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ESPECIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.917-497

Fecha: Martes 03-05-2022

 

Club de mujeres que aprenden matemáticas: un espacio para democratizar el conocimiento

 

Teresa Pardo R.

 

El colegio Santa María de Ubaté, a un poco más de dos horas de Bogotá, es una de las pocas instituciones educativas públicas femeninas en Cundinamarca con alrededor de dos mil estudiantes, y aunque en las veredas del municipio, donde tienen sedes de primaria, han recibido a niños que no tienen colegios cerca de sus casas, en la sede principal, ubicada en la zona urbana de Ubaté, el espacio sigue siendo solo para mujeres.

 

 

La profesora Natalia Palomá llegó al colegio en 2020, apenas unos días antes de que se declararan la pandemia y el confinamiento en Colombia; allí ha dictado clases de matemáticas, álgebra, cálculo y trigonometría, pero su mayor apuesta ha sido fomentar el interés de sus estudiantes por el estudio de las matemáticas, se interesó por por el aprendizaje de las matemáticas desde el lenguaje y desarrolló con algunos compañeros un semillero de investigación para fortalecer la comprensión lectora y la capacidad de argumentación en las matemáticas. “Me gustan los espacios donde las estudiantes puedan participar voluntariamente, es un escenario ideal”, explica, y cuenta que, partiendo de su experiencia, ha propiciado espacios para lograr ese interés voluntario por parte de las estudiantes.

La Escuela Pedagógica Experimental es de utilidad para explorar otras formas de enseñanza, centrada en procesos y experiencias, desde la autonomía de los estudiantes y lejos del currículo tradicional. También su experiencia en otro colegio, donde los cursos estaban divididos en niñas y niños, la acercó a ver las matemáticas con una perspectiva de género. “Ahí me interesé por la educación de las mujeres, porque estaban los espacios diferenciados, los comentarios de estudiantes y profesores que marcaban una diferencia entre unos y otros”.

 


Con un recorrido que preparó su llegada al colegio Santa María, sin contar su participación en museos y semilleros, creó un espacio virtual con estudiantes de los últimos cursos que quisieran profundizar los temas vistos en clases. Aunque una gran dificultad del colegio fue la falta de acceso a internet de las jóvenes, lograron reunirse cada vez más estudiantes, sus hermanas de otros cursos y otras niñas que con el voz a voz sintieron curiosidad.

Así conformaron el Club de Mujeres que Aprenden Matemáticas y, como incentivo, se gestionó encuentros con mujeres dedicadas a las matemáticas, como la profesora Carolina Neira, de la Universidad Nacional, quien además forma parte de la Comisión de Equidad y Género de la Sociedad Colombiana de Matemáticas, y desde su experiencia habló con las estudiantes de las posibilidades profesionales en torno al área y la importancia de que las mujeres contribuyan en espacios de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por su sigla en inglés).

 

 

Una ventaja en particular de fomentar y aumentar la participación femenina en áreas STEM es la posibilidad de generar soluciones más completas, teniendo en cuenta experiencias y análisis diversos que contribuyan a beneficiar a la población en general y al alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, algo en lo  que coinciden foros de organizaciones mundiales, científicas y académicas, como Ne

Cabe recordar que, aunque las mujeres son la mitad de la población, solo el 28 % de todos los investigadores en el mundo son mujeres, y en el caso colombiano el porcentaje llega al 38 %, de acuerdo con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Pero si hablamos de campos más específicos, como la ingeniería, en octubre de 2021 una investigación de la Fundación Universitaria Salesiana indicó que, en Colombia, del total de estudiantes de ingeniería, solo el 14 % son mujeres.

Si bien estas cifras muestran un rezago en estos espacios universitarios y profesionales, el origen de esta brecha de género radica en la primera infancia y en la educación básica, en sesgos y frases de cajón como “el azul es para los niños y el rosado para las niñas”, “hay que verse

 

 

 

femenina”, “las niñas no juegan con carros”, que luego se convierten en “esa carrera es para hombres”, “las mujeres no están para eso” y que, aunque parezcan algo del pasado, siguen arraigadas.

“Necesitamos estimular su interés (de las niñas) desde los primeros años, para combatir estereotipos, capacitar a los profesores a alentar a las niñas a elegir carreras STEM, desarrollar planes de estudio que sean sensibles al género, orientarlas y cambiar ideas preconcebidas”, se lee en el libro Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), de la Unesco.
Por eso, se creó el club para que las estudiantes que quieran participar puedan tener experiencias de aprendizaje que complementen, amplíen y profundicen los procesos y conceptos de las clases normales y se acerquen a estos temas. Inicialmente en la virtualidad, y ahora en la presencialidad, este proyecto forma parte de su tesis doctoral “Principios curriculares para fomentar la participación de mujeres adolescentes en las matemáticas”, de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPT).

Fomentar la autonomía desde las matemáticas
“Saber las experiencias de compañeras que habían estado en el club el año anterior y que les había dado buenos resultados me motivó a inscribirme, también porque aquí puedo repasar y reforzar temas vistos en años anteriores”, cuenta. Como ella, son cerca de 120 estudiantes del colegio Santa María de Ubaté que por iniciativa propia se reúnen semanalmente para trabajar en sus habilidades matemáticas y reforzar lo que ven en las clases regulares con el resto de sus compañeras.

 

 

“Uno de los objetivos es, junto con las estudiantes y la comunidad educativa, crear espacios de encuentro confiables y seguros en los que se fortalezcan lazos que permitan derribar estereotipos sobre el acceso de las mujeres a la educación superior y a las ciencias, particularmente a las matemáticas”.

Cada lunes, después de la 1:30 p.m., cuando acaban las clases las estudiantes de sexto a octavo se reúnen con la profesora Natalia para hacer diferentes actividades, las guías son financiadas por la Asociación de Padres de Familia y son el material principal de trabajo.

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