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COLUMNISTA |
Pereira, Colombia - Edición: 13.021-601 Fecha: Jueves 29-12-2022 |
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Poemas de invierno El profeta en su casa
Por: Jotamario Arbeláez
Vivo en un barrio obrero, en una casa vieja, en pantuflas. y sobre la misma mesa donde mi padre por las noches corta los pantalones que ha de entregar al otro día para que los nueve que somos quepamos en el comedor, para que el techo no se desplome por las lluvias, para que en nuestros pies brille el betún de la decencia, escribo mis poemas herméticos, trastorno la gramática, me doy en poseer un mundo que no tengo, leo a Paúl Valery y a Tristan Tzara.
Esta mesa donde mi
padre ha parido tantos pantalones de paño ha sentido sobre su lomo
también correr mis palabras absurdas, desde cuando él se iluminaba
con una lámpara Coleman hasta ahora que yo la profano con mis babas
intelectuales. Sus gavetas inmemoriales aún sirven para guardar las
tijeras, metros de setenta centímetros, libretas con medidas de
clientes que hoy tendrán hijos con las mismas, muestrarios de paños
ingleses anteriores a la invención de la moda, y las grietas de su
madera con tiza en polvo se han llenado.
Esta mesa donde mi padre ha parido tantos pantalones de paño ha sentido sobre su lomo también correr mis palabras absurdas, desde cuando él se iluminaba con una lámpara Coleman hasta ahora que yo aún sirven para guardar las tijeras, metros de setenta centímetros, libretas con medidas de clientes
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que hoy tendrán
hijos con las
mismas, muestrarios de paños ingleses anteriores a la invención de
la moda, y las grietas de su madera con tiza en polvo se han
llenado.
La señora que aplica las inyecciones pasa con su maletín descosido y me salu da buenas tardes joven cómo está su mamá y mi mamá cante que cante en la cocina frente a una pila de platos o frente a
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mis camisas sucias que aún acaricia con ternura.
Un niño se acerca
a la puerta a pedirme que le venda un helado atraído por el aviso
que clavó Estrella en la ventana. Yo le digo que la nevera está
dañada (en realidad me da mucha pereza venderlo). Y el niño se
marcha con su cabecita pelada recibiendo el yoyo del sol que sube y
baja en el firmamento y una pelota de caucho que le lanzan desde la
otra cuadra. ¿Cómo encontrar palabras que digan algo que no es algo?
De la carpintería emerge el olor de la cola, virutas vuelan por el aire, canta la sierra circular construyendo pupitres.
Hay tantas cosas
para mirar en esta calle, los nidos en las cuerdas de la luz, la
rata muerta desde el sábado entre periódicos del viernes, el tendero
dormitando bajo su parasol con el bigote bombardeado por los moscos,
el albañil poniendo tejas en la casa nueva y gritándole al ayudante
que le suba el martillo. en este ambiente es imposible ser un poeta
hermético, digo, qué clase de poeta soy yo que me emociono con la
vida, calzo mis arrastraderas y me entro a acostar porque no demoran
en salir de la escuela los niños con sus caucheras.
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