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Decisiones Presidenciales ante el COVID-19
Por: Natalia Cuervo López
El honorable presidente de Colombia Iván Duque lo que hace con las
manos lo borra con los pies. Me atrevo a decirlo porque en la
alocución del día 20 de marzo, en la que ratificaba la cuarentena
con el fin de frenar el contagio del coronavirus Covid-19, decisión
muy acertada de nuestro mandatario, aunque algo tardía. Parecía
tener muy claras las líneas de acción que implementaría para
salvaguardar la vida de los ciudadanos en este tiempo de
confinamiento.
En su discurso insto a los colombianos a mantener la medida de
aislamiento, informó acerca de la rutas y canales de atención con
los que la población contará y finalmente presento el plan de acción
a ejecutar, con el fin de garantizar el alimento y los medicamentos
para todos los ciudadanos, esto como parte de tranquilidad. Por qué
decir que no, parecía mostrar un hombre que trabaja y busca el
bienestar de un pueblo que ya entro en pánico y que se puede
contagiar muy fácilmente.
Sin embargo, quedan algunas cosas en el tintero, y muchas preguntas
sin responder. Si bien es cierto que hay personas en el extranjero
hijos de esta patria, también es cierto que son el factor de riesgo
más alto para nuestros conciudadanos y ¡nos saquemos del paseo, para
nosotros también! Entonces por qué la demora para cerrar los
aeropuertos internacionales que funcionan en el territorio nacional.
Ahora bien y el tema mas importante, el sistema de salud de este
país se encuentra en condiciones para lidiar con esta pandemia.
Porque está bien que queramos recibir a todos nuestros hermanos
exiliados, son familiares de personas que están aquí, que los aman y
tal vez por quienes subsisten, eso gracias a que la situación
económica no mejora en el país y todavía somos unos de los países
con mayor número de emigrantes y remesas internacionales. Pero, ¿qué
tanto estamos preparados para recibir compatriotas, con positivo en
coronavirus Covid-19?
Sin embargo, frente a los hechos supongamos que ahora se están
tomando las medidas adecuadas. Acuartelando a los ciudadanos en sus
casas, solicitando expresamente que solo salgan en caso de extrema
urgencia, activando las rutas de atención en caso de emergencia y
para ayudas humanitarias, articulando los procesos con los gobiernos
departamentales y locales con el fin de evitar la propagación del
coronavirus Covid-19, ¡como tendría que ser! Esto no es de exaltarlo
y verlo como un acto loable de parte del primer mandatario.
A decir verdad, me parece que se demoró en tomar las medidas, de
hecho al principio se negó a la iniciativa de la Alcaldesa de la
Capital y el Gobernador de Cundinamarca, quienes realmente fueron
los de la propuesta de confinar a los ciudadanos en sus casas a
manera de simulacro, pero que ante la gravedad de la situación y el
nivel de contagio que se viene presentando, se vio en la obligación
de apoyar a estos dos representantes políticos y aunar esfuerzos con
el resto del país.
Pero luego de todo el recuento anterior, que supongo además todos
ustedes ya saben, la metida de pata del Presidente y con la que
borro todos su esfuerzos por mantener en calma al pueblo y producir
algo de sosiego en medio de la situación actual, fue autorizar por
medio del decreto 444 entre otras cosas, efectuar operaciones de
apoyo de liquidez al sector financiero, dicho decreto recoge dineros
del Fondo de Ahorro y Estabilización (FAE); los recursos
provenientes del Fondo de Pensiones (FONPET) y recursos asignados en
el Presupuesto General de la Nación.
Lo anterior suscito inconformidad por parte del pueblo colombiano y
no es para menos, como es posible que en medio de esta emergencia,
el Gobierno Nacional este pensando en salvar a la banca y aun no
haya dado claridades frente a que se va a hacer en caso de que el
contagio continúe como viene con los centros médicos de 3 y 4 nivel,
que no cuentan con los espacios adecuados para atender a los
enfermos por Covid-19 y con el sinnúmero de municipios que no
cuentan con hospitales y deben recurrir a sus vecinos. Pero además
que va a pasar si los alcaldes deciden cierran fronteras y negar
cualquier tipo de entrado o salida de personas.
Señor Presidente queda mucho por hacer.
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LA proscripción de la derecha es un deber moral y constitucional
Por:
Carlos Alberto Ricchetti
La primera lectura de una crónica conllevando semejante título, no
podría menos que calificarse de autoritaria. Esto ocurre por los
conceptos asimilados durante la primera instrucción escolar, a su
vez moldeada por los preceptos y prejuicios adquiridos a partir de
la convivencia dentro del sistema de la democracia liberal de
mercado. Como si fuera ello producto de una enorme contradicción, es
precisamente en salvaguarda de los derechos económicos del
individuo, las libertades, las garantías, la inclusión y la
participación de la suma de los ciudadanos, que el derechismo debe
ser proscrito con fuerza de ley. No es puro ideologismo, ni producto
de la más descarriada reacción. Sobran los motivos, se multiplican
las razones a la vera de los acontecimientos pasados, presentes,
futuros.
En
vísperas que un proyecto de ley busca “perpetuar” la seguridad
democrática en Colombia, con sus “falsos positivos” o concesiones
territoriales a paramilitares mediante; cuando en Bolivia los
autonomistas, al igual que los productores rurales argentinos,
luchan por mantener sus privilegios. Advirtiendo a los reaccionarios
del Paraguay, Ecuador, Venezuela, conspirar para volver a “las
andadas”; vislumbrando cambios políticos sustanciales en El
Salvador, su búsqueda en Perú o México, actuar con la cabeza fría
sobre el corazón ardiente, se torna una obligación a nombre del bien
común. Y como si la derecha fuera a vacilar en aplicar legalmente
los mecanismos básicos que le permitan institucionalizarse, las
explicaciones emergen como requisitos morales cualitativos.
El punto
de partida, radica en la toma de medidas equivalentes, pero a la
inversa, con un sentido solidario, humanista, patriótico por sobre
todo.
Muy a menudo, bajo el sofisma derechista de la democracia mal
enseñada, se suelen caratular de “dictatoriales” las medidas tomadas
por los gobiernos en defensa de los fueros de la mayoría, en
especial cuando amenazan los intereses del establecimiento y sus
noveles protagonistas.
Por
ejemplo, es una “libertad inalienable” el derecho del capital a
privatizar la salud, lo cual atenta de manera seria y lesiva el
acceso a la atención pública de la gran mayoría, cuando su poder
adquisitivo es insuficiente para cubrir las exigencias económicas de
una obra social prepaga. También se le llama increíblemente
“libertad de gestión”, a destinar tierras sembradas de caña para la
producción de biocombustible barato, como ocurre en Colombia, en
lugar de satisfacer la demanda de alimentos indispensables del valor
nutritivo de la panela. Llevado al extremo, estaría demás suponer la
importancia de otorgar la tierra -al menos en concesión- a las
familias desplazadas por la violencia, teniendo en cuenta la grave
crisis humanitaria que atraviesa el país. Así coexisten innumerables
“clases de libertades”, legado de “los libres ostentadores de la
libre libertad, quienes detestan libremente que sus conciudadanos se
demuestren demasiado libres”.
Desde luego, estos roles se invierten cuando un gobierno de legítimo
acerbo popular –no populista, como los de Álvaro Uribe Vélez y Alan
García en el Perú- hacen de la democracia algo más que una bella
palabra: La colocan, al decir del general argentino Juan Domingo
Perón, al servicio de la voluntad del pueblo. Ya hacia mediados de
la década de los años treinta del siglo pasado, Jorge Eliécer
Gaitán, en sus discursos parlamentarios, hacía énfasis en la
carencia de un gobierno, de instituciones o de un sistema político,
como impulsor de las soluciones de orden económico en el país. La
independencia de una nación en materia de economía, eliminados los
factores de dependencia, posibilita el ejercicio del derecho
fundamental de la autodeterminación, la cual de otra forma no puede
consolidarse.
Tampoco
la libertad genuina de sus habitantes. Estos derechos se mencionan y
garantizan, de manera nominal, en los diferentes preámbulos,
constituciones o en los discursos de los políticos demagogos de
turno.
Si la
espectacular propagación de Gaitán de tan nobles ideales, que
pretendió conducir al pueblo colombiano a la realización de sus
designios, en definitiva, le costó la vida; ¿cuál es el límite en el
margen de posibilidades, para declarar a la derecha inconstitucional
y llevar a cabo su viejo sueño?
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El viejo oeste, el bueno, el malo y el feo
Por: Leonardo Franco A.
En 1966 se estrena, este, uno de los grandes clásicos del cine
western norteamericano: dirigida por Sergio Leone y protagonizada
por Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach y la inolvidable
banda sonora compuesta por Ennio Morricone. La trama es la búsqueda
de un tesoro de monedas de oro en medio de la guerra de secesión y
la participación de caza recompensas, figura legal en esos
territorios desde 1873, que desataba verdaderas e inclementes
jaurías en pos de una recompensa ofrecida por la cabeza de alguien,
vivo o muerto.
Marzo 26 de 2020, el Fiscal general de Estados Unidos, William Barr,
presenta una acusación formal por narcotráfico, en contra del
presidente venezolano Nicolás Maduro. El indicmet presentado lo
señala por narcoterrorismo y tráfico de armas, además de liderar un
cártel para transportar y distribuir grandes cantidades de cocaína
en el territorio de los Estado Unidos desde 1999, el llamado Cártel
de los soles.
Creo pertinente preguntar ¿Por qué hasta hoy, veinte años después se
hace una acusación formal en contra de un jefe de estado, si
supuestamente y de acuerdo al escrito de acusación se tienen pruebas
irrefutables desde esa época? Este es un tema supremamente delicado
para la región, especialmente para Venezuela y Colombia, por las
implicaciones, intereses y las malas relaciones existentes desde la
política exterior entre las dos naciones.
Las fronteras del viejo oeste norteamericano se ampliaron, así como
sucedió en Granada en 1.983, operación realizada con la
participación de Barbados y Jamaica para darle algo de “legalidad”
al desembarco para derrocar el gobierno de Hudson Austin y en Panamá
en 1.989 para capturar al general Manuel Antonio Noriega, acusado de
narcotráfico y lavado de activos, hay que resaltar que este general
era un antiguo colaborador de la CIA. Las prácticas de caza
recompensas, con cartel de se busca, han sido parte de las
estrategias del gobierno norteamericano para dejar en manos de
terceros, la responsabilidad en los trabajos non sanctos (sucios)
sobre todo fuera de su territorio.
Las razones para tomar en estos momentos esta decisión tan
trascendental pueden ser otras, más prácticas, menos justicieras.
1. Estados Unidos está a ocho meses de las elecciones
presidenciales, la percepción y la opinión pública en estos momentos
no están muy del lado del presidente, así se aferre al discurso de
la recuperación de la economía.
2. El sistema sanitario norteamericano está debilitado, la retórica
política del presidente sin claros signos de una superación
efectiva, ha colapsado en estos tiempos de pandemia.
3. El COVID-19, el gobierno ha sido laxo en tomar medidas a tiempo,
el virus se ha expandido casi de manera exponencial en ciudades y
regiones del país de manera casi incontrolada. La opinión pública lo
tiene claro.
4. Petróleo, Venezuela posee las mayores reservas de petróleo y gas
del mundo. Ese de por sí es una razón para querer tener allí un
amigo como Guaidó y no un contradictor, que a si sea tras bambalinas
le plante cara.
5. Populismo, quien lo creyera es el arma predilecta del gobierno
actual, eso lo entenderíamos de países tercermundistas, no de EEUU.
6. Los Talibanes, luego de la firma de un acuerdo de paz en
Afganistán con este grupo y sacarlo del listado de grupos
terroristas, hay que encontrar otros enemigos.
En este escenario se le han reunido las peores pesadillas, ¿la
salida? Ir de frente por uno de sus declarados enemigos, así no sea
el momento indicado. Cortinas de humo ante la realidad interna. Los
colombianos estamos muy acostumbrados a estas artimañas, las hemos
vivido en el desarrollo de nuestra historia republicana, pero con
más ahínco los últimos 20 años. Los escándalos de corrupción, de
exterminio, de violencia, de narcotráfico en las altas esferas,
hacen que nuestros dirigentes apunten los reflectores hacia afuera
para ellos escabullirse con sus responsabilidades, bajo las sombras.
Afortunadamente la mentalidad está cambiando.
Saquémonos de la cabeza de una vez por todas que: El bueno es el
gobierno de los EEUU, el malo es Maduro y el feo es Colombia, aunque
desde afuera ya nos miren con desdén. El feo, sabemos quién es.
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