La
luz roja
Por: Agustín Perozo Barinas
«Existen dos maneras de ser engañados. Una es creer lo que no es verdad, la otra
es negarse a aceptar lo que sí es verdad». Søren Kierkegaard
"Los davosianos son los jinetes del Apocalipsis", argumentó un progresista
riguroso y en seguida devoramos un provocador artículo que él mismo sugirió:
https://www.lahaine.org/mundo.php/la-tercera-guerra-mundial-ha La reacción luego
de esa lectura, como es natural, fue inquietante... casi al punto de desear
tener un refugio antinuclear en el Himalaya.
«Las narraciones dan forma a nuestras percepciones, que a su vez forman nuestras
realidades y terminan influyendo en nuestras elecciones, decisiones y acciones»,
escribió Thierry Malleret. Por ejemplo, tenemos esta corta narración: "Cuando el
presidente de Rusia, Vladimir Putin, se conectó a la cumbre virtual BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), organizada por Beijing, fue la
primera vez que asistió a un foro con los jefes de las principales economías
desde que lanzó una invasión a Ucrania a principios de este año", informan los
medios.
Como el dios griego Jano, o el yin yang taoísta, avivando el concepto de los
espacios de transición y de la dualidad, buscamos la otra cara del Foro de Davos
en: https://es.weforum.org/agenda/2020/01/que-es-davos-mitos-y-realidades-sobre-la-cumbre-alpina-del-foro-economico-mundial/
Luego de ese ejercicio de oposición surgieron dudas: ¿qué ruta llevamos
realmente?
Temas como la irracional e insostenible deuda global, el parasitismo voraz, la
estupidez masificada, el control sobre la mayoría de los sistemas políticos en
Occidente por el gran capital mundial (el poder financiero que mueve la cuna),
depredación por doquier, la impunidad desde la A hasta la Z, la pobreza
autorreplicante (la autorreplicación es cualquier proceso por el cual una cosa
puede hacer una copia de sí misma), etc., han sido tan reiterativos que lucen ya
desgastados.
Las secuelas sí las sobrellevamos en el día a día: pandemias, guerras, una
espiral inflacionaria galopante, constante escasez, inseguridad,
incertidumbre... y no cualquier tipo de acostumbrada incertidumbre. Como tapa al
pomo, personajes mesiánicos prometiendo lo irrealizable y las masas acéfalas que
los secundan, sumidas en la mentira, la ilusión y la vana esperanza. Bien dijo
José Luis Sampedro: «¿La gente está loca? No, la gente está manipulada».
¿Se pretende remodelar la humanidad dentro de otro esquema de gobernanza global?
Klaus Schwab, presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, da una premisa:
«La primera revolución industrial utilizó el agua y el vapor para mecanizar la
producción. La segunda utilizó la energía eléctrica para crear la producción en
masa. La tercera utilizó la electrónica y la tecnología de la información para
automatizar la producción. Ahora, una Cuarta Revolución Industrial se está
basando en la Tercera, la revolución digital que se está produciendo desde
mediados del siglo pasado. Se caracteriza por una fusión de tecnologías que está
desdibujando los límites entre las esferas física, digital y biológica».
¿Qué se comenta en algunos medios? Continuemos...
La élite global busca remodelar la humanidad para que se adapte a través de
medios autoritarios disfrazados de democracia, que hace recordar, en términos
políticos, la dictadura de Joaquín Balaguer en la República Dominicana entre
1966 - 1978.
Se trata del complemento a un modelo excluyente, piramidal y plutocrático que
pretende usar el Estado para proteger y promover los intereses de esa élite.
Como fase superior del oenegismo instrumentado por esa minoría, Schwab (el
forista) promueve el capitalismo de "partes interesadas" o stakeholders en el
que se asume a la sociedad, más que una comunidad viva, como un negocio. Una
guía para construir un
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mundo mejor donde se habla de "la
inclusión de las partes interesadas y la distribución de beneficios" y
"asociaciones sostenibles e inclusivas" que nos llevarán a todos a un "ambiente
inclusivo y sostenible" y "próspero futuro".
De cara a la crisis ambiental global, hermana siamesa de la crisis económica
globalizada, la agenda tecnocrática incluye un futuro ultraindustrializado que
es todo menos verde. No es la naturaleza lo que interesa, sino el "capital
natural" e "incentivar la inversión en mercados verdes y sociales". Para el
mundo, según el mismo forista, la contaminación significa ganancias y la crisis
ambiental es solo otra oportunidad comercial. (FEM/Davos)
Todo da igual en este gran juego de apariencias, donde valen más 21,485 tuits
que un mero argumento coherente. Constituye algo más que un fenómeno nominal;
significa el surgimiento y consolidación de una mentira de nueva generación,
renovada, reforzada, aumentada y muy nociva. La pasmosa capacidad de la mentira
para reinventarse explica su vigencia y penetración en nuestra sociedad acrítica
ante la imposición irracional y avasalladora de sus dictados y el manejo de unos
códigos y métodos particularmente eficaces. Una posverdad que recurre a
mensajes, esquemas, argumentos o relatos aparentemente verdaderos sin serlo, y
generalmente imbuidos de una carga emocional que suple cualquier necesidad y
posibilidad de verificación y cualquier asomo de autenticidad. Una mentira
renovada gracias a una neolengua políticamente correcta, profundamente falaz y
de una gran simpleza y eficacia. («Posverdad, marca blanca de la mentira»/David
Pérez)
La naturaleza humana no permite superar el fangal donde se encuentra la
humanidad al presente. Desconocer la capacidad e inclinación hacia la maldad en
los humanos en irse por la tangente partiendo de falsas premisas y ya sabemos en
qué resulta en consecuencia: en falsas conclusiones. No es un contenido
exclusivo para análisis dentro de ideologías y doctrinas: los llamados ismos
económico-políticos. Si no cambia el individuo no cambia la sociedad. No
necesariamente a la inversa.
Esta gente en mayoría no acaba de entender que la luz roja no solo advierte sino
que impulsa y ordena frenar. Siguen como potros desbocados, medalaganariamente.
¿Consecuencias? ¿Quién piensa en eso? Solo una quijotesca minoría. ¿Puede esa
minoría cambiar el rumbo de las cosas? Sí. Es un asunto de elección: entre lo
racional, necesario e impostergable, o, en cambio, la locura suicida. ¿Ya tiene
usted su elección? Lo advirtió Hannah Arendt: «Si todo el mundo siempre miente,
el efecto no es que usted crea las mentiras, sino más bien que nadie crea ya en
nada más».
¿Quién no respeta la luz roja? Solo el imprudente, el irresponsable, el incívico
y, ya que tocamos el tema sobre 'civismo', reflexionemos con su definición
mientras la mente sigue fija en la luz roja:
a) Comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta
las leyes y contribuye así al funcionamiento correcto de la sociedad y al
bienestar de los demás miembros de la comunidad: «La cultura es algo más que
erudición, es algo que se vincula con el civismo, con el comportamiento ordenado
y responsable dentro de la comunidad».
b) Preocupación y cuidado por las instituciones e intereses de una nación.
Venir de estratos sociales humildes se ha convertido en una excusa para una
variedad de ilícitos, donde atracar es casi un deporte extremo entre jóvenes
(aunque los mayores robos en cualquier nación son de carácter financiero, o
directo contra el erario, por cúpulas educadas en altos centros de estudios con
títulos académicos casi de glamour). En este escenario degradante ha surgido
algo que llaman 'música', proyectando en la sociedad lo más bajo del hampa
barrial en sus comportamientos, malos hábitos, vicios y expresiones. También se
inculca el parasitismo y la dependencia permanente del Estado para servir de
soporte a los peores intereses a través de los votos en las urnas... más un
largo etcétera de males sociales entre esta purria depredadora.
Cuando éramos pobres (materialmente), allá por el siglo pasado, nunca nos pasó
por la cabeza saltear ni tomar un micrófono en estudios de grabación para
excitar obscenidades en la juventud bajo el alegato de que "es una manifestación
de nuestra pobreza que ha sido creada y descuidada por los gobiernos y las
élites". Es pura
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sinvergüencería. Pero, de nuevo, hay mucho mercado ya creado para
eso donde no se respeta luz roja alguna.
El mismo planeta nos está dando señales directas de luz roja. Las
sociedades humanas, los hábitats, la fauna y flora planetaria, el clima, el
aire, el agua... todo grita en su conjunto. Esto no es un tema solo de
educación, sino también de formación. ¿Qué gana una sociedad creando
profesionales, técnicos y oficiales que a fin de cuentas robarán o se
apandillarán para ilícitos?
Y son creativos: active su calculadora. Han legalizado el robo a los estados.
Por ejemplo, en la República Dominicana, país subdesarrollado con deudas
sociales mayúsculas, usted logra una posición legislativa (de 'honorables', como
a los congresistas les gusta les llamen), o una posición ministerial o similar,
y alcanza ingresos consolidados de unos cuatro cientos mil pesos mensuales, como
mínimo, y se mantiene ocho años en el puesto (que es lo que se aspira en tiempo,
como poco, en esas posiciones), y extraerá sobre treinta y ocho millones de
pesos... ¿a cambio de qué? Y no se menciona aquí los negocios que se amarran
desde esas posiciones. La sociedad debería señalar esa gente, no como
'servidores públicos', sino como un lastre innecesario, costosísimo, abusivo e
irresponsable ante sus connacionales.
Hablamos de cientos de esos personajes, perdón, funcionarios, designados o
elegidos en el sistema político dominicano. Son decenas de miles de millones de
pesos evaporados anualmente manteniendo a sanguijuelas. No hay excesos en estas
declaraciones, suelte su computadora y mejor tome el lápiz, a la vieja usanza:
es aritmética básica para que no lo alarme algún ejercicio matemático complejo
de los que les encanta a estos prestidigitadores profesionales metidos a
políticos, peones del gran capital financiero.
Winston Churchill lanzó una perla que les va de maravilla: «La diferencia entre
los humanos y los animales es que los animales nunca permitirían que el más
tonto guíe la manada». Para los romanos y su 'auctoritas, potestas et nuda vida'
se resumiría así: «Como era intolerable el gobierno de hombres por un hombre, se
recurrió al artificio de hacer del hombre que ejercía el gobierno algo más que
un hombre».
El robo más perverso e inmoral ha sido, y es, despojar a naciones enteras de
muchos de sus activos más valiosos con un instrumento financiero: el dinero
inconvertible (llámese dinero fiat, dinero ex nihilo, como más le guste). Un
saqueo de marca mayor, endeudándolas con ese amaño, a cambio de pagos derivados
de impuestos y aranceles, o adquiriendo, a vaca muerta, proyectos mineros,
litorales costeros y derechos sobre otros activos públicos. José Vasconcelos fue
aún más incisivo: «Un pueblo que pierde la fuerza necesaria para sacudirse el
yugo, acaba por venerarlo». Tenemos luces rojas, fijas e intermitentes,
advirtiendo... y será muy severo el desenlace si no frenamos.
El sombrero está en la mesa. Al que le sirva que se lo ponga. Aunque el nivel de
indolencia y desvergüenza es tal que poco les importa. El que metió, mete o
meterá la mano, descarada o sutilmente, malversando y desfalcando los recursos
públicos, supo, sabe y sabrá lo que hace. Cuando los pillos se alzan con el
gobierno, sus instituciones y sus presupuestos, ¿cómo controlarlos? Por ello
señalamos claro en este artículo: es decisión de cada uno. Una sociedad es el
reflejo de sus partes y usted es una parte: haga su parte, valga la redundancia.
Apuremos el café con una reflexión: «En una época de engaño universal, decir la
verdad es un acto revolucionario¹. Los pueblos también son responsables por
aquello que deciden ignorar²». (¹Orwell/²Kundera)
Autor del libro sociopolítico La Tríada II en Librería Cuesta.
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