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Comunidad
Digital
En los últimos dos años hemos pasado de sólo hablar a intercambiar
experiencias y se han ampliado las comunidades digitales, que hoy en día
pretenden ocupar un primer lugar en el desenvolvimiento social diaria,
trayendo como consecuencia la auto censura y por demás el auto encierro
programado.
Hoy en día se escucha de manera común "Debo llegar temprano a casa porque me
espera una comunicación com...", así mismo los encuentros virtuales son cada
vez con fuerza y frecuencia, por un lado permitió acercarnos a mundos
culturales distintos y también a saber de parientes que están en lugares
lejanos.
En las dos décadas pasadas el desempleo estructural tendió a ser visto como
un problema propio del mundo desarrollado, hoy ya esto está cambiando de
manera radical. El desplazamiento de actividades laborales hacia las
economías en desarrollo, donde podían ser ejecutadas a una fracción de su
costo, hacía que éstas desaparecieran de manera permanente de los países
desarrollados.
Los primeros en desaparecer fueron los llamados empleos de cuello azul. Es
decir, aquellos asociados a actividades manufactureras masivamente
traspasadas a los países de mano de obra intensiva. Allí, las cadenas
productivas asiáticas se hicieron imbatibles, pues la fabricación de una
misma manufactura podía ser desagregada buscando la mano de obra más barata
para cada componente de la misma.
Con ello la revolución en las tecnologías del transporte y la información
permitió dar forma a esta nueva realidad, en los últimos dos años hemos
visto un incremento no solo en lo social, si no también de la manera
laboral.
Peor aún, la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías de
comunicación, utilizadas cada quien como le parece está desterrando al
desván de las antigüedades a aquellas áreas de los servicios que sólo los
seres humanos podían realizar de manera habitual. Lo que está planteado son
procesos digitales hablando con otros procesos digitales para crear nuevos
procesos, en ocasiones da terror entender lo que ha venido avanzando, en
ocasiones sin darnos cuenta.
Dentro de ese nuevo universo, gran cantidad de sociedades están siendo
absorbidas por la inteligencia artificial dentro del propio mundo
desarrollado. Ello incluye a muchos de los que habían migrado o estaban
supuestos a migrar al mundo en desarrollo. India es evidencia de cómo
sectores que creía haber consolidado están abandonado al país.
Ahora bien, como si la tecnología por si sola no se bastase para dar forma a
esta realidad, un nuevo fenómeno ha venido a reforzarla: El Covid-19.
Efectivamente, la crisis aguda en las cadenas de suministro globales
desatada a raíz del coronavirus está disparando la inflación en el mundo
desarrollado. Estados Unidos evidencia hoy tasas de inflación que no
experimentaba desde hace cuatro décadas. Como resultado, la valorización de
la autosuficiencia productiva. La vuelta a casa de las fábricas que se
habían mudado a países de mano de obra intensiva se vuelve así doblemente
atractiva. Ya es hora de entender lo que está sucediendo y peor aún lo que
vendrá.
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¡Buenos días familia!
Ayer éramos esclavos de una monarquía, y hoy
del Estado
Zahur Klemath Zapata
Esta es la edición 12.870-450 de El Imparcial de hoy Jueves 13 de
enero de 2022.
El ser humano ha evolucionado, mas no su condición frente al monarca o al
estado. Esta situación no es nada nueva en la historia de la humanidad.
Los que están arriba, en condición de poder, siempre han tenido a la
multitud humana como sus sirvientes y dueños de ellos, a los que pueden
obligar a tributar bajo penas de prisión o ejecución.
Una avanzada de seres humanos ha aprendido que su condición en la que están
ahora los aparta de seguir siendo esclavos o propiedad de alguien que
presume ser el dueño del Estado.
Pero como una gran mayoría continúa siendo parte de esa camada de gente que
no tiene la capacidad de distinguir entre autónomo y súbdito, permanece
aferrado al líder, monarca, presidente, dictador o como lo quieran llamar
porque ven en él el soporte que no tienen como individuos libertarios en una
sociedad.
Se viene tributando desde hace miles de años. Porque los dueños de la casa
en el pasado así lo exigían. Pero hoy los seres hemos evolucionado
genéticamente y esa adquisición de conocimiento empírico ya lo llevamos en
nuestros genes y nos obliga a actuar con mayor independencia frente a esos
señores que han heredado sus puestos o los han ganado a través de actos
violentos para llegar donde están.
Todos tributamos en las actuales sociedades, ¿pero qué recibimos a cambio?
Lo que a bien desean los que están empoderados. Porque nuestros tributos
siempre van a parar en lo que ellos consideran importante sin importar el
bienestar social.
Hoy estamos obligados a revisar esos estándares que nos imponen y corregir
ese derroche de nuestros impuestos que jamás vamos a disfrutar como sociedad
que tributa.
El Senado es el más pernicioso con nuestros dineros y ya no tenemos que
actuar con desobediencia civil como se hizo en el pasado, pues esto solo
lleva a violencia de parte de ellos, hoy por hoy el peor castigo que les
podemos dar es votando en blanco para negarles la posibilidad de poder
llegar al congreso y derrochar nuestros impuestos.
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CRÓNICA DE GARDEAZÁBAL #
329
Recordando sabandijas
Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio: https://www.spreaker.com/user/8676384/2022-01-12-06-14-59-computer-record
Antecito de irnos a navidad y año nuevo, el país se enteró en lejanía de las
estulticias con que resolvieron adornar las mentiras que cada tanto de
tiempo nos quieren hacer tragar como si fuesen ruedas de molinos.
La primera de ellas fue grotesca, pero ya se perdió en el olvido. En la
misma semana un comité investigador que presidía el antiguo Defensor del
Pueblo, el doctor Negret, entregó a la alcaldesa de Bogotá un informe
detallado donde se contaba como en los por lo menos imprudentes y violentos
episodios del paro nacional que comenzó el 28 de abril un grueso grupo de
los muertos fueron causados por las fuerzas de choque de la Policía Nacional
que reprimía los desórdenes y trataba de intentar frenar la quema de los
CAI.
Tres días después la Oficina de Derechos Humanos de la ONU coincidió en sus
afirmaciones sobre el mismo episodio y dijo universalmente que al menos 28
de los 63 muertos de esos días habrían sido responsabilidad de la Policía
Nacional.
La respuesta del gobierno y la impavidez con que se turnaron los medios y
las redes para restarle importancia a las denuncias, solo sirvieron de marco
a las declaraciones del presidente Duque, la vicepresidente Ramírez y el
general Vargas en el sentido de que el actual gobierno tiene “cero
tolerancia con la violencia” o, lo que fue peor, que “la Policía Nacional no
masacra a nadie”.
En ningún momento hubo una voz que pusiera a pensar en navidades sobre la
urgencia de exigir un replanteamiento total de la Policía Nacional o al
menos diera una luz de esperanza sobre la revisión de los métodos educativos
dañinos de las Escuelas de Policía. Nada de eso.
Los malos son Negret y los de la ONU. Al exdefensor del Pueblo los
descalifican porque por esos días se inscribió en una lista para ser senador
de la república y los de la ONU porque son un acumulado de mamertos
trasnochados e izquierdosos.
Y como si eso fuera poco, estos informes coincidieron en tiempo prenavideño
con las declaraciones que le dio a la JEP el jefe de la llamada “Banda del
Golfo” en el sentido de que él no había sido capturado sino que se entregó.
¡Quién dijo miedo! Como el show de su captura había sido montado
teatralmente por los generadores de las mentiritas habituales de la Casa de
Nariño, el presidente, usando un lenguaje inapropiado para su dignidad,
salió a desmentir a Úsuga no con videos y herramientas visuales sino a
llamarle “sabandija” pretendiendo que insultándolo nos iba a convencer a
todos los colombianos que sospechamos lo falso de su captura desde cuando
vimos al bandido, muy bien vestido y con botas limpias, saliendo de la
manigua que le pusieron de paisaje. Por supuesto, como fue en vísperas de
navidad a medios y redes se les olvidó.
Hoy cometo la perversidad de recordar a la opinión pública uno y otro
episodio.
El Porce, enero 12 del 2022
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