Limitados
libertinos
Por Jotamario Arbeláez
He pensado que después de que se instauró el amor libre —ahora se le
llama liberación sexual— ,
gracias
a la sumatoria de aportes de la píldora que abolió la pesadilla del
embarazo,
el
feminismo que desacreditó la fidelidad femenina,
el
hippismo que desencadenó una pacífica promiscuidad alucinógena,
el
desprestigio sexual de la moral eclesiástica,
la
elevación de la mujer con el acceso a los más altos cargos,
la
inminencia de la guerra exterminadora,
el
avance del sida entre la población de alto riesgo y la hora
zanahoria que no da para menos,
quienes
acuden a los burdeles para satisfacer su libido deben ser seres muy
aberrantes.
Deben buscar
quizás emociones más fuertes que las simples del himeneo con la
novia, con la amante, la amiga o la secretaria,
para
no mencionar el roce convencional con la esposa, más bien ajeno al
erotismo.
Toda
una vida surtiendo de misionero,
y
ante el alud de provocaciones estrambóticas que brilla en las
páginas de los avisos limitados de los periódicos del mundo,
hasta
el más casto se siente tentado a dar salto a lo prohibido.
Pues
posiblemente le despierten la nostalgia por aquello que nunca tuvo
la oportunidad de probar.
Eso
que llaman los sexólogos las aberraciones y los psicólogos
parapatías,
|
|
que en
los caballeros rijosos deja muy atrás a la legendaria ninfomanía,
que se le achacaba a las mujeres poseídas por el demonio de lo
insaciable.
La
gama es infinita e infinita la oferta satisfactora.
Ahora
el sexo oral no es el que antes se estilaba, sino el que se ofrece a
través de las líneas del teléfono caliente,
capaces
de volverle a encender la imaginación a un ginecólogo.
Y
para aquellos a quienes el temor del sida les impide mantener en
alto la bandera del erotismo,
la
pornocibernética es la panacea puesta al alcance de la mano.
Tenía que ser él,
publicitario y amante de las palabras, catalán de nacimiento y
colombiano de corazón,
con
una larga estela de éxitos en Colombia, José María Raventós,
quien
tuviera la idea de recopilar 1200 anuncios reales, aparecidos en
periódicos de Barcelona a Buenos Aires,
para
probar cómo la creatividad es también ingrediente decisivo en la
oferta de servicios libidinosos y primeros auxilios sexuales.
Ya
he visto la obra impúdicamente expuesta en las librerías, y no me ha
aguantado el deseo de poseerla.
Y
he decidido no prestarla, como antes no se prestaba la novia.
Sexo por palabras
pretende ser un homenaje del autor a las chicas (y chicos) de la
vida fácil —no entiendo por qué les dicen también de la vida airada,
venga de ira o de aire—,
|
|
y el
homenaje comienza por glosar ese término, pues considera
que es una de las faenas más duras de un ser humano,
echarse encima a otro muerto de las ganas
de desfogarse.
Ser presa del baboso besuqueo y tajada en
dos por unos pesos más desvalorizados que su autoestima.
Lo del oficio más antiguo del mundo está
por probarse, yo pensaba que era la poesía.
Por algo la han tratado siempre como la
cuca del paseo.
El tema tiene su historia. Estos anuncios en un
principio debían venir camuflados en secciones
casamenteras o en ofertas de caballeros magnánimos a
señoritingas en aprietos.
Pero poco a poco fueron ganando espacio,
con la punta de lanza de la oferta de masajes, relax y
relaciones indiscriminadas.
Cito algunos sugestivos ejemplos que
provocarán más que una sonrisa:
“Lourdes, milagro sexual. Tel...”,
“Ejecutiva despedida por provocativa y
distraer al personal. Llámame”,
“¡Me caso! ¿Quieres poseerme antes de mi
boda? Sólo hotel”,
“Hombre casado de 42 años, gordito. Por
problemas económicos me ofrezco para hacer tríos con
parejas y mujeres de toda España”,
“Yvonne, dulce fresa. Sólo me falta la
nata”,
“Labios carnosos monte pelón, grandes
pechos, acepto todo”,
“Prueba la silla erótica. Mari y Pili desde
2000”,
“Vegetariana. 20 a. Me encantan los
pepinos”,
“Me falta calcio. Dame leche”.
Ya Eduardo Escobar, empedernido buceador,
había encontrado una perla: “Busco travesti con fines
serios”.
Si la situación económica sigue como va —las entradas
con gotero y exprimidos por los impuestos—, y no sobra
ni un chimbo para invertirlo en tan refinados placeres
caligulescos,
me tocará volver por mis fueros e insertar
el siguiente anuncio por palabras:
“Publicista erotómano retirado ofrece
redacción de avisos libidinosos irresistibles. Recibo
pago en especies.”
El País.
Contratiempo. Marzo 5-2003
|