EDITORIAL
La injerencia debe ser una
obligación no una prohibición
El 24 de abril de 1964, entró en rigor un tratado
internacional que define el marco de las relaciones diplomáticas
entre países independientes que por medio de prácticas y principios
buscan un desarrollo de relaciones amistosas entre estos países.
Dentro de este tratado se encuentra la injerencia internacional,
esta se presenta cuando una figura política opina o califica un acto
gubernamental o institucional, por lo general los actos de opinión o
calificativos entran dentro de la injerencia cuando son de manera
negativa que se expresan, en la medida que las normas de la
diplomacia determinan que las relaciones diplomáticas son de
amistad, de relación, pero no opinar y calificar las cuestiones
instituciones u órganos del poder público.
Dentro de este tipo de opiniones o calificaciones negativas, es
decir, de injerencia, el actual presidente colombiano Gustavo Petro
ha tenido dos acusaciones en lo que va del año. La más reciente se
manifiesta entre la coyuntura salvadoreña donde el presidente Bukele
inauguró la mega cárcel más grande de toda América, en sentido de
solucionar el problema del crimen organizado que su país vive, desde
hace varios años. No obstante, el presidente Gustavo Petro parece no
coincidir con esta solución, incluso comparando este lugar como “un
campo de concentración”.
En el margen de esta discusión, Petro fue denunciado por
incumplimiento a una de las prácticas del tratado de Viena, es
decir, se le acusa de actos de injerencia. Sin embargo, en el
periódico El Imparcial, el diario de la libre expresión, se genera
la pregunta: ¿Por qué un homólogo como Petro, el cual tiene la misma
problemática de Bukele, para con el crimen organizado, no podría
generar ciertas críticas a las formas de tratar un problema
exterior? Acaso no sería más positivo que los presidentes pudieran
opinar sobre las coyunturas de otro
país, teniendo en cuenta que las experiencias generarían soluciones
más novedosas, incluso reducirían los fallos para tratar dichas
problemáticas de las sociedades.
Por lo tanto, la prohibición de opinar en asuntos internacionales,
resulta negativa, la
imposibilidad que otros países opinen sobre un problema general se
presta para que los países se cierren sobre sí mismos, provocando de
esta manera que cada país deba recurrir a las mismas historias
terroríficas que otros han vivido y arrepentido.
En conclusión, la injerencia internacional no debería ser un acto
reprochado, sino una obligación de cada país. Todos los países deben
estar abiertos a escuchar nuevas posturas y, en su posibilidad,
entenderlas y no simplemente seguir jugando al -si tu no ves, yo
tampoco te veo- a sabiendas que esta situación genera ciclos
viciosos de dolor, donde nunca gana nadie, ni mucho menos se
soluciona algo.
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Matar al paciente para no curar la
enfermedad
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
En casi todas las
guerras del pasado era común que los heridos se murieran de las
heridas causadas en el campo de batalla. Salvarse era un milagro.
Posteriormente, se crearon las enfermerías, finalmente la cruz roja.
Todo cambió en esos tiempos. En la segunda guerra mundial, a través
de la guerra se descubrieron una serie de remedios para curar y no
dejar morir a los pacientes. Apareció el agua oxigenada y ella evitó
la amputación de piernas y brazos. Luego se inventó la penicilina y
todo cambió.
En guerras posteriores, las enfermerías se volvieron centros
experimentales donde se investigó y se descubrieron nuevas
tecnologías y prótesis para avanzar en el conocimiento del cuerpo
humano.
Después de este recorrido nos encontramos en una era donde el
conocimiento y el manejo de técnicas nos dan herramientas para poder
arreglarlo casi todo. Y si no lo encontramos en libros o
universidades, simplemente nos vamos a YouTube y, allí alguien nos
va a explicar cómo funcionan las cosas o se arreglan.
Esta semana estuve leyendo un artículo de un personaje que fue
alcalde transitorio donde hablaba que en su alcaldía había cerrado
la estación de gasolina de su ciudad por la corrupción que en ella
existía.
Eso me hizo pensar en todas esas grandes empresas que ha tenido
Colombia y que han muerto por falta de centros de rehabilitación del
Estado para matar la enfermedad (corrupción) y dejarlas en
condiciones óptimas para que siguieran funcionando y, no crear el
trauma que ellas dejaron en la sociedad. Entre ellas están el ISS,
Telecom, EPES, etc. que fueron asesinadas por ineptos gobernantes y
que hoy creen que salvaron la patria.
Un país mal administrado y gobernado por demagogos siempre vivirá al
borde de la ruina, sus dolientes, el pueblo, podrán aguantar un buen
rato. Pero al final se unirán los de mayor capacidad intelectual y
pondrán el orden que se requiere.
Históricamente está demostrado que la tiranía jamás es eterna, y que
los imbéciles que apoyan al tirano terminan en el cadalso. Y se
reordena el país.
Colombia es un país muy particular, que ha dado toda una gama de
personajes a nivel mundial y que sirven de ejemplo. Pero en el país
la gente no se da por enterada. Se le cree más a las telenovelas que
a la realidad o a los datos estadísticos.
Este es un país de gente pobre que no sabe usar su propia riqueza.
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Crónica #601
LLEGA LA GRIPA AVIAR
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/53081706
Ya viene la peste y, otra vez, nos va a coger con los calzones
abajo. La gripe aviar se destapó hace unos meses en Bolivia y en
menos de medio año ya ha tocado las aves de corral, las aves
silvestres y los mamíferos acuáticos en el sur del continente. Ya se
registran numerosos casos en Chile, pero han sido muchísimos más en
Perú.
Se supone que la corriente de Humboldt no trae los leones marinos y
focas más allá de las costas del Perú y no llegan a la línea
ecuatorial, pero si se sabe que muchísimas aves que migran hacia el
sur en determinados meses del año y vuelven a hacerlo en la via
contraria al siguiente semestre, pueden transportar al virus a otros
territorios que hasta ahora han estado inmunes al flagelo.
La gripa aviar es una enfermedad que ataca el estómago y los
bronquios de las aves, tienen entonces jadeo, tos y diarrea seguidos
por muerte rápida. Muchas veces se hinchan la cabeza, el cuello y
los ojos y en otras les aparecen moretones alrededor de las patas y
del pescuezo.
No se ha hecho una socialización masiva de la enfermedad para que la
gente del común, y en especial los campesinos puedan detectar los
casos, pero ya el ICA y las autoridades zoosanitarias de Nariño
detectaron gaviotas en la isla Gorgona, con positivo de la
enfermedad y en 7 sitios distintos del departamento fronterizo con
el Ecuador.
No se sabe en Colombia de criaderos de aves ni de gigantescos
gallineros que hayan sido infectados y obligado a sacrificar miles
de aves, como sí ha sucedido en la Argentina y el Perú. Tampoco se
conoce de contagios en humanos que se pueden dar, pues así lo han
narrado en China y mucho menos que se haya divulgado alguna cartilla
de instrucciones para atacar inmediatamente los contagios.
Obviamente la responsabilidad en cuanto a los animales corresponde
al Ministerio de Agricultura y sus institutos y la de los humanos
que puedan contagiarse al ministerio de Salud, pero como están las
cosas en este gobierno, al menos debemos albergar dudas al respecto.
El porce, marzo 4 del 2023
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