6-El Imparcial

 

Resumen Judicial

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.510-1090

Fecha: Domingo 08-06-2025

 

Subastas clandestinas por el control del TUSI desatan guerra criminal en Pereira




En el corazón de la noche pereirana, donde la música electrónica retumba y miles de jóvenes se congregan cada fin de semana, se libra una silenciosa pero violenta disputa por el control del mercado de tusi, una droga sintética que se ha convertido en el combustible de la criminalidad en la capital risaraldense.

Investigaciones judiciales recientes revelan que el acceso a las discotecas para distribuir esta sustancia se otorga mediante subastas clandestinas organizadas por redes criminales. Los “postores” deben demostrar su capacidad de ventas y pagar sumas millonarias al grupo dominante, una estructura con tentáculos que combinan violencia, inteligencia digital y lógica empresarial.

Uno de los nombres que más inquieta a las autoridades es alias Juangui, presunto líder de la facción ‘La Cordillera’. Según interceptaciones legales, sería quien da la orden de atacar a distribuidores que operan por su cuenta o que se niegan a alinearse con las reglas impuestas. El uso de códigos QR para validar a los vendedores autorizados y la incorporación de plataformas digitales para coordinar entregas a domicilio forman parte del engranaje que sostiene este lucrativo negocio.

“En una sola noche pueden confluir hasta 2.000 consumidores en un mismo sitio, lo que convierte a estos espacios en puntos estratégicos de distribución”, señaló una fuente cercana al caso. A esto se suma el hecho de que muchos de los laboratorios de producción se encuentran en propiedades residenciales, lo que dificulta su detección debido a la ausencia de olores o ruidos.

Mientras tanto, los grupos armados reorganizan su estructura operativa con nuevos mandos, intermediarios y metas de comercialización, y se recurre a la violencia selectiva para mantener el control. “Hay un reciclaje de sicarios”, admiten las autoridades, que ya han capturado a 27 de los 35 identificados como responsables de intimidaciones o asesinatos por disputas territoriales.

Frente a este escenario, la Policía Metropolitana de Pereira, bajo el mando de la general Yurian Jeanette Romero, ha logrado importantes avances: 1.823 capturas en lo que va del 2025 y un aumento del 42 % en incautaciones de armas. “Cada captura, cada arma decomisada, es un paso para devolverle la tranquilidad a nuestras calles”, afirmó la oficial.

Aun así, la disputa por el control del tusi continúa encendida, y las autoridades saben que enfrentan a estructuras que mutan y se adaptan para sostener un negocio que mezcla fiesta, droga y sangre.
 

‘La Inmaculada’ pierde $800 millones en fallida fuga de ‘Pipe Tuluá’




El fallido intento de fuga de Andrés Felipe Marín Silva, alias Pipe Tuluá, exjefe de la organización criminal La Inmaculada, desató
una tarde de caos y miedo en Tuluá (Valle del Cauca) el pasado 4 de junio. Mientras las autoridades frustraban un plan cuidadosamente orquestado para liberar al capo de la cárcel La Picota, su organización respondió con furia en las calles.

 

 

 
Ese miércoles, varios puntos de Tuluá ardieron: cuatro vehículos fueron incinerados en acciones coordinadas por miembros de la banda. El alcalde Gustavo Vélez decretó un toque de queda desde las 6:00 p.m., mientras los habitantes se encerraban en sus casas ante el temor de nuevos ataques. Aunque las primeras versiones señalaban que los hechos eran una represalia por la inminente extradición de Marín Silva a Estados Unidos, donde es requerido por narcotráfico, la realidad resultó más compleja.

La banda perdió una suma cercana a los 800 millones de pesos, recolectados a través de extorsiones a comerciantes, ganaderos y transportadores. Con ese dinero, planeaban sobornar funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) y cubrir los gastos logísticos de la huida. Pero el traslado repentino del reo desde La Picota hasta una estación de Policía en Los Mártires, en Bogotá, frustró sus planes en el último momento.

La operación secreta de las autoridades dejó al descubierto no solo la vulnerabilidad del sistema penitenciario, sino también la capacidad de corrupción que estas organizaciones pueden movilizar para alcanzar sus fines. La comparación con el caso de alias Matamba, quien escapó en 2022 tras el pago de 2.000 millones de pesos, resulta inevitable. Aunque Matamba fue abatido meses después, su fuga aún genera interrogantes sobre complicidad interna.

Hoy, Tuluá se encuentra bajo fuerte presencia militar y policial. El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, y el director de la Policía Nacional, mayor general Carlos Triana, anunciaron un despliegue reforzado para proteger a la ciudadanía. “Tenemos dispositivos amplios en la zona para evitar más hechos de violencia”, aseguró Triana.

Mientras las autoridades intentan devolver la calma, queda la pregunta de cuántos millones más estarán dispuestas a perder estas bandas por proteger a sus jefes, y cuántas vidas más quedarán marcadas en el fuego cruzado del crimen.
 

Violencia en Guaviare deja a cientos de niños sin clases y comunidades indígenas confinadas




La selva del Guaviare, una región tan rica en diversidad como olvidada en las políticas públicas, vuelve a ser escenario de una tragedia humanitaria. Desde el pasado 25 de mayo, enfrentamientos entre dos facciones de las disidencias de las FARC —una liderada por alias Iván Mordisco y otra por Calarcá— han desencadenado una grave crisis que ya afecta a más de 10.000 personas, en su mayoría indígenas y campesinos.

En medio del fuego cruzado, 572 niños y jóvenes se han quedado sin escuela. Las clases fueron suspendidas en 43 sedes educativas de siete instituciones, mientras ocho residencias escolares cerraron sus puertas. Docentes y estudiantes huyeron o quedaron atrapados, sin garantías de seguridad para continuar con sus labores cotidianas. Para muchos, la escuela era más que un lugar de aprendizaje: era un refugio.

La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia alzó su voz este jueves y denunció la situación como una grave violación a los derechos humanos. “Nos preocupan el confinamiento, las restricciones de acceso a alimentos y salud, y las afectaciones a pueblos indígenas como los Nukak, Jiw y Sikuani”, expresaron en un mensaje publicado en la red social X.

 

Además del cierre escolar, los grupos armados han bloqueado pasos cruciales como la Trocha Ganadera, obstaculizando la entrada de ayuda humanitaria y personal médico. Las comunidades

 

 

 

 denuncian desabastecimiento, miedo constante y una sensación de abandono que crece día a día.

La Defensoría del Pueblo confirmó la magnitud del confinamiento forzado, resultado de un bloqueo armado impuesto por los grupos ilegales. Esto ha paralizado la movilidad en varias veredas y limitado severamente el acceso a servicios esenciales. La ONU pidió a los actores armados respetar el derecho internacional humanitario y exigió al Estado colombiano medidas urgentes para proteger a la población civil.

Desde Bogotá, las respuestas aún son tibias. Pero en Guaviare, la urgencia es real: niños que dejaron de aprender, comunidades atrapadas entre la guerra y el olvido, y un llamado desesperado a que los derechos más básicos no sean papel mojado en medio del conflicto.
 

Capturan en Antioquia a alias Aldemar, temido cabecilla del Clan del Golfo




Un golpe certero contra el Clan del Golfo se concretó esta semana en el suroeste de Antioquia. La Policía Nacional confirmó la captura de Eider José González Padilla, conocido como alias Aldemar, considerado el segundo cabecilla de la subestructura Edwin Román Velásquez Valle del grupo armado Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), y uno de los hombres más buscados en el departamento de Córdoba.

La detención se llevó a cabo por unidades de la Sijín en el marco de la estrategia Actuando por Antioquia. Alias Aldemar tenía una condena vigente por homicidio y porte ilegal de armas, además de una orden de captura por concierto para delinquir agravado. Su prontuario lo había puesto en la mira de Interpol, que le asignó una notificación azul.

Su historial criminal es amplio y violento. Se le atribuye la autoría de al menos seis homicidios entre 2020 y 2022, incluyendo el doble asesinato de Oberto Antonio Farías Ávila y el soldado Daniel José Cantero Cuadrado, ocurrido en Cereté, Córdoba. Asimismo, es señalado como el autor intelectual de cuatro crímenes más en Montería, los de Over Solano Montalvo, Jader Salazar Espitia, Yendri Bracho Morales y Cristian Peña Rodríguez, todos perpetrados en un lapso de cinco meses.

Durante la pandemia, específicamente el 16 de abril de 2021, también habría liderado una incursión armada en Montería, en la que se intimidó a la población civil y a miembros de la fuerza pública. Ese hecho marcó una de sus múltiples acciones dirigidas a sostener el control territorial y amedrentar a comunidades enteras en el norte del país.

Según el coronel Óscar Mauricio Rico, comandante del Departamento de Policía Antioquia, alias Aldemar tenía injerencia directa en los municipios de Urrao, Betulia y Concordia, desde donde coordinaba acciones violentas y enfrentamientos con otras organizaciones criminales.

Junto a él fue capturado Rafael Enrique Sánchez Cuitiva, alias Libardo, quien sería su escolta personal y hombre de confianza. En el operativo, las autoridades incautaron una pistola calibre 9 mm, 39 cartuchos, radios de comunicación y un teléfono celular, todos utilizados para facilitar actividades ilegales y evadir controles.

Ambos detenidos fueron puestos a disposición de la justicia, en lo que representa un nuevo paso en la ofensiva contra el crimen organizado. Las autoridades recalcaron que este resultado se suma a una estrategia nacional que ya ha permitido la captura de más de 8.000 miembros de estructuras criminales desde 2015.

 

 

 

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