El Imparcial-Pagina 5

 

 Pereira, Colombia - Edición: 12.466-46 - Fecha: 08-08-2018                                                                                                                                   

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OPINIÓN

 

¿OPOSICIÓN RACIONAL?, ¿O REVANCHISMO  Y HORDAS  VIOLENTAS?

 

Carlos Alberto Ramírez Cardona.

 

Existe una línea, muy tenue,  sutil, y  maliciosa entre la protesta legal  y justa;  y el oscuro y deleznable revanchismo del  opositor político,  vencido; quien,  prevalido de  hordas  vocingleras y violentas,  busca de manera velada o expresa, el amedrentamiento y  desestabilización del  gobierno legítimamente constituido; aplicable en este caso,    al envanecido caudillo populista, Gustavo Petro y a sus colectivos,  quienes  instilando su neurotoxina alienante y fundamentalista, pretendían mostrar sus colmillos y garras de felino predador,  al nuevo régimen, convocando a acto público paralelo a la posesión de éste; actitud pendenciera, provocadora  y reyertera, que distaba  mucho de una postura coherente y responsable; riñendo con la paz y convivencia que anhelamos los Colombianos de bien; justificándose  de manera maniquea,  en el  nuevo estatuto de la oposición, y  haciendo  un despliegue de fuerzas resentidas y llenas de odio, como instrumento urticante de perturbación, lo que distaba  de un evento democrático y de buen recibo. Ello,  lo único que develaba, era la turbulencia y frivolidad de quien alberga el afán de poder, como una obsesión alienante; sin embargo a última hora todo el libreto varió, ¿razones?,  lo grotesco del acto , bajo, ruin e innoble, lo que desacreditaría a las izquierdas en vez de catapultarlas  y  el gran apoyo a Duque, quien ha unido todos los sectores de la Nación y fuerzas vivas, como una de las pocas últimas esperanzas de redención; se pasó entonces, a unas tímidas marchas por la vida, la justicia y la paz, y protesta por la muerte de líderes sociales.  

La protesta social es un derecho Constitucional, pregonado y enarbolado como estandarte libertario por la mayoría de Estados Democráticos y de Derecho del mundo; nacido en las fraguas de la revolución Francesa, ha campeado con honor y sin tregua en la defensa de derechos y contra tiranías autocráticas, su noble fin busca que el pueblo y los diferentes sectores de opinión y gremiales, expresen su descontento ante hechos que ellos consideren lesivos de sus derechos; pero cuando ello se convierte en una instrumento,  en una máquina infernal de ataque siniestro e inescrupuloso contra un gobierno legítimo, obedeciendo a órdenes e intereses oscuros, perversos y deleznables, pierde su sagrada finalidad, la misma debe tener una regulación normativa, una ley estatutaria, que la reglamente y organice; no puede concebirse la protesta como un estallido tumultuario veintijuliero sin control y contención, invitando a la anarquía o al desorden, eso no es protesta, es anarquía, desorden y si se quiere terrorismo, pues adueñarse de las calles y las vías de la urbe, permite de manera cómoda e impune la infiltración de agentes y factores externos radicales que buscan un solo fin, la desestabilización de las instituciones elegidas de manera libre, legítima y democrática, mediante actos de vandalismo, caos y delincuencia. Esta primera intentona se frustró, pero vendrán muchas más, la izquierda está al acecho como León rugiente, todo acto de malestar o descontento popular, será hábilmente explotado, infiltrado, permeado;   no olvidemos el papel que las aparente desmovilizadas FARC, jugarán en todo esto, con milicianos entrenados en esta clase de luchas; jamás la Patria, había corrido tanto peligro, si bien es cierto, la protesta es un derecho fundamental, ello, no la instituye, como axioma de  impunidad absoluta, para quebrantar la ley y la autoridad, ese concepto romántico, añejo y casi irresponsable de “fundamental”, está siendo interpretado de manera maniquea y farisea, por quienes persiguen fines torvos y deleznables; como lo decía Dostoievski, “no olvidemos que el demonio puede citar las sagradas escrituras para cumplir sus  propios propósitos”; así las cosas, y frente a las evidencias y nuevos acontecimientos históricos, es menester reglamentar la protesta social, dentro de los cauces de legalidad, orden, respeto y autoridad.

 

   

AMIGOS Y ENEMIGOS

EL GRAN PROBLEMA DE ESTA GUERRA ES QUE TODOS SOMOS COLOMBIANOS

 

Cristian Valencia

 

El gran problema de esta guerra es que todos somos colombianos. Y que los enemigos que se matan son vecinos unos de otros. Que compartimos paisaje y estamos atados casi que trágicamente por una relación umbilical eterna e inevitable. De allí la rabia.

 

Si estuviéramos peleando contra un enemigo común, estaríamos formando la nacionalidad, como dice Umberto Eco en 'Construyendo al enemigo', pero ya el mundo no está para ir construyendo nacionalidades a balazos. Suele ser un recurso para dictadores que cuando ven su popularidad en crisis se inventan una guerra con el vecino. Pasaron los tiempos de matar semejantes en nombre de la patria, los muertos en los campos de batalla son motivo de vergüenza para los vencedores.

 

Los supuestos enemigos en esta guerra son vecinos y a lo mejor amigos. Comparten tradiciones culturales, educación, comparten el sino de ser hijos de rachas de gobiernos corruptos; indolentes burócratas que se roban los dineros públicos de la salud, la educación, la infraestructura. Los supuestos enemigos que se matan en Urabá, en el litoral Pacífico, en Norte de Santander, son casi de las mismas familias.

 

“Los supuestos enemigos que se matan en Urabá, en el litoral Pacífico, en Norte de Santander, son casi de las mismas familias.”

 

Sicarios abocados a disparar contra su prójimo por unos cuantos pesos para suplir las necesidades insatisfechas de generaciones anteriores (necesidades de amor, de maestros, de colegios, de odontólogos, de ropa, de hospitales, de trabajos dignos, de universidades, de casas, de servicios públicos); muchachos que se fueron a la guerrilla atraídos por una sarta de promesas de cambios; o que se cambiaron a paramilitares porque a estas alturas ya no saben hacer más y tienen familias y no hay tiempo ni plata pa’ estudiar; líderes sociales que luchan desde trincheras comunitarias para que haya un trato justo: derecho a la tierra, inversión real en el agro, educación pública de calidad gratuita, una Universidad Nacional fortalecida.

 

Los muertos de esta guerra son ellos: los sicarios, los guerrilleros, los paramilitares y los líderes sociales. Esos son los muertos; y se dicen enemigos entre ellos y se odian con odios inventados. Hay que hablar con los sicarios y con todos los que tienen un arma y la apuntan contra sus hermanos, para que se reconozcan como iguales, compañeros del mismo trasegar injusto.

 

Mientras ellos se matan, los enemigos, los amigos que se quedan con los frutos de esa guerra, se divierten a sus anchas en un país que les pertenece. Habrá que hablar con ellos: porque solo ellos pueden hacer la paz. Hablo de muchos poderosos empresarios, de muchos políticos, de algunas familias que heredaron el país con cédulas reales de Fernando VII. Y de los mafiosos, porque ellos también tienen de dónde justificar su hijoputez: jamás se resignaron a estar excluidos del bienestar que les era negado por el solo hecho de haber nacido en el barrio equivocado, y hablo de los líderes guerrilleros que tienen poder en muchas zonas del país. Con todos hay que hablar. Y proponerles un objetivo que se llame Patria para todos, por ejemplo. ¿De qué se trata eso?

 

No es tan difícil: solo se trata de obligar al Estado a cumplir su misión de administrador de nuestros bienes. Para que los dineros públicos se conviertan de verdad en hospitales de calidad, en colegios y universidades, en tecnificación y capacitación de campesinos, en infraestructura adecuada: trenes, carreteras, canales fluviales; y comenzar a desarrollar nuestro potencial marino (dos mares es demasiado para tenerlos tan abandonados).

 

Ya no más, por favor. Que la guerra no vaya más. Es tiempo de la nobleza. Es tiempo de comenzar de verdad a construir una patria para todos. De ser grandes.

 

 

 

LA ESTRATEGIA DEL LIBERTADOR

 

 

Rubén Darío Varela Hurtado

 

El 4 de julio de 1817, luego de un combate entre patriotas y realistas en el caño de Bocanegra, Bolívar y su tropa se ven obligados a retirarse atravesando a nado una legua por el caudal del rio Orinoco, hasta el Trapiche de Casacoima.

 

Es en este lugar en medio de la agonía El Libertador se dirige a sus compañeros y traza con precisión de adivino, la ruta que seguirá la Campaña Libertadora hasta la Nueva Granada.

 

Una campaña relámpago ejecutada en solo dos meses, llena de penalidades y heroísmo, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, en compañía de sus tropas, procedentes de Angostura (Ven.) cruzaron la frontera de Nueva Granada y se reunieron con las tropas de Francisco de Paula Santander en junio de 1819. Juntos atravesaron el Páramo de Pisba y vencieron a los realistas en Paya el 27 de ese mes y en Gámeza el 11 de Julio, logrando una justa victoria en la batalla de Pantano de Vargas el 25 de julio.

 

Luego, Bolívar dirigió la estratégica Contramarcha de Paipa, que le permitió cortar el contacto entre el ejército realista y la ciudad de Bogotá. Además, tomó Tunja el 5 de agosto.

 

Listos para la batalla, la mañana del 7 de agosto, Bolívar ordenó impedir que el Ejército Español cruzara el Puente de Boyacá. Las tropas españolas al mando de José María Barreiro llegaron al puente a las 2 de la tarde, pero las fuerzas patriotas las contuvieron y derrotaron tras dos horas de batalla, las tropas fueron rodeadas y se rindieron a las 4 de la tarde. Tomando como prisionero a Barreiro.

 

De esta manera recordamos la batalla de Boyacá, la cual otorgó la independencia definitiva al país. En memoria de este importante episodio, el 7 de agosto se institucionalizó como el Día del Ejército Nacional.

 

 

SEÑOR PRESIDENTE

 

Iván Duque Márquez,  o su Excelencia como debe ser tratado por los presidentes de otras naciones o los embajadores que visiten el país, a sus 42 años es el cuarto Presidente de Colombia más joven de la historia.

 

Como Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa, corresponde:

•           Nombrar y separar libremente a los Ministros del Despacho y a los Directores de Departamentos Administrativos.

•          Dirigir las relaciones internacionales. Nombrar a los agentes diplomáticos y consulares, recibir a los agentes respectivos y celebrar con otros Estados y entidades de derecho internacional tratados o convenios que se someterán a la aprobación del Congreso.

•          Dirigir la fuerza pública y disponer de ella como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de la República.

•          Conservar en todo el territorio el orden público y restablecerlo donde fuere turbado.

•          Dirigir las operaciones de guerra cuando lo estime conveniente.

•          Proveer a la seguridad exterior de la República, defendiendo la independencia y la honra de la Nación y la inviolabilidad del territorio; declarar la guerra con permiso del Senado, o hacerla sin la autorización para repeler una agresión extranjera; y convenir y ratificar los tratados de paz, de todo lo cual dará cuenta inmediata al Congreso.

•          Permitir, en receso del Senado, previo dictamen del Consejo de Estado, el tránsito de tropas extranjeras por el territorio de la República.

•          Instalar y clausurar las sesiones del Congreso en cada legislatura.

•          Sancionar las leyes.

 

 

 

•          Promulgar las leyes, obedecerlas y velar por su estricto cumplimiento.

•          Ejercer la potestad reglamentaria, mediante la expedición de los decretos, resoluciones y órdenes necesarios para la cumplida ejecución de las leyes.

 

•          Presentar un informe al Congreso, al iniciarse cada legislatura, sobre los actos de la Administración, sobre la ejecución de los planes y programas de desarrollo económico y social, y sobre los proyectos que el Gobierno se proponga adelantar durante la vigencia de la nueva legislatura.

 

•          Nombrar a los presidentes, directores o gerentes de los establecimientos públicos nacionales y a las personas que deban desempeñar empleos nacionales cuya provisión no sea por concurso o no corresponda a otros funcionarios o corporaciones, según la Constitución o la ley. En todo caso, el Gobierno tiene la facultad de nombrar y remover libremente a sus agentes.

 

•          Crear, fusionar o suprimir, conforme a la ley, los empleos que demande la administración central, señalar sus funciones especiales y fijar sus dotaciones y emolumentos. El Gobierno no podrá crear, con cargo al Tesoro, obligaciones que excedan el monto global fijado para el respectivo servicio en la ley de apropiaciones iniciales.

 

•          Suprimir o fusionar entidades u organismos administrativos nacionales de conformidad con la ley.

 

•          Modificar la estructura de los Ministerios, Departamentos Administrativos y demás entidades u organismos administrativos nacionales, con sujeción a los principios y reglas generales que defina la ley.

 

•          Distribuir los negocios según su naturaleza, entre Ministerios, Departamentos Administrativos y Establecimientos Públicos.

 

•          Conceder permiso a los empleados públicos nacionales que lo soliciten, para aceptar, con carácter temporal, cargos o mercedes de gobiernos extranjeros.

 

•          Conferir grados a los miembros de la fuerza pública y someter para aprobación del Senado los que correspondan de acuerdo con el artículo 173 de la Constitución.

 

•          Velar por la estricta recaudación y administración de las rentas y caudales públicos y decretar su inversión de acuerdo con las leyes.

 

•          Ejercer la inspección y vigilancia de la esperanza conforme a la ley.

 

•          Ejercer la inspección y vigilancia de la prestación de los servicios públicos.

 

•          Celebrar los contratos que le correspondan con sujeción a la Constitución y la ley.

 

•          Ejercer, de acuerdo con la ley, la inspección, vigilancia y control sobre las personas que realicen actividades financieras, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento o inversión de recursos captados del público. Así mismo, sobre las entidades cooperativas y las sociedades mercantiles.

 

•          Organizar el Crédito Público; reconocer la deuda nacional y arreglar su servicio; modificar los aranceles, tarifas y demás disposiciones concernientes al régimen de aduanas; regular el comercio exterior; y ejercer la intervención en las actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e inversión de recuerdos provenientes del ahorro de terceros de acuerdo con la ley.

 

DATOS DE INTERÉS

 

Presidente con mayor edad: La persona de mayor edad en tomar posesión de la Presidencia ha sido Manuel Antonio San Clemente, a los 84 años.

Presidente más joven: Eustorgio Salgar fue elegido y tomó posesión de la Presidencia de los Estados Unidos de Colombia a la edad de 38 años.

Presidentes Reelegidos: Rafael Núñez fue elegido en cuatro ocasiones, Tomás Cipriano de Mosquera lo fue tres veces más el periodo de 1861 a 1863 en el que gobernó tras un golpe de estado. Manuel Murillo Toro, Alfonso López Pumarejo, Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos fueron elegidos en dos ocasiones, mientras que Francisco de Paula Santander y Alberto Lleras Camargo fueron elegidos luego de haber ejercido la Presidencia por renuncia o encargo del titular.

 

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