EDITORIAL
Habitando el terror
El cuerpo se entumece al caminar por
las calles, los mecanismos hasta ahora llevados a cabo por las
autoridades solo hacen acrecentar más la inseguridad. Los habitantes
de calle están totalmente alarmados, todos sus sentidos, están a la
defensiva constante ¿Por qué? porque se les ha estado maltratando en
este tiempo navideño.
En busca de mejorar la seguridad de la ciudad, se ha inundado la
ciudad de policías y judiciales. Pero, lo que resulta extraño es la
forma de proteger la ciudad, ya que, protegen zonas particulares,
zonas turísticas; y en este juego por proteger dichas zonas han
llevado a los habitantes de calle fuera de ellas, es decir, no están
protegiendo a la ciudadanía como tal, sino, la imagen de la ciudad
¿Qué quieren hacer pensar a los turistas? ¿Que no hay indigencia en
la ciudad? Esta dinámica ya ha comenzado a mostrar sus efectos, los
ya nombrados habitantes de la calle, se encuentran bajo un estrés
enorme, estrés que han comenzado a liberar para con la ciudadanía en
general, de allí que ya no puedas chocar con ninguno de estos
sujetos por la calle, ni mucho menos negar la limosna que siempre
piden -puesto que ellos están dispuestos a todo-
En efecto, al recorrer las calles de Pereira siempre encontrabas
estos requerimientos, de la limosna, pero ahora, se ha vuelto una
obligación, en la medida de no acatar dicha petición amable, se
desplazaran a mostrar la gran ira que tienen, ira que está siendo
acrecentada por los policías que lejos de estar solucionando un
problema, solo se aprovechan de sus situación enviándolos a otros
territorios, territorios que ya habían sido gobernados por otros
habitantes, comenzando de esta manera también las luchas
territoriales por reciclar.
En conclusión, la ciudadanía está
siendo afectada por el mal manejo de una problemática que hace mucho
recorren nuestras calles. Pero la mala gestión por parte de los
elementos encargados que creen que con violencia podrán solucionar
un problema que transversaliza nuestra sociedad desde hace ya varios
años, intentando crear una ilusión para los turistas, dejando al
resto de la ciudadanía en una afección crónica para la seguridad de
cada uno. De hecho, surge la oportuna pregunta ¿Se han tomado el
tiempo de pensar diferentes dinámicas? o al igual que el alumbrado
navideño, son ideas recicladas de años pasados.
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Un gobierno
folclórico en un mundo de estadistas
Por: Zahur K. Zapata
zahurklemath@gmail.com
Las cosas se parecen a quién le
pertenece y esto hace que las personas distingan a su dueño. Cada
marca es un sello particular y esto abre mercado en cualquier sitio
donde ponga el producto. Con este derrotero podemos ver y distinguir
miles de marcas y millones de consumidores e imitadores.
En el mundo político ocurre el mismo fenómeno y esto ha hecho que
personajes a través de la historia hayan marcado su momento
histórico por lo que hicieron. Hoy los estudiamos y nos sirven como
luz para no cometer sus errores, porque cada uno tiene su propia
historia que no se repite.
El ser humano ha creado imágenes de seres sin iguales que veneran
para así apartar esos malos momentos de la vida y dejar un espacio
de esperanza y no permanecer aislado e incrédulo a los nuevos
avatares que se van a suceder con la llegada de nuevas generación de
seres humanos.
Colombia no ha sido una sociedad compacta y está muy lejos de serla
porque no la han dejado madurar por la falta de maestros con tal
disciplina. Ha estado en manos de amateur y quienes dirigen el
Estado no tienen conocimiento de cómo dirigir un Estado para que sea
próspero y cimentado hacia una nación con visión del presente y el
futuro.
El gobierno de Colombia es folclórico y se ajusta a su gran mayoría
de ciudadanos porque ven en ellos que los representan y han sido
parte de esa rumba alegre que la gran mayoría lleva por dentro.
Colombia no es un país flemático ni disciplinado, es una nación
donde todo se hace por esa intuición que creen traer porque se le ha
dicho que colombiano no se vara y es un verraco para hacerlo todo.
Cuando analizamos a la gente desde otra perspectiva la encontramos
muy inmadura, con poco entrenamiento profesional, con intereses
fuera de la labor que está desempeñando. Está en el rebusque
continuo para poder alcanzar un estándar económico porque no tiene
seguridad laboral, porque el Estado maneja un código laboral que
afecta tanto al empleador como al empleado. Y no le puede dar las
garantías que realmente el ciudadano necesita.
Bajo esta dinámica es muy difícil que un presidente pueda
administrar un país y elevar su condición de vida actual.
Incumplir a las citas hace parte de ese folclor porque ya están
acostumbrados a vivir la vida loca de Mark Anthony y todos dan como
un hecho porque eso es lo normal. Pero no en un mundo donde la
disciplina política es puntual frente a otros mandatarios. Aquí
tiene que haber respeto hacia los demás y no presumir que con solo
hablar demagógicamente se va a congraciarse con todo el mundo.
Los hombres de Estado mantienen una disciplina por la cual son
respetados y atendidos puntualmente y no mirados como críos que
apenas están asistiendo al pre kínder donde les va a enseñar la
disciplina que se requiera para poder ocupar los cargos a los que
son elegidos.
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Crónica #785
COLOMBIA SI TIENE FUTURO
Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio: https://www.spreaker.com/episode/57972589
El hermano marista Andrés Hurtado García, el famosísimo alpinista y
vigilante de los paisajes más bellos de Colombia, está equivocado
cuando afirma en la revista Semana que “Colombia no tiene futuro”.
Esa perentoria y casi apocalíptica afirmación la hace Andrés en
ocasión de una nueva edición de su libro sinigual de “Colombia
Secreta” donde recoge, como nadie más lo ha hecho, la exuberancia de
una tierra que según él y los pesimistas, se están acabando.
Conozco a Andrés, desde 1966,cuando estudiamos juntos por 5 años en
la desaparecida y mitológica Facultad de Filosofía Letras e Historia
de la Universidad del Valle. Le guardo una inmensa gratitud porque
yo no era capaz de contestar los cuestionarios y rellenar los
árboles lingüísticos de la clase de gramática Histórica y él, con
Amparo Urdinola Uribe, se sentaban generosamente a suplir mi
falencia.
Un par de años después, Andrés, sin licencia o no de los Hermanos
Maristas, donde era miembro activo y creo que ha seguido siendo para
orgullo de su comunidad, se fue a estudiar un doctorado a la
Complutense en Madrid. Se graduó con una tesis sobre Gardeazábal de
1.200 páginas. Y yo, como compensación lo metí como uno de los
personajes a quienes los idiotas del Bazar de Tuluá salvan de la
muerte curándole de la picada de una araña.
Hace muchos años no lo veo, pero sí lo leo en sus
fascinantes libros, en artículos de revistas y en su esporádica
columna de El Tiempo. No comparto sus criterios, pero los respeto
con dignidad.
Ahora se unió al coro de las plañideras apocalípticas y siembra el
terror en los alumnos que en el Sena y en el colegio de los Maristas
tiene como pimpollos de protectores ambientales. A ellos, y a
nosotros, nos dice que le arrebatamos el futuro a la patria porque
cree que somos los colombianos los culpables, y no el sol con sus
vientos y tempestades cada vez más dañinas, el que tiene y tendrá al
mundo soportando la crisis ambiental que nos golpea.
El Porce, diciembre 12 del 2023
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