¿CUAL DIÁLOGO?
Por: Álvaro Ramírez González
alragonz@yahoo.es
Debo aclarar a mis
lectores que no tengo ningún interés personal en el conflicto de
tierras del norte del Cauca
Ni siquiera vivo cerca de allí.
Ni nada que ver con cultivos de caña.
Vivo a dos departamentos de distancia y me dedico a otras cosas.
Pero me he concentrado en este explosivo conflicto por qué veo que
es el gobierno de Gustavo Petro, el que no quiere hacer cumplir la
ley como lo manda la constitución.
Diálogo inútil, califican los indios invasores y los propietarios
invadidos.
Se agota una instancia ofrecida por el gobierno Petro, por inviable,
ilegal y por torpe.
¿Como es posible que tengan que sentarse a negociar invasores sin
derechos y propietarios invadidos?
¿Qué hay allí para negociar?
¿Como es posible que Petro nivele la codicia, el abuso y la
ilegalidad de las invasiones, con la titularidad y la soberanía de
esas tierras que ejercen por más de un siglo sus propietarios?
Es pues natural que ese diálogo sugerido por el gobierno- cómplice
de esas invasiones, sea hoy calificado por las partes de inútil.
El nombramiento de Giovany Yule, indígena Caucano, miembro del CRIC,
y de la primera línea en el bloqueo de la vía Cali- Popayán - Pasto
y después en el paro, terrorista nacional, es la confirmación de que
Petro está del lado de los invasores y no de la ley.
Ya hubo dos heridos a bala y un campesino afro, de la región, herido
a machete
También dos chicos asesinados en Padilla Cauca, área de invasiones.
La comunidad negra que trabaja en esas tierras de Villa Rica,
Santander de Quilichao, Padilla, Miranda, Caloto, Jambalo, Corinto y
Guachené, ha sido contundente en que no permitirá esas invasiones
por que perderán no solo tierras, sino la fuente de subsistencia
para sus familias.
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¿Qué sigue?
¿Qué puede seguir cuando el gobernante no hace cumplir la ley?
¿Qué puede seguir cuando el derecho a la propiedad privada se ve
desconocido por un gobierno, claramente cargado a favor de los
invasores?
¿Qué pasa en los países cuando la justicia pública no opera?
Pues opera la justicia privada.
Colombia ya lo vivió en carne propia y fue el
paramilitarismo,
y no el
Estado, el que verdaderamente replegó a la guerrilla y le arrebató
no solo los territorios, sino el negocio de la coca y el de la
minería ilegal.
La indiferencia del presidente Petro, en hacer respetar la propiedad
privada en el norte del Cauca, es una invitación al paramilitarismo.
No puede haber algo más claro.
¡Lo que sigue es una guerra y un gran derramamiento de sangre que
está en sus comienzos!
¡No tengo duda!
La feria de la lectura
Guillermo Navarrete Hernández
Norberto Vallejo, presentador de “El Club de la Lectura” de una de
las tradicionales cadenas radiales colombianas utiliza la frase:
“cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo” para promocionar
dicho interesante programa. Nada más acertado que dicha expresión
para la vida de cualquier ser humano.
Desde el punto de vista particular la lectura de libros,
especialmente de la historia de Colombia, abrieron mis ojos de lo
que realmente ha sucedido en mi país y no lo que nos contaron por
décadas en los claustros escolares en donde nos pintaron como héroes
a los que tantos vejámenes perpetraron contra nuestros ancestros y
el propio suelo.
La lectura, entonces, no sólo transforma percepciones sino
realidades. Es de anotar que el acervo de textos indagados por el
suscrito y que hace parte de la biblioteca personal, tanto física
como digital, tiene que ver así mimo con administración pública,
políticas públicas, memoria y, por supuesto, la biblia, la cual
estudio de manera habitual.
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Una buena noticia en este contexto es que el 18 de abril del
presente año se dio inicio en forma presencial de la trigésima cuarta Feria del
Libro de Bogotá, Filbo interrumpida en el año 2020 debido al primer pico de la
Pandemia generada por el virus Sars-Cov2 o Covid 19 y su correspondiente
aislamiento obligatorio decretado por el Gobierno Nacional para detener la
velocidad de contagio mientras se adoptaban otras medidas.
Mientras que la trigésima tercera edición de tan magno evento, se
adelantó de manera virtual en razón de los otros picos que de la enfermedad.
Aunque las condiciones han cambiado, es de advertir que no podemos relajarnos en
relación con las medidas de protección.
La feria del libro es ese anhelado acontecimiento -al cual asistiré Dios
mediante-, que nos da la oportunidad de disfrutar de una vasta programación con
lanzamientos de textos, conocimiento de nuevos autores, obtener aquellos textos
que no se han podido localizar en las librerías, de departir con nuestros
semejantes en medio de cientos de millones de letras que contienen información
para todos los gustos de imposible alcance para cualquier ser humano, pero que
invita a convertir nuestro quehacer diario en una feria de la lectura, para
evitar que sean las redes sociales a través de noticias falsas, narrativas
acomodadas por quien las produce para sus propios intereses y los comentarios de
pasillo, las que indiquen el camino que como sociedad debemos proseguir.
En las circunstancias electorales que padece Colombia, que no son nuevas en
cuanto a la narrativa del miedo, del uso de creencias como objeto de
manipulación, mutuas acusaciones, calumnias y shows mediáticos, la invitación es
a escudriñar los programas de gobierno radicados ante la Registraduría Nacional
del Estado Civil, a fin de ejercer críticas objetivas sobre el contenido de los
mismos y así tomar una decisión que favorezca los intereses generales de la
población, especialmente los más pobres y vulnerables.
Pero si por razones de tiempo esto no le es posible, por lo menos
lea la del candidato de su predilección para que de esta manera pueda defender
con argumentos sus propuestas.
Tal vez así podamos sacar a Colombia de esa eterna encrucijada
del enemigo interno, cuando en realidad hermanos es lo que somos.
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