Edición Nº 12.449-29 Fecha: 03-15-2013 El Imparcial |
OPINIÓN |
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EDITORIAL
EL Imparcial Por Rafael Cano Giraldo -1948-1982 Director: Zahur K. Zapata - 1982 – ------------------------------------------------
Publisher: Zahur Klemath
Zapata
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DESPUÉS DE LOS HOMENAJES
Neverg Londoño Arias
Entre las celebraciones y recordatorios del mes de Febrero hay un día dedicado al periodista. Se hace un alto en la jornada para recibir el elogio, la palmadita en el hombro, las adulaciones y los homenajes que recomiendan los protocolos. El periodista como obrero de la palabra durante todo el año y toda la vida, no abandona la jornada después del último trago de la fiesta; sabe de antemano que la labor llama por siempre en atención al compromiso con el lector de todos los días. No es posible autodenominarse periodista o escritor para serlo, ni aún presentando documento público o título académico. Estos requisitos son indispensables a veces, para conseguir empleo, entrar a lugares de cierta restricción y tal vez evitarse “hacer cola” en un banco; pero, el periodismo es algo más que un título porque como en todas las profesiones es una necesidad de ser que viene desde el alma y desde allí proyecta sus sentimientos y emociones, para aprehender la noticia, analizar la historia y la vida en cada lugar… y tal vez dar un poco de compañía a alguien en aquellos momentos de indefinidas soledades. Quienes no somos periodistas, sentimos un gran respeto por esta difícil profesión y tratamos de imitar su devoción desde una columna semanal, cuya elaboración nos hace pensar en la hoja en blanco de cada día y desde la cual debe surgir el relato ameno, la crónica repentina, la noticia elaborada, “la historia diaria de la ciudad y el mundo”. Decir desde el texto escrito esas cosas que encanten al lector y que lo hagan vivir desde su butaca la multiplicidad de sensaciones que emanan de un mundo donde la vida es el elemento común. El propósito final será hacer comprender que la noticia es ciudad que avanza y crece al ritmo de sus gentes; es el país que se debate entre sus aciertos y sus errores y es el mundo como un ser vivo que produce cada segundo acontecimientos que todos esperan conocer con los detalles y la prontitud de la información que propician los medios en la comunicación moderna. Es allí en la ciudad, el país y el mundo donde se encuentran los momentos infinitos en los cuales el periodista capta el acontecimiento para transformarlo en palabras que deben llegar con la finura del estilo al alma ávida de información del lector de periódicos. Por muchas razones el periodismo ha sido denominado el cuarto poder: por la particularidad en la interpretación de la realidad; por hacerla viva frente a los ojos del lector, ojos y oídos del televidente, oídos del radio-oyente. Una verdad que busca mostrar una manera de ser y vivir, base inequívoca de la enorme influencia que se ejerce sobre el actuar y el pensar de la sociedad. En estos momentos de la vida del país en los cuales muchas de las profesiones de beneficio público han pasado a ser de alto riesgo por la intolerancia, la verticalidad en los conceptos, la falta de respeto ante la opinión del otro y el canibalismo social y cultural; izamos nuevamente la bandera de la paz y rendimos el mejor homenaje a quienes sostienen la opinión y el análisis en su punto, los soñadores de la palabra orientadora, los contadores y analistas de la historia nuestra de cada día. |
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Museo del Comunismo
Yoani Sánchez
Se me helaban las orejas en Praga y desde la ventanilla del tranvía 14 alcancé a ver el cartel con un osito Misha portando una Kaláshnikov. Recordé inmediatamente aquel icono de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y toda la secuencia de dibujos animados que protagonizó después. Eran los tiempos en que los niños cubanos sabíamos más de la tundra rusa que de los campos de nuestro país, más de lobos que de jutías, de manzanas que de naranjas. La época en que el Kremlin hacía acto de presencia constante en nuestras vidas, con sus soldados, sus técnicos enviados desde miles de kilómetros de distancia y un subsidio tan abultado que permitió algunas antológicos despilfarros por parte de Fidel Castro. Todo eso pasó por mi mente en un segundo mientras leía el anuncio de aquella peculiar muestra que prometía un viaje al pasado a través de la estética promovida por la URSS. Con el tiempo ajustado, como cada día que pasé en la República Checa, me fui hasta la calle Na Prikope 10 para echarle una ojeada al museo. La primera sorpresa fue en la entrada cuando la mujer que vendía los tickets tuvo la cortesía de dejarme pasar gratis, debido a que –según me explicó- yo venía de Cuba. Dada la cercanía de los objetos de aquellas salas con mi realidad, podía disfrutar de un recorrido sin costos, pues en fin de cuentas aquello se presentaba como un periplo por mi propia cotidianidad. ¿Por qué iba a pagar por lo habitual, por lo acostumbrado? Y exactamente así fue. Mientras percibía asombro y risitas en otros visitantes, yo miraba aquellas banderas rojas, escuchaba el himno de la Internacional y repasaba las estatuas en poses gloriosas, con una familiaridad a prueba de asombros. Era como asistir a una exposición de los enseres que tengo en mi cocina o de la ropa interior que guardo en la gaveta. O sea, nada de aquello tenía carácter museable para mí, en tanto habito un escenario donde cada uno de esos objetos o maneras de decir y presentar una imagen siguen vigentes. Un viaje a lo mismo, una excursión hacia lo conocido y tantas veces experimentado. Un museo del pasado, para esta viajera proveniente del mismo tiempo remoto. Sin embargo, la cercanía no siempre es sinónimo de comodidad. De manera que a medida que avanzaba en las salas, una sensación de asfixia me surgía. Las medallas, el campesino de puño alzado y las feas latas de conservas con etiquetas sin colores. Todo fue contribuyendo a que un picor me empezara en la cara y se trasladara a todo el cuerpo debajo del abrigo. Apenas dos semanas después de salir de Cuba, ya percibía una marcada alergia a todo aquello. Allí estaban los uniformes militares con su gorra “de plato” que nuestros oficiales calcaron por décadas. Las insignias para trabajadores destacados y soldados muertos en la guerra, tan idénticas a las que se entregaban en nuestro país, que debía volverlas observar una y otra vez para percatarme que no decían “República de Cuba” sino “URSS” o “RDA”. Así, avanzando entre carteles al peor estilo del realismo socialista llegué a la reproducción de una oficina de la KGB. El teléfono tosco, los archivos metálicos con cada cajón etiquetado con una letra y allí las fichas. Pequeñas cartulinas manchadas por el tiempo con los nombres de los vigilados. Aquel era el catálogo de los ciudadanos incómodos, de los críticos y de quienes alguna vez fueron objetivo de la policía política. Tuve la tentación de buscar la “Y” y hurgar en las fichas en busca de un nombre. Pero en ese momento la asfixia que me producía aquel Museo del Comunismo llegó a un punto insoportable y salí corriendo hacia la calle, a tomar una bocanada del aire frío y libre de Praga. |
PARA PENSAR ANTES DE ACTUAR
Neverg Londoño Arias
En el proceso de formación de los hijos(as) deben tenerse en cuenta algunas maneras de proceder que le evitarán malestares posteriores en etapas de la vida en las cuales se confronta lo aprendido con la realidad inmediata: 1.El dar y el recibir. No le dé al niño(a) todo lo que pida. Necesitar, invita a mirar otras maneras de conseguir lo que se desea. No todo se logra cuando se requiere; se hace necesario aprender a tolerar la frustración. Dar debe ir acompañado del recibir. Cuando se da y no se recibe hay una descompensación en uno de los dos lados. El recibir puede negociarse a partir de pequeñas tareas que representen algo de esfuerzo para el niño(a). Recuérdele que nada es gratuito en la vida. 2.Evite compensar porque sí. No es conveniente pagar con regalos la aceptación de sus ausencias, por los abandonos cortos por el trabajo y las diversiones o las separaciones prolongadas por los viajes. Trate de explicar lo que está haciendo para satisfacer las necesidades básicas. 3. Los alimentos. Estos se preparan para el núcleo familiar. No establezca prioridades, ni alimentación especial para ningún miembro de la familia a excepción de los enfermos. 4.El uso del lenguaje. Desde los primeros momentos el lenguaje es elemento clave de comunicación. Gestos, señas y el lenguaje hablado son determinantes. Sonido y oído son correspondientes. Háblele a los niños (as) en forma normal, puesto que todas las personas a su alrededor así lo hacen. De acuerdo con la manera como usted le habla al niño(a), es la manera como el o ella aprenden a hablar. Instrúyalos en el buen uso del lenguaje, el empoderamiento lingüístico. Hablar en forma adecuada es una tarea sencilla. Indíquele la importancia de la palabra que arrulla, enamora, decide, compromete, armoniza y también maltrata y causa daño. 5.-Incentive la lectura. Inícielo en la lectura como entretenimiento, no la utilice como castigo. Después de leer un buen libro el ser humano se convierte en algo diferente y cambia su discurso. El lenguaje del buen lector muestra la influencia de lo que lee. 6.Lo moral y lo ético. Enséñele a sus hijos(as) que el comportamiento tiene importancia dentro de la vida personal, familiar y social. El amor y el respeto por sí mismo, son los puntos iniciales del amor y el respeto por los demás. Lo moral y lo ético se corresponden cuando se trata de dar lo mejor, construyendo armonía y paz. Estableciendo una comunicación cordial, en la cultura del buen trato; reconociendo que el otro tiene sus saberes y sus fortalezas, sus opiniones y sus normas de conducta, sus afiliaciones y sus ritos y que la crítica destruye en la medida que no se orienta a mejorar los comportamientos y el discurso. Hacer el bien y respetar al otro parecen consignas para una real convivencia. 7.El orden. Una de las tareas en las cuales se debe comprometer a niños y niñas es en el orden, bajo el principio tradicional de que siempre hay “un lugar para cada cosa porque cada cosa debe estar en su lugar”. El compromiso con el orden se inicia con los juguetes, la ropa y la habitación. En la medida que los niños(as) crecen las tareas de ordenar y cuidar se pueden extender a otros espacios de la casa y cuando salten aquellos momentos de la despreocupación y el desorden en plena adolescencia estos serán más llevaderos. 8.Violencia intrafamiliar. Una resta entre su edad y la edad del niño o niña, le indica a usted el período de experiencia y de vida que los separa. ¿Cómo se ve a un adulto de cuarenta años golpear a un niño de ocho? Evite el maltrato físico y psicológico. Evite los conflictos de pareja frente a hijos e hijas. Explíqueles que en toda relación hay dificultades, pero no se sobrepase. Papá, Mamá y hogar son los modelos que se portan como estandarte para la vida de adultos. 9.Aplicación de lo aprendido. Cuando su hijo(a) llegue a la adolescencia y a la vida adulta, estará en capacidad de hacer uso de todo lo que usted formó en el niño(a) desde la infancia. 10. La cosecha. Empiece a cosechar lo que sembró. Usted recibirá con creces lo que sembró y con lágrimas lo que mal formó. Regocíjese con los logros y en caso contrario acepte las fallas y desarrolle desde el afecto tareas de acompañamiento. |
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