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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.014-594

Fecha: Martes 13 -12-2022

 

Intermedio

Se consolidó el espectro

 

 

Jotamario Arbeláez


Mi ingreso a la política partidista de esta bella y dolorida Colombia, que ahora estoy viendo mucho más bella aunque no menos dolida, ocurrió 38 días antes de cumplir mis primeros 10 años, cuando la abuela Carlota Arbeláez de Rionegro me vistió muy cachaco y me llevó de la mano hasta la Casa Liberal, que era un solar con una caseta de madera de dos pisos en el barrio San Nicolás, del que éramos habitantes y donde esa noche hablaría el líder Hernán Isaías Ibarra, año y medio después del asesinato de Gaitán y el consecuente nueveabrilazo. Yo llevaba mi banderita confeccionada con una rama seca, una hoja roja de papel celofán y cinta pegante. La casa estaba atestada pero yo me movía entusiasmado como pez en pecera dando abajos a la godarria. En un momento dado entraron unos civiles, entre detectives y “pájaros” (como se llamaba a los paradetectives de entonces) dando bala, y cuando se retiraron entraron policías dando más bala, y cuando se retiraron entró el ejército dando bala más todavía. Con la abuela y muchos manifestantes nos refugiamos en un café que quedaba en la esquina de la carrera cuarta, y desde debajo de las mesas oíamos pasar las balas que entraban por la ventana. Hubo 22 muertos y 70 heridos. En ese momento se celebraba cerca de ahí el ascenso a General de Rojas Pinilla y su posesión como comandante de la Tercera Brigada, quien justificó la matanza diciendo que turbas liberales habían atacado con explosivos la sede del detectivismo (SIC). Lo cual era falso. Desde entonces resulté invulnerable a los atentados.


El 7 de Agosto de 1956, en el mismo barrio de San Nicolás, en la 25, entre la estación del ferrocarril y el Teatro Roma y los billares donde

 

 

 

me ponían bolas y de donde acababa de irme caminando para la nueva casa pues habíamos desocupado la de la cuarta con 20 para pasarnos al Barrio Obrero, estallaron 7 camiones cargados de dinamita que destruyeron varias manzanas a la redonda dejando 1300 muertos y 4 mil heridos. Se desconocen aún las causas de la explosión, pero el General Rojas Pinilla, que entonces era el presidente de facto de la República, aventuró que se había tratado de un “sabotaje político” de la oposición, en particular de Alberto Lleras y Laureano Gómez, firmantes de los pactos de Benidorm.

Le fui cogiendo tanta tirria al generalote que el 10 de mayo de 1957 fui uno de los más aguerridos tirapiedras tumbagobierno de mi colegio de Santa Librada, que desde entonces se conoció como Santa Pedrada. Salió corriendo rumbo al exilio. Fue declarado Indigno por el Congreso. Y siguió el Frente Nacional tan campante, de acuerdo con los pactos de España. Pero, oh sorpresa. El General regresa para el último período de quienes lo desbancaron y gana las elecciones que le son birladas por fraude. Y los poetas Elmo Valencia y Jotamario, en vista del supremo delito electoral que anula los turbios antecedentes, viajan a Bogotá a escribir El libro rojo de Rojas, con documentos que confirman el chocorazo. No logran el objetivo de hacer respetar el designio popular y por su mismo camino se crea la guardia roja de Rojas, o sea el M-19, guerrilla desde siempre desmamertizada, con la consigna: con el pueblo, con las armas, con María Eugenia al Poder. La Capitana se les zafa. Y ellos persisten, con buenas y malas artes, en la pelea. Firman la paz, entregan las armas, les matan a casi toda su dirigencia, participan en forma destacada en la nueva constitución, se toman el senado, ocupan importantes cargos públicos, algunos se tuercen a la derecha, un político nadaísta logra la firma de la paz con las Farc en el gobierno de Santos, en la era uribista se
presenta el holocausto de colombianos que se llamó falsos positivos, con 6402 muertos inocentes confesados en parte por militares involucrados, Gustavo Pedro se prepara por 30 años para hacerse digno de la Presidencia de la República ante el terror de las gentes por los desmanes de las Farc y lo miran como un espectro, lo intenta tres veces y a la tercera es la vencida, no en primera sino en segunda. Pero aquí está. Se llama Gustavo Petro y es nuestro presidente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

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