Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 12.997-577

Fecha: Jueves 03 de Noviembre de 2022

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 

 

 

 Los retos de Lula en Brasil

 

 

Las urnas definieron, por el estrecho margen de 1,8% de diferencia, que el exmandatario de izquierda Inácio Lula Da Silva será el nuevo presidente de Brasil. El jefe de Estado saliente, el derechista Jair Bolsonaro, si bien no alcanzó a concretar su reelección, tuvo una votación sorprendente, dejando una vez más sin piso las encuestas que pronosticaban que perdería por no menos de cinco o más puntos en el balotaje del pasado domingo.


Conocido el dictamen democrático, es mucha la expectativa y grandes los interrogantes sobre el regreso de la izquierda al gigante suramericano. Los analistas locales señalan una serie de retos que el entrante jefe de Estado debe enfrentar desde ahora.

 

En primer lugar, resulta claro que recibe un país dividido, en donde la mitad de los electores estuvo en su contra. A ello se suma que la oposición de centro y derecha tendrá mucha fuerza no solo en el Parlamento sino a nivel regional, tras haber conquistado varias gobernaciones y alcaldías claves el pasado domingo. De igual manera, es evidente que Bolsonaro se erige desde ya como su principal referente opositor y en torno suyo seguirán gravitando las esperanzas de volver a retomar el poder en pocos años.


En segundo término, Lula Da Silva tiene el desafío crucial de transmitir confianza a un país que, en sus dos anteriores gobiernos, evidenció cómo los más graves casos de corrupción minaron su gobernabilidad (al punto que ya como expresidente terminó preso pero la condena se cayó por un vicio jurídico), al tiempo que su copartidaria y sucesora en la presidencia, Dilma Rousseff, fue destituida por el Congreso por inconsistencias en informes presupuestales, en 2016. Aunque la reemplazó su vicepresidente Michel Temer, su caída se consideró el fin de trece años de gobiernos del Partido de los Trabajadores, marcados por los escándalos de “Lava Jato” y la red de corrupción de la multinacional Odebrecht.

En el campo económico, es claro que el sector privado, las firmas calificadoras de riesgo, los mercados e inversionistas están a la espera de las primeras señales del mandatario electo en torno a quién será su ministro de Hacienda y el plan económico a implementar. Con Bolsonaro, a partir de 2019, Brasil no solo logró mantenerse a flote en medio de la crisis pandémica, sino que luego el sistema productivo pudo repuntar rápidamente.


Si bien Lula Da Silva prometió un gobierno que respetará la iniciativa empresarial y mantendrá la disciplina fiscal, hay prevención por el riesgo del retorno a las fallidas políticas del llamado “Socialismo del siglo XXI”. De hecho, una primera duda entre los gremios es cómo financiará el abultado gasto público que anunció durante la campaña electoral. Se confía en que el vicepresidente Geraldo Alckmin, un tecnócrata centrista y cercano al empresariado, sea determinante para no perder el rumbo productivo.

 

En principio produce tranquilidad que el presidente electo ratificó en la plaza pública que mantendrá la exploración y explotación petrolera y minera, contrario a otros gobiernos de izquierda que insisten, contra toda evidencia, en marchitar atropelladamente un rubro clave en sus economías, ingresos y horizonte de autosuficiencia energética.


Hay crisis estructurales en Brasil que, sin importar el sino político del titular presidencial, requieren soluciones de fondo.

 

El quinto país más grande del mundo, con una población cercana a los 213 millones de habitantes y la economía más potente del subcontinente, está afectado hoy por hoy por la alta inflación, más de 47 mil homicidios anuales, una tasa de pobreza del 30% y más de 33 millones de personas padeciendo hambre…


Siendo claro que el nuevo mandatario brasileño fue durante sus dos anteriores periodos un referente de la izquierda latinoamericana, Lula Da Silva deberá afrontar el reto de marcarle distancia a gobiernos de esa misma corriente ideológica que, como los de Venezuela, Nicaragua o Cuba, están señalados de autoritarismo y violación sistemática de los derechos humanos.

 

   

 

Los 50 años de vida y la razonabilidad en su apogeo

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

Cuando cumplí 50 años de edad uno de mis sobrinos se me acercó y me dijo que tuviera mucho cuidado, que 50 no era cualquier cosa. Mi compañera de esa época se puso triste y me dio a entender que ya estaba muy viejo, mis perros que siempre me acompañaban, cuando me vieron estuvieron más felices que nunca. Han pasado 29 años desde ese momento y mi realidad vivida ha sido sorprendente. En estos años he sido más productivo intelectualmente y la razonabilidad de la cual he venido hablando la puedo apreciar con mayor claridad por la experiencia adquirida.


Cuando observo personas en sus 50s siento que puedo confiar mucho más que en un joven en cuanto a responsabilidad y conocimiento. Aunque personas a esta edad en sociedad donde no se tiene los valores del conocimiento y la experiencia se les considera un estorbo. Las empresas prefieren a los jóvenes porque les pueden pagar menos, manipular y deshacerse de ellos sin ningún remordimiento. Las personas mayores ya están organizadas y tienen patrones de conducta establecidos que los hacen más responsables.

Si un país quiere avanzar tiene que contar con las personas adultas y organizarlas para que ellas entrenen y orienten a las nuevas generaciones. Hay que inducir a las nuevas generaciones a trabajar para empresas que les puedan ofrecer todo tipo de garantías y que puedan realizarse en ellas. Hay una minoría muy limitada de empresarios naturales que ven el futuro y van tras de él, lo sacrifican todo por alcanzar esos ideales, esa es gente importante en la sociedad que hay que apoyarla.

 

Los gobiernos como el colombiano no tienen visión y dejan que una multitud de seres se lancen a convertirse en microempresarios que como tal subsisten con solo la comida del día a día y las esperanzas de alcanzar un bienestar social es casi imposible. Cuando pienso en esos 50 años cumplidos y miro en retrospectiva veo que nada ha cambiado. Que las ciudades están con más habitantes, la gente que conocí sigue gravitando en ese pequeño mundo que el sistema les creó y unos pocos han cruzado el umbral y sólo ellos saben lo difícil que fue y lo que tuvieron que hacer para lograrlo.


Hoy estamos en un presente donde se unen el pasado y el futuro y hay gente necia tratando de regresar al pasado pensando que viviéndolo podrán tener esa experiencia que otros tuvieron y no le fue nada bien. La verdad es que debemos enfocarnos en lo que va a pasar mañana y comenzar a construir ese futuro presente desde ahora para que podamos sentir la satisfacción de vivir una vida en plenitud.

 

 

Nadie puede decir que ha vivido plenamente, sólo han vivido una vida prestada por las instituciones que han mantenido y manejada por quienes colectan los impuestos. Nadie se ha enterado porque son menores de edad y los mayorcitos son ignorantes y los que tienen suficiente conocimiento y experiencia huyen por temor a morir en una sociedad que no les ofrece ninguna seguridad. Los cincuenta fueron los años más difíciles en el país y hoy los cincuentones están confundidos y por eso hay que revisar el libreto que nos están presentando.  


 

Crónica de Gardeazábal # 530

 

EL TEJEMANEJE DE LOS ARDILA

 

 

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 

Audio: 

https://www.spreaker.com/episode/51763177

 

Cuando se dijo al presentarse la Petroreforma tributaria que las gaseosas serían sancionadas con un impuesto que desfavoreciera su consumo entre todos los colombianos de todas las clases sociales, la serenidad del ministro de Hacienda estaba cerca de la impavidez y parecía que poco o nada le importaba la cascada que afectaría la alimentación de millones de trabajadores.

Lo que personalmente sí me extrañó era que Ocampo Gaviria fuese tan defensor de esa carga a las gaseosas cuando él, por su madre doña Tulita Gaviria, pertenecía de alguna manera al mundo de las gaseosas pues ella era hija del fundador de Gaseosas Lux y su hermana, la tía del ministro, era la mamá de los hijos de Carlos Ardila Lulle, el transformador del negocio del azúcar y de las gaseosas en Colombia.

Pensé para mis adentros cuánta razón tenían los abuelos cuando nos enseñaban que no hay cuña que aprete más que la del mismo palo. Hace unos días, cuando después de muchos ires y venires la directora de Asocaña y los lobistas azucareros se resignaron al impuesto así fuera copiado de Inglaterra (donde un hijo de Ardila, primo hermano de Jose Antonio Ocampo, estuvo los últimos años de embajador de Colombia), el ministro volvió a enfatizar diciendo que a más del impuesto a las gaseosas se incluía uno igual para los refrescos fabricados con edulcorantes ultraprocesados, reafirmé mis tesis sobre la cuña del mismo palo.

En otras palabras que si los fabricantes de gaseosas defendían a su clientela y les ofrecerían refrescos endulzados con algo distinto al azúcar estarían pagando el mismo impuesto. Ayer, empero, cuando se dio a conocer la ponencia definitiva, el ministro cambió de criterio y excluyó de la sobretasa impositiva a los edulcorantes y le dejó toda la carga a pagar al azúcar.

La medida tiene un mal sabor porque los 2 ingenios azucareros de los Ardila que fabrican gaseosas escaparán del efecto negativo al dulce ofreciendo refrescos con edulcorantes y los otros 10, que no son gaseosos, asumirán sin defensa el impuesto y sus consecuencias.

Todos sospechamos cuál clase de tejemanejes impolutos se movieron. Pero favorecer a unos poderosos exclusivos para joder a otros menos poderosos excluídos, suena a injusticia y a ética resquebrajada.



El Porce, Noviembre 2 del 2022

 

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