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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.069-649

Fecha: Jueves-20-04-2023

 

Harold y Roberto

 

Por: Jotamario Arbeláez

 

A su inseparable Graciela

 

Termino de escribir la columna sobre algunos amigos que están enfermos, y pego el ojo. Comienzo hablando en ella de mi cuñado Harold Sánchez, viviente en Cali, esposo de Graciela y padre de Jorge Alberto, Viviana y Lorena, con 60 años de matrimonio recién cumplidos. Ha sido el eje parlante en las reuniones de la casa paterna, por su sapiente filosofar, por su inmensa gracia expresiva y las ondas de amor que comunica con su mirar. Partió a la clínica por una neumonía repentina.

 

 

El sol me despierta para encontrarme con un alud de mensajes en el chat Familia Arbeláez, y me doy cuenta de que al cierre de mi escrito de medianoche, que él siempre leía con fervor, apagó los ojos.

Jorge Alberto, con gran elegancia, da la triste noticia, pero con la satisfacción de que fue gloriosa la despedida, donde él les manifestó que velaría por la felicidad de los suyos. Lorena lo despidió con la canción de Frank Sinatra My Way, que lo conmovió. Igualmente

 

 

 

a mí las palabras de la hermosa  Viviana, que viajó desde la Florida y a tiempo llegó.

 

“Querida familia Arbelaez. Ayer recibimos la llamada de mi hermano y me pidió que viniera  pronto a ver a mi papá. Jason inmediatamente consiguió tiquetes para él y para mí, hicimos maletas y viajamos. Hubo una tormenta fuerte que retrasó el avión y aviso de turbulencia. Le dije a mi esposo: no temas, las tormentas siempre nos traen buena suerte. Oré y pedí al cielo y a papá, para que me esperara, que yo estaba en camino. Salió el sol y supe que era papá, diciéndome: tranquila, aquí estaré para ti. Llegamos a verle. Gracias Gusta y Vicky por recogernos y llevarnos al hospital y acompañarnos en su último trayecto. Lo despedimos todos sus hijos y cónyuges, y Martica, la mamá de Mauro. Le hablamos, oramos, le agradecimos y le prometimos ser felices, siempre, a pesar de las vicisitudes de la vida. Chantamos, creo que así se dice, le pusimos hermosas canciones, fue una pequeña fiesta de amor y celebramos su despedida. Quedamos solos entonces Jason y yo, lo tomamos de sus tibias manos, me quedé sola con él y le dije que se fuera tranquilo, pues cuidaríamos de mamá, tal como él lo hubiera hecho. Y le dije que no se preocupara por mí, que yo iba a estar bien, que mis hermanos y yo, estaríamos bien. Abrió sus ojos, se los cerré, suspiró y lo abracé hasta que paró de respirar, mientras le decía: Campeón, ganaste una vez más, te fuiste como quisiste, todo pasó como querías que pasara, gracias por dar la batalla hasta el último minuto. Te fuiste digno, amado por tu familia y por quienes te conocieron. Siempre tuviste la razón, en todo, y solo cuando entendimos tu verdad, y te dimos la razón, partiste. A ser felices familia, a amarnos todos, sin condición. A tener templanza, a vivir con dignidad y amar sin reservas. A darlo todo, a ser geniales, excepcionales y a ser fieles a nuestra esencia. Tenías tanta razón, papito hermoso: El fin de la vida, es la búsqueda de la felicidad. El amor todo lo cura, y como siempre nos repetías: Todo pasa, y cuando pasa, pasa. Mi rey, mi león, mi guerrero de la vida, mi campeón, el amor de mi vida. Mi sol eterno, brilla, brilla como solo tú sabes

 

 

 

hacerlo”.

 

Mi hija Salomé también se dirige a él diciéndole: “Mi Haritold, anoche viniste a visitarme en mis sueños. Soñé tu partida tal y como la leo en estas palabras de tus hijos. Tan feliz, tan pleno, tan plácido, tan tranquilo. Le diste a mi alma el regalo de tu despedida. Te querré siempre”.

 

 

Roberto Caicedo, el caballero de la alegría, de la amistad, del humor y del amor con la guitarra a cuestas. Si el mundo ha tenido amigos, Roberto ha sido el amigo de todo el mundo. Es quien en cualquier reunión social o familiar convoca con su portátil musicalidad el disfrute de los pies bailables y los abrazos del goce. Casi todo lo que dice tiene un doble sentido, uno serio y otro jocoso. Esposo de Marta Vásquez, con quien por años dirigió en Usaquén lo que podría considerarse un templo de la música, San Sebastián, por donde pasaron antes de ser estrellas, o como estrellas consumadas, Shakira, Andrés Cepeda, Cabas, Ilona, Carolina Sabino, Poligamia, Alejandro Martinez, Oki Doki, Piti Camacho, Alejandro Riaño, Chabuco, María Teresa Egurrola, es decir, casi toda la farándula nacional.

Un cáncer le envuelve el cuerpo, tan acostumbrado a los abrazos de Martha. Temo que a la aparición de este escrito haya partido, con todo el amor del mundo como equipaje.

 

 

 

 

  

 

 

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