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Pereira - Colombia. Año 62 - Segunda época - 12.439-19 Fecha: 10-08-2010                                                                                                                                                                   

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INTERNACIONAL

Vargas Llosa gana el Nobel de Literatura

 

Disidente chino encarcelado gana el Premio Nobel de la Paz

 

Los costos

de la inmigración

Por IGNACIO SOTELO

El crecimiento cero se ha seguido considerando el peor de los males, pese a que a comienzos de los setenta el Club de Roma lo defendiese como única forma de sobrevivir a la catástrofe ecológica. Además de la afirmación, harto problemática, de que sin la inmigración no se podrían pagar las pensiones en un futuro no muy lejano, el argumento de mayor calado es que resulta imprescindible para seguir creciendo. Últimamente actúa de contrapeso el que vayan en aumento las voces de los que cuestionan el crecimiento indefinido, pero sobre todo el hecho de que disminuya la demanda de trabajo no cualificado.

En las etapas de fuerte demanda de fuerza de trabajo, que parecen pertenecer ya al pasado, -el crecimiento se consigue más bien eliminando puestos de trabajo- el capital estuvo ante el dilema de afrontar una rápida subida del precio del trabajo, que solo cabría contrarrestar mejorando la productividad, lo que exige altas inversiones, o bien, una vez agotado el ejército de reserva en el mercado nacional, acudir al abundantísimo internacional.

No cupo la menor duda de que lo que más convenía a la mayoría de los sectores, sin capacidad inversora para mejorar la productividad, era importar mano de obra para mantener los salarios dentro de límites tolerables, aun a sabiendas de que con ello se salvaban empresas a la larga no competitivas. En todo caso, los inmigrantes permanecerían en el país mientras se los necesitase y volverían a sus países cuando cambiase la coyuntura: "trabajadores huéspedes" (Gastarbeiter) se les llamó en Alemania.

Cuando disminuyó drásticamente el empleo para trabajadores no cualificados -la mayor parte inmigrantes- las empresas los despidieron, pero solo regresaron aquellos -italianos, españoles- que podían rehacer sus vidas en los países de origen. En cambio, los que provenían de países en los que se mantenía una enorme distancia socioeconómica respecto al de acogida, el Estado social les ofrecía muchas mejores condiciones de vida de las que tendrían a su vuelta. Así que con bastante tranquilidad asumieron su nueva condición de población subsidiada en paro. Si a ello se suman los costes que en educación y sanidad trajo consigo la reunificación familiar de una población que había desembocado en el paro, pronto se cayó en la cuenta de que, si bien las empresas se habían beneficiado, y mucho, de la inmigración, el Estado, es decir, el conjunto de los contribuyentes, al final es el que se encarga de los altos costos de mantener cientos de miles de trabajadores sin una perspectiva de poder emplearlos.

Algo parecido ha ocurrido con la salvación de los bancos que acumularon enormes beneficios en los años de las vacas gordas, pero al llegar la crisis que ellos mismos originaron, es el dinero público el que paga los trastos rotos. Cierto que de ello la población es mucho más consciente, aunque hasta ahora no hayamos logrado dar un paso que nos asegure que no volverá a ocurrir. En cambio, beneficios y costos de la inmigración sigue siendo un tema tabú en el que reina la mayor confusión que da pábulo a prejuicios y mitos que creíamos que pertenecían al pasado.

Según el reciente libro de Thilo Sarrazin que ha provocado un gran escándalo, el que una buena parte de la población de origen turco muestre un índice de parados muy superior a la media, se debería, no a la globalización, deslocalización de la industria, innovación tecnológica, ni a los obstáculos al desarrollo en el país de origen, sino que los inmigrantes turcos serían los culpables. El que no fuesen empleables ni integrables se debería, tanto a causas raciales, tendrían una inteligencia inferior a la de los alemanes, como a razones culturales: los musulmanes no se dejan asimilar en la cultura europea.

ESTOCOLMO (AP) — Mario Vargas Llosa, uno de los escritores hispanos más célebres, ganó el premio Nobel de Literatura 2010 y se convierte en el primer ganador de habla hispana desde 1990.

La Academia Sueca dijo que otorgó el galardón al autor de 74 años de edad, "por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo".

En sus primeras declaraciones a diversos medios, Vargas Llosa dijo que se trata de "un reconocimiento a la lengua en que escribo, la lengua española, y a la literatura latinoamericana".

"La verdad es que no me lo esperaba, ha sido una sorpresa total, una sorpresa muy agradable, desde luego", añadió.

El peruano, nacionalizado español, es el primer ganador de habla hispana del Nobel de Literatura desde que fue otorgado al escritor mexicano Octavio Paz en 1990. El escritor colombiano Gabriel García Márquez lo recibió en 1982. Anteriormente habían sigo galardonados el novelista guatemalteco Miguel Angel Asturias y los poetas chilenos Gabriela Mistral y Pablo Neruda.

El secretario permanente de la academia, Peter Englund, dijo que Vargas Llosa "tiene el don divino de la narrativa... es uno de los grandes autores del mundo de habla hispana".

Añadió que el escritor se encontraba en Nueva York el jueves cuando recibió la noticia por teléfono. Está dictando un curso en la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey.

"Estaba muy, muy feliz", dijo Englund. "Y muy conmovido".

El gran éxito internacional llegó a Vargas Llosa con la novela "La ciudad y los perros", de 1960.

Vargas Llosa ha escrito más de 30 novelas, obras de teatro y ensayos, como "Conversación en la Catedral" y "La casa verde". En 1995, fue galardonado con el Premio Cervantes, el galardón literario más distinguido del mundo de habla española. Entre sus obras de teatro se cuentan "La señorita de Tacna", "La Chunga" y "Katy y el hipopótamo".

Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Inició su vida en un entorno familiar que para la época era desalentador. De madre divorciada, en una sociedad peruana conservadora, y que se mantuvo alejado de su padre, al que conoció cuando cumplió 10 años, tuvo una difícil ruta en sus primeros años.

Su madre decidió viajar a Cochabamba, Bolivia, para criar a su hijo alejado de presiones, y en esa ciudad serrana hizo sus estudios básicos.

A su retorno a Perú, en 1946, estudió en el colegio militar Leoncio Prado, lo que le marcó y sirvió de base para una de sus obras más famosas: "La ciudad y los perros", que obtuvo el prestigioso premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 1962.

Otra de sus novelas más célebres, "La tía Julia y el escribidor" (1977), narra también sus experiencias juveniles y de paso a la adultez, como su relación con su tía política Julia Urquidi, de mayor edad que él, y con la que se casó en 1953 cuando tenía 18 años, mientras trataba de subsistir como periodista de radio y prensa, e incluso como encargado de revisar los nombres de las tumbas de un cementerio.

Sus esfuerzos por no desligarse de las letras, le dieron frutos en 1959, cuando su obra "Los jefes" fue premiada y empezó a ser reconocido dentro y fuera de las

 

fronteras de Perú, al tiempo que difundía sus ideas socialistas, como el apoyo a la revolución cubana.

Como reflejo de esta influencia, Vargas Llosa viajó a La Habana en 1962 como enviado especial de la radio-televisión francesa durante la crisis de los misiles que la entonces Unión Soviética instaló en la isla y que provocó una fuerte tensión con el gobierno estadounidense de John F. Kennedy.

En esta época, escribió "Conversación en la Catedral", en 1969, una de sus obras más destacadas, que mezcla un cuento con la realidad de la alta sociedad vinculada con la política peruana; y "La casa verde", mientras alternaba su residencia en Perú y Argentina. Luego viajó a Europa, donde vivió en París, Barcelona, y Londres.

Su período de idealista de izquierda terminó en 1971, cuando Vargas Llosa dio un giro intelectual hacia la centro izquierda. En ese año publica "García Márquez: Historia de un Deicidio", obra que destaca el proceso creativo de su entonces amigo, el premio Nobel de Literatura (1982), el colombiano Gabriel García Márquez.

La novela "Pantaleón y las visitadoras", publicada en 1973, fue llevada al cine por él en 1976, con poco éxito, aunque luego fue realizada nuevamente en el 2000 por otro peruano, Francisco Lombardi, con gran acogida del público y la crítica.

En la década de los ochenta, Vargas Llosa intercaló su ininterrumpido trabajo literario con el periodismo, y en 1983 realizó una destacada investigación acerca de la muerte de ocho periodistas a manos de indígenas, que los habían confundieron con guerrilleros.

En esa década, una de las más prolíficas, salen a la luz sus libros "La guerra del fin del mundo", "Contra viento y marea", "Historia de Mayta", y "¿Quién mató a Palomino Molero?".

Aunque hasta ese momento se mantenía alejado de la política, en 1987 mostró su oposición radical al gobierno del presidente Alan García (1985-1990), en ese entonces en su primer mandato presidencial, por las duras posturas nacionalistas y de tinte socialista que había ejecutado.

Vargas Llosa participó como candidato presidencial en las elecciones de 1990 y aparecía como favorito, pero fue derrotado sorpresivamente por las promesas populistas de Alberto Fujimori. Su desenvolvimiento político de ese entonces fue puesto en papel en su obra "El pez en el agua", publicada en 1993.

En ese año retornó a Europa, y sumó la nacionalidad española a la peruana, lo que causó el recelo en su país de origen.

"Jamás he renunciado a mi nacionalidad peruana, la he enriquecido añadiéndole la española", dijo haciendo precisiones a la controversia, en tanto escribía novelas, realizando análisis noticiosos y criticaba fuertemente al gobierno de Fujimori y a otros regímenes autoritarios de la región.

Inició el siglo XXI publicando la novela "La fiesta del chivo", de gran éxito comercial, y que fue llevada al cine en el 2005. La novela está ambientada en la República Dominicana en los últimos años de la dictadura de Trujillo.

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Por KARL RITTER y SCOTT McDONALD-OSLO.

 

OSLO (AP) — El disidente chino Liu Xiaobo, actualmente encarcelado, ganó el viernes el Premio Nobel de la Paz 2010 "por su lucha larga y no violenta a favor de los derechos humanos fundamentales en China".

El anuncio provocó una reacción furiosa del gobierno chino, que acusó al Comité Nobel noruego de violar sus propios principios al honrar a un "criminal".

La prensa estatal china suprimió inmediatamente la noticia, y los censores bloquearon las páginas de internet que informaron sobre el premio. Tampoco se podían mandar mensajes de texto con los caracteres chinos del nombre de Liu Xiaobo.

China declaró que la decisión perjudicará sus relaciones con Noruega. Las autoridades del país nórdico respondieron que es una mezquindad que una potencia haga eso.

Con este premio, el Comité Nobel retomó una larga tradición de galardonar a los disidentes en el mundo. Este es el primer Nobel otorgado a la disidencia china, que resurgió cuando la conducción comunista del país instituyó las primeras reformas económicas, aunque no políticas, hace tres décadas.

El presidente del Comité Noruego del Premio Nobel, Thorbjoern Jagland, dijo que Liu, de 54 años de edad, ha sido un símbolo de la lucha por los derechos humanos en China.

El comité señaló, al anunciar el premio, que el nuevo status de China en el mundo conlleva una responsabilidad mayor con respecto a la protección de los derechos de sus ciudadanos.

A diferencia de algunos miembros de la muy fracturada y perseguida comunidad disidente china, Liu ha sido un ardiente defensor del cambio político pacífico y gradual, en lugar de un enfrentamiento violento con el gobierno.

El documento del cual él fue coautor, la Carta 08, pidió una mayor libertad y el fin de la hegemonía política del Partido Comunista. El texto es un eco deliberado de la Carta 77, una famosa llamada por los derechos humanos en la entonces Checoslovaquia que condujo a la Revolución del Terciopelo de 1989, que derrocó al régimen comunista.

La policía china arrestó a Liu horas antes de que se difundiera la Carta 08 en diciembre de 2008. Liu fue declarado culpable de subversión por escribir la Carta y otros mensajes políticos. Se le condenó a 11 años de prisión.

En un año con un récord de 237 nominaciones para el premio Nobel de la paz, Liu era considerado uno de los favoritos.

 

 

Contó con el apoyo público de ganadores previos del galardón como el arzobispo sudafricano Desmond Tutu y el líder espiritual tibetano Dalai Lama.

El Comité del Nobel dijo que Liu es el primero que recibe el galardón estando aún en prisión, pues otros ganadores han estado en arresto domiciliario o ya habían salido de la cárcel. Entre los disidentes que han ganado el Nobel en el pasado, se encuentran el argentino Adolfo Perez Esquivel en 1980, premiado por su activismo en contra de la dictadura en Argentina.

Las autoridades chinas no permitieron que Liu fuese visitado el viernes.

La esposa del disidente expresó su alegría por la noticia. Rodeada por la policía en su apartamento de Beijing, a Liu Xia no se le permitió salir para recibir a los reporteros, pero dio unas breves declaraciones por teléfono y mensajes de texto. Señaló que estaba feliz y que tenía planes de ir a la cárcel el sábado para darle la noticia a Liu.

Se desconocía si el propio Liu se había enterado que ganó el Nobel.

Más de una docena de amigos y seguidores de Liu se reunieron cerca de una entrada del parque Ditan en el centro de Beijing, con pancartas de felicitación. La pequeña manifestación, que en principio no fue dispersada por la policía, es una señal del estado de la disidencia. Liu es poco conocido en el país más allá de los círculos políticos.

El ministerio de Exteriores chino criticó la decisión y dijo que el premio debió haber sido destinado para promover la amistad internacional y el desarme.

"Liu Xiaobo es un criminal sentenciado por los departamentos judiciales de China por violar la ley china", señaló el comunicado. El honrarlo va "completamente en contra del principio del premio y es también una falta de respeto al premio de la paz".

El primer ministro noruego Jens Stoltenberg le dijo a la estación nacional NRK que no había fundamento alguno para castigar a Noruega por el premio.

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McDonald reportó desde Beijing. Los reporteros de The Associated Press Bjoern H. Amland en Oslo y Cara Anna en Beijing contribuyeron con este despacho.

 

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