incertidumbres. ¿Están las personas dispuestas a dejar el móvil? ¿Podrán confiar en dispositivos invisibles que escuchan todo? ¿Será la IA lo suficientemente confiable para convertirse en un acompañante permanente? Estas preguntas aún no tienen respuesta, pero el movimiento de las grandes tecnológicas sugiere que el cambio no es una moda pasajera.

 

 

De momento, Apple, la empresa que lo cambió todo en 2007 con el lanzamiento del iPhone, parece rezagada en esta carrera. No ha logrado posicionarse en el terreno de la inteligencia artificial con la misma fuerza que sus competidores, y sus proyectos de gafas o dispositivos alternativos siguen siendo más rumor que realidad. Resulta irónico que el futuro del post-iPhone esté siendo diseñado fuera de Cupertino, por uno de sus propios hijos pródigos.

 

En definitiva, no se trata del fin del móvil, al menos no por ahora. Pero sí estamos ante el comienzo de una nueva era. Una en la que hablar con un asistente de inteligencia artificial será tan natural como conversar con un amigo. En la que las pantallas podrían volverse obsoletas, y en su lugar, nos acompañen dispositivos más sutiles, más humanos. Quizás, dentro de unos años, mirar hacia atrás y ver a alguien deslizando su dedo por una pantalla de cristal nos parezca tan anticuado como ver a alguien con un walkman. El futuro se perfila invisible, pero está más presente que nunca.

 

Por décadas, el teléfono móvil ha sido el epicentro de la tecnología personal, el eje desde el cual nos conectamos con el mundo, trabajamos, nos entretenemos y, para bien o para mal, nos distraemos. Pero esa hegemonía podría estar en su ocaso. No porque el móvil vaya a desaparecer, sino porque su reinado como dispositivo central podría estar a punto de terminar. Las pistas de esta transición emergen con fuerza tras dos anuncios recientes que han remecido al mundo tecnológico: por un lado, la adquisición de la start-up io por parte de OpenAI; por el otro, el nuevo paso de Google hacia dispositivos de realidad aumentada en forma de gafas inteligentes.

La primera bomba informativa llegó desde el corazón de Silicon Valley. Sam Altman, fundador de OpenAI, sorprendió al mundo al anunciar la compra de io, una start-up liderada por Jony Ive, el legendario diseñador del iPhone. Altman no solo adquirió la empresa: compró una visión de futuro, una apuesta decidida por repensar desde cero lo que entendemos por “ordenador personal”. “Tenemos la oportunidad de reimaginar completamente lo que significa usar un ordenador”, dijo Altman, con entusiasmo apenas contenido.

 

 

El movimiento no es trivial. OpenAI, el cerebro detrás de ChatGPT, parece estar convencida de que la inteligencia artificial necesita su propio vehículo. No uno reciclado, no un móvil adaptado a la IA, sino algo verdaderamente nuevo. Algo más íntimo, natural y humano. El modelo actual —abrir un navegador, escribir, esperar respuestas— no parece suficiente para el tipo de interacción que promete la IA generativa. Y Altman ya probó un prototipo de este nuevo dispositivo en su propia casa. Según sus palabras, es “la pieza más genial de tecnología que el mundo haya visto”.

 

Aunque no hay imágenes oficiales, se habla de un dispositivo sin pantalla, del tamaño de un bolsillo, capaz de entender el contexto y responder por audio, una especie de asistente omnipresente que no necesite de interfaces visuales. En pocas palabras: un móvil que no se ve, no deslumbra con notificaciones, pero está allí, escuchando, entendiendo y respondiendo.

Esta visión encaja con la filosofía de Jony Ive, quien ha manifestado su desencanto con lo que los móviles han traído a la sociedad: ansiedad, hiperconectividad, distracción constante. “Asumo gran parte de

 

 

la responsabilidad por lo que estas cosas nos han traído”, dijo recientemente al New York Times. Es una autocrítica poderosa de alguien que ayudó a poner un iPhone en cada bolsillo del planeta.

 

El otro gran actor en este cambio de paradigma es Google, que el mismo día del anuncio de Altman e Ive, presentó sus planes de expandirse hacia las gafas inteligentes con diseño elegante y funciones de realidad aumentada. Estas competirán directamente con las Meta RayBan, ya disponibles en el mercado y que permiten realizar llamadas, tomar fotos y escuchar audio. Aunque estas gafas aún no son revolucionarias en sí mismas, marcan la ruta hacia una nueva interfaz, una pantalla que se proyecta directamente en nuestra visión sin necesidad de sacar el móvil del bolsillo.

Meta, por su parte, también se alista para lanzar productos que combinen inteligencia artificial con diseño y funcionalidad, siguiendo el mismo camino que Ive y Altman: romper con las pantallas tradicionales. Entre 2026 y 2027, los gigantes tecnológicos estarán lanzando productos que podrían cambiar radicalmente nuestra relación con la tecnología personal.

Pero no todos los intentos han sido exitosos. Los primeros experimentos de dispositivos de IA sin pantalla, como los pins de Humane AI o Rabbit, resultaron decepcionantes. Ive fue tajante al respecto: “Productos muy pobres”, dijo. La diferencia ahora es que los nuevos dispositivos no solo están respaldados por nombres de peso como Altman y Google, sino que se desarrollan con un propósito más maduro: ofrecer una interacción más humana y menos invasiva con la tecnología.

 

El concepto detrás de estos desarrollos es claro: si la IA va a formar parte de nuestra vida cotidiana, no puede hacerlo a través de la misma interfaz que usamos para consumir redes sociales, ver videos y contestar notificaciones. Necesita su propio lenguaje, su propia forma. Y ese lenguaje, al parecer, será auditivo, conversacional y adaptado al contexto.

 

 

 

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