Amantes
caníbales
Por: Jotamario
Arbeláez
Por ahí dice Osho que nadie se debe comer a quien no quiere.
No aclara el venerable si a quien no quiere que se lo coman o a
quien no quiere el caníbal.
Ni si con este último ‘quiere’ se refiere a amar o a estar
provocado.
Es por ello que la violación es una calamidad, por cuanto hiere el
consentimiento,
esa condición que permite que los cuerpos se fundan en un splash.
El caníbal sexual no debe dejar rastro de lo comido, así como el
comido debe guardar eterno silencio.
Aunque nunca se sabe quién come a quién.
Se ha informado de caníbales que fueron devorados por sus presas
presuntas. Se ha escrito de un convento en los Andes profundos donde
los frailes comerían caníbales asados con una manzana en la boca.
Como es domingo y tengo tiempo de sobra para solazarme en aquellos
personajes que hicieron del crimen un aperitivo para pasar a la
mesa,
me permito, acudiendo a Google, hacer el recuento de algunos de los
más célebres.
Empecemos por el llamado “Caníbal de Rotenburgo”, sobre quien en su
momento escribí una sentida pieza. Se llamaba Armin Meiwes. Puso un
aviso en la prensa solicitando a alguien que apeteciera ser
devorado.
Se presentó el voluntario Bernd Jürgen, bisexual y amante de la
tortura.
Primero se dejó amputar el pene y se lo comió con el verdugo con
mayonesa.
Sentados a la mesa se fue dejando papear presa por presa hasta
fallecer,
cuando fue guardado en el refrigerador de donde el caníbal iba
sacando pedazos diarios. Cuando llevaba 20 kilos fue sorprendido por
la policía.
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Ruby Eugene. Norteamericano de
tez morena. Bajo los efectos de la droga sintética “Ivy waver”, atacó a un
indigente de quien a la luz del sol devoró las 3 cuartas partes del rostro.
La policía lo abatió a balazos
en pleno pic-nic.
“El caníbal de Rouen”, Nicolás Cocaign, utilizando unas tijeras acuchilló a su
compañero de celda, le retiró una costilla
y fue sorprendido por los guardas mientas estaba devorando un pulmón.
Paul Durant, de Inglaterra,
mató a su esposa con un golpe de mazo mientras veían televisión, cortó partes de
su cuerpo y los fue ingiriendo.
El resto lo metió en bolsas de basura.
José Luis Calva, quien terminó identificado como “el caníbal de la Guerrero”, y
también como “El poeta Caníbal”, dada su extensa obra literaria.
Descuartizó a su esposa, madre de sus dos hijos. La policía encontró en un
armario el tronco de la mujer.
Andrei Chicatilo, “el carnicero de Rostov”, ruso, autor de 53 asesinatos.
Mataba a sus parejas cuando trataba de hacer el amor con ellas y no lograba
erección.
Declaró que acto seguido se les comía cocinadas nalgas e ingles.
Stephen Griffiths, inglés, conocido como “el caníbal de la ballesta”.
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Era licenciado en psicología y
obsesionado por los asesinos en serie.
Mató a tres prostitutas y se
las fue comiendo parte por parte, unas crudas y otras cocidas.
Tal banquete le acarreó cadena perpetua.
Anthony Morley, británico, homosexual activo, clavó a puñaladas a su parejo,
cocinó el muslo con finas hierbas y lo comió.
También purga cadena perpetua.
Peter Bryan. Inglés afrodescendiente. Asesino en serie. Esquizofrénico paranoide.
Tenía la firme convicción de
que la carne humana era la mayor fuente alimentaria para los seres de la misma
especie.
Asaltó a una niña de 16 años. Mató a su amigo (de él), al que le extrajo el
cerebro y lo cocinó en una sartén.
Jeffrey Dahmer, “el carnicero de Milwaukee”. La película “Dahmer” cuenta su
historia.
Asesinó a 17 hombres y chicos con quienes practicó necrofilia y canibalismo. Una
de sus víctimas logró escapar esposada.
Fue sorprendido con una cabeza en el congelador de su casa, amén de cientos de
fotografías de cadáveres y restos de cuerpos.
En Colombia no se han presentado, que se sepa, estos casos de antropofagia. Una
buena.
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