Pereira - Colombia. Año 62 - Segunda época - Nº 15 - Lunes 6 de septiembre del 2010

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OPINION

Dios o el prójimo

Por Eduardo Escobar

Hace años, Richard Dawkins alborotó el mundo con su campaña: "Probablemente Dios no existe, disfruta tu vida", que el autor de El gen egoísta inscribió en buses de Londres y Barcelona. Pero el escándalo se disolvió entre otros espantos peores que la declaración humorística de un científico. Gaza e Irak. Y los incendios propios de la temporada.

La polémica acaba de ser renovada por Stephen Hawking. Al afirmar en su último libro que Dios es una hipótesis inútil para la comprensión del Universo. Alguna vez hice un chiste malsano que expresa un hecho intrigante. La ciencia moderna, dije, está amojonada por los nombres de Galileo que dijo que sin embargo se mueve, y de Hawking que sin embargo no se mueve. Dios es un ironista. E hizo nacer a Hawking el 8 de enero de 1942, día del tricentenario de la muerte del otro.

El de Pisa prefirió conservar su vida frente a los brujos del Vaticano y se retractó. El oxoniense, contra sus afirmaciones escandalosas, es considerado uno de los mayores genios de la humanidad junto a Newton y Einstein. Los mismos de cuyos sueños surgieron, la fantasía de lo material como lo entendemos hoy. Y el monstruo de la bomba que nos mantiene en vilo suspendida sobre nuestras cabezas por obra y gracia de los perros de presa del militarismo judeocristiano. Hoy tan perturbados por la posibilidad de que los imanes de Alá se hagan con el horno satánico que ellos probaron en el Japón en 1945.

El hombre moderno enemistó el saber con la sabiduría. Algunos creen que la falta de Dios nos trajo a este lugar descorazonador. Pero por desgracia la violencia estuvo unida a la idea de la divinidad desde la orgía de sangre de Moisés, cuya crónica es el Pentateuco, hasta las cruzadas de Roma contra cátaros y musulmanes y la Inquisición. El terrorismo de izquierda en Occidente tiene origen en cierto fundamentalismo de estirpe judaica. Lo mismo que el de derecha. Carlos Castaño y Pinochet eran unos canallas que a veces se purificaban en la eucaristía y consultaban los terrores de su intimidad con los purpurados de su iglesia. Y George Bush, hijo, se sintió encargado por Dios para desatar el infierno en Irak en su Santo Nombre. George, ve y combate a los terroristas, dijo el nefasto inquilino de la Casa Blanca que le dijo el Señor. Y él atendió el oráculo: son inolvidables esos niños mutilados entre gasas purulentas en los hospitales iraquíes, y esas mujeres y esos hombres que huyen entre las llamas de Bagdad de los bombarderos de la cristiandad.

Muchos horrores vienen menos de la ausencia de Dios que de un exceso de Dios. Menos de los pobres ateos con sus vicios intelectuales que de sus fieles con sus prístinos himnos. Bush, Ben Laden y los belicosos rabinos de Jerusalén hacen pensar que no son los pecados capitales los que vuelven tan peligrosas a veces a las personas sino una patológica obsesión de pureza y la arrogancia de la verdad. Fernando González escribió con razón: tan bueno es Dios que me inspiró que lo negara. El místico alemán Eckhart pedía a Dios que lo salvara del deseo de Dios. Y el judío Bashevis Singer dijo que la verdadera religión toca más con las relaciones que mantenemos con el Otro que con los deberes con Dios más fáciles de cumplir. La caridad debería primar sobre la fe. Pero es más fácil matar en nombre del Bien. Truman Capote observó que todos los criminales que conocía creían en Dios, y tenían un tatuaje en alguna parte.

La palabra ateo oculta una mística nobleza. Según Ernst Bloch fue inventada por Nerón para los primitivos cristianos que se negaban a adorarlo. Vigorosamente insatisfecho y abierto, tan poco nihilista a pesar de su negación, el ateísmo es nuestra porción mejor, el coraje moral de vivir y trascender en un nuevo espacio prometeico-piadoso, escribió Bloch. Y, claro, fue acusado de ceguera por los creyentes. Borges, que no fue un ciego figurado, dijo algo que puede aducirse en su defensa: conozco muchas personas que ven, y que no son particularmente felices o sabias. 

CARGAS DE PROFUNDIDAD

 LA JUSTICIA INJUSTA

Por: Gabriel Alberto Toro Peláez

 El caso del Coronel Alfonso Plazas Vega clama al cielo. Para empezar, a la mayoría de los mortales les resulta incomprensible que los delincuentes que se tomaron  a sangre y fuego el Palacio de Justicia  gocen de libertad, hayan sido amnistiados  y se les considere elegibles para los cargos más representativos del Estado, mientras la justicia se ensaña contra los militares que defendían la democracia. El M 19 entró asesinando a los celadores que vigilaban el parqueadero y controlando a todas las personas que se encontraron en los primeros pisos, concentrando los rehenes en el cuarto piso de la edificación ya que por estrategia no podían dejar personas sueltas, les resultaba más segura la parte alta de la misma.

Consta en la investigación, mediante el testimonio de varias personas, que estaban dentro del Palacio, que el personal de la Cafetería fue llevado al cuarto piso, donde fueron masacradas e inmoladas la mayoría de las víctimas. Para colmo de males, el gran acusador de los militares que penetraron al Palacio de Justicia en cumplimiento de sus deberes y las órdenes Presidenciales, es  ahora después de 20 años de los hechos, René Guarín hermano de María del Pilar Guarín, quien vino a trabajar como Cajera de la Cafetería, sólo quince días antes, y su desaparecimiento se le imputa al Coronel Plazas Vega.

Hoy se ha venido a saber que René Guarín  era guerrillero del M 19, que fue procesado por homicidio y secuestro, siendo amnistiado por el delito de Rebelión, pero ahora él utiliza a sus hermana para vengarse de los militares que frustraron el objetivo guerrillero, en alianza con  el colectivo de abogados Alvear Restrepo,  busca además una jugosa indemnización por la pretendida “desaparición” de la mencionada María del Pilar Guarín, cuya ocupación como Cajera tiene ahora más lógica explicación cuando se sabe que era abogada y hermana del guerrillero del M 19, organización responsable de la toma, a sangre y fuego, del edificio de la Corte Suprema, ósea que muy probablemente élla debía estar cumpliendo allí una tarea de espionaje  y debió participar en tal holocausto.

Después de más de 20 años del insuceso aparece el hermano  reconociendo a María del Pilar en un video que ha sido publicado en todas las transmisiones televisivas, hecho éste que coincide con la intervención en el Proceso del colectivo de abogados, pero a su

vez lo desdice María Nelfi Díaz refiriéndose a la imagen transmitida de un soldado que transporta en sus hombros a una señora, quien  afirma categóricamente que es  ella, aspecto que confirman otros testigos y sus parientes , recociendo específicamente las ropas que vestía  ese día, desmintiendo así al guerrillero  Guarín.

Está desvirtuado así, que María del Pilar Guarín hubiera salido viva del Palacio de Justicia y la conclusión más lógica es que murió calcinada como otros guerrilleros con sus secuestrados, que en número de 106 fueron alevosamente inmolados por el M 19, único responsable de los hechos.

El ejército rescató  a 244 personas en operación militar heroica. En la que intervinieron varias unidades castrenses, de policía y de inteligencia, pues estaba allí comprometido el Estado Colombiano que era el objetivo del ataque guerrillero. Porque se pretendía obligar a la Corte Suprema a juzgar al Presidente Belisario Betancur y removerlo de su cargo, además de incinerar los archivos y expedientes para evitar extradiciones de narcotraficantes.

El Coronel Plazas Vega era el Comandante del Batallón de Artillería, quien sostenía el enfrentamiento bélico con los delincuentes, en tanto que el Mayor Carlos Frasica Naranjo,  perteneciente a otra Unidad

Militar, fue el encargado de penetrar y rescatar a las personas que llevaron a la Casa del Florero.

El B 2 del ejército, otra entidad militar distinta, que no estaba bajo el Comando del Director de Artillería Coronel Plazas Vega fue el encargado de recibir e interrogar a los rescatados, esa no es función de los artilleros.

Así se demostró cuando el mismísimo Gustavo Petro (Gustavo Francisco Petro Urrego), acusó al Coronel Plazas de interrogarlo y torturarlo, y se estableció que el militar  acusado estaba con su familia en España para esa fecha.

La única persona que demostradamente salió viva del Palacio de Justicia y está desaparecida, Irma Franco, se la llevaron de la Casa del Florero en la noche “unos hombres de civil que  se identificaron como  miembros de un organismo de inteligencia”, función que no era del resorte del artillero Co Plazas Vega.

Se pretendió imputar responsabilidad al Coronel de la desaparición de Carlos Rodríguez, mediante una manifestación que hizo Ricardo Gómez al periódico “Voz Proletaria”, afirmando ser policía, antes de abrigarse en el Brasil; comprobándose que no  perteneció al Cuerpo Policial, ni estuvo en la escena.

En realidad el único testigo que milita en el Proceso en contra del Coronel Alfonso Plazas Vega es

Edgar Villamil, un suboficial del ejército que en los cuatro folios en que hace su relato, aparece con el nombre de Edgar Villarreal y firma con ese nombre con un grafismo diferente al que normalmente usa en documentos oficiales. Ese testigo cuya identidad está cuestionada por la defensa, pierde  por tal razón su  valor, máxime cuando aparece sin cita previa, sin intervención de Procuraduría, ni el acusado ni la defensa,  y su exposición es recibida por la Fiscal Ángela María Buitrago, tan acuciosa, cuando fue a la Escuela de Artillería a investigar por enésima vez, si allí se habían enterrado desaparecidos, encontrando sólo restos de caballos.

El testigo resultó ser el suboficial Edgar Villamil que se desempeñaba como Cabo criptógrafo, para interpretar mensajes, dice  haber sido trasladado desde el municipio de Granada Meta a la base aérea de Apiay y desde allí transportado en un helicóptero con otras quince personas a la Escuela de Artillería en Bogotá, cuando por esa época la Fuerza Aérea no tenía helicópteros con tal capacidad.

Afirma el suboficial haber iniciado su viaje a las once  de la mañana  y a la  una y media de la tarde estar en la Plaza de Bolívar de Bogotá, lo cual es también inverosímil. Este sujeto señaló un sitio donde enterraron a una persona, pero allí no se encontró nada y la única afirmación que en todo su relato, compromete al Coronel Plazas Vega es que dice que alguien le preguntó: ¿qué hacemos con la gente? –contestando: “cuelguen esos h.p.”.

Este declarante desapareció y no ha podido ser conocido ni contrainterrogado por las partes en el Proceso, además de que llegó a él inexplicada y espontáneamente, cuando numerosos testigos afirman que por esos días Edgar Villamil permanecía en Granada Meta y que trabajaba en el CTI de la Fiscalía, en tanto que asevera que  los once desaparecidos fueron transportados en una tanqueta del ejército, en donde se demostró que no hay espacio para más de cuatro personas, entre ellas los operadores, que no pueden ser menos de tres.

El 17 de septiembre de 2009 la Procuraduría solicitó la absolución del Coronel Plazas Vega, por falta de pruebas, pero además todos los militares habían recibido Providencias favorables a su inocencia, tanto por la Fiscalía, como por la “Comisión de la Verdad” conformada por ex magistrados de las Altas Cortes.

Estas circunstancias hacen prever que imperativamente el Honorable Tribunal Superior de Bogotá, ante quien se tramita la apelación de la ignominiosa sentencia condenatoria contraria a toda evidencia, la revocará, recomponiendo lo que nunca debió ocurrir.

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