El chavismo y sus diferentes
caminos este 28 de julio
El régimen venezolano se enfrenta a su mayor desafío electoral desde
que llegó al poder en 1999. El fraude es muy probable, pero hay que
tener en cuentas varios temas internos, revelados en un interesante
informe.
“Hugo Chávez, corazón del pueblo” sonaba de fondo, un tema musical
compuesto para el entonces presidente Chávez durante las elecciones
de 2012, en el momento en que Nicolas Maduro, este jueves, subió al
escenario en El Zulia y dio comienzo a la recta final de su campaña
electoral. Detrás de él, en la tribuna, estaban Diosdado Cabello y
Delcy Rodríguez: el corazón del madurismo.
Unido, el núcleo de Maduro parece confiado en que, con fraude o sin
él, el hoy presidente ilegítimo se va a mantener en el poder. Los
cuadros medios y algunos líderes de barrios y comunas chavistas, sin
embargo, no son tan optimistas. La potencia y la ilusión que ha
generado la campaña de Edmundo González Urrutia y María Corina
Machado les da razones para dudar incluso de la capacidad del
régimen para hacer fraude o reprimir.
Así como ellos, muchos chavistas ven las próximas elecciones del 28
de julio como un posible escenario de transición de un régimen
autoritario a uno democrático, aunque el régimen que gobierna desde
el Palacio de Miraflores parezca tener una lectura distinta, guiada
por una lógica que Phill Gunson, experto en Venezuela, llama
“vocación hegemónica”.
Precisamente, en un interesante análisis en terreno de “Crisis Group”
en Venezuela, Gunson y sus colegas se han preguntado: ¿qué está
pasando dentro del chavismo, en este momento?
Con base en este interrogante, han publicado un reciente informe (28
de junio), “¿Vientos de cambio en Venezuela? El chavismo enfrenta su
mayor desafío electoral”, con el
que responden cuáles son los
incentivos y obstáculos que tendría la dictadura venezolana para
iniciar la transición o hacer fraude y profundizar el modelo
autoritario.
“Más allá de los motivos ideológicos, entran en juego
consideraciones pragmáticas y materiales: en efecto, dejar el poder
podría acarrear enormes costos personales. Pero entrevistas con
decenas de líderes chavistas y activistas de base, incluidos algunos
que han roto con el gobierno y otros que ocupan posiciones clave en
él, revelan que el grupo
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está lejos de ser homogéneo”, dice el
informe.
Heterogéneo
Aunque la dimensión de la crisis humanitaria, institucional y económica de
Venezuela es tan grande que cuesta entender como el chavismo aún tiene algo de
respaldo, en algunas partes del país este modelo político-militar sigue teniendo
algunos seguidores que, además de su lealtad, sirven para entender cómo se
configura hoy y qué esperan unos y otros actores dentro
del movimiento.
Según Alonso Moleiro, del medio venezolano Tal Cual, existe una distancia
importante entre lo que piensan la base social y los líderes de rango medio del
chavismo a la posición férrea del núcleo de Maduro, distanciada cada vez más de
sus bases como se ha visto en los videos electorales y sus mítines transmitidos
en Telesur.
“La base social del movimiento está en gran medida desencantada, desmovilizada y
harta de sus líderes. El apoyo al gobierno ha disminuido dramáticamente,
especialmente en áreas que históricamente habían sido sus bastiones, tales como
zonas urbanas pobres y estados rurales como Barinas, Portuguesa y Sucre”, dice
Crisis Group.
Las entrevistas hechas a diferentes líderes locales en barrios y comunas dan
cuenta del poco interés que
despierta Maduro en las bases chavistas. “Está cuesta arriba animar a la gente
para que vote. Hay mucha decepción”, afirmó un activista de base, citado en el
informe.
La mirada es distinta en las altas esferas del chavismo. La urgencia de mantener
este régimen cívico-militar de gigantesca corrupción, prebendas y autoritarismo,
hace que la lectura unívoca de casi todos los funcionarios de alto nivel,
militares y aliados sea la de mantener un discurso confrontativo contra la
oposición y, por debajo, sin que se conozca, trabajar para construir la
narrativa antifraude.
Cambio de estrategia
El cambio de discurso de Maduro ha contrastado con sus declaraciones de hace
unos seis meses, cuando en televisión nacional el dictador venezolano hacía
énfasis en la importancia
de la inversión privada y el crecimiento económico como
pilares de desarrollo.
De un tiempo para acá, sin embargo, ha vuelto a sus formas clásicas. A la
permanente alusión al poder comunal y popular como
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base del socialismo y la retórica
antiimperialista; ahora ha “desempolvado las referencias de Chávez, después de
casi una década de progresivamente restar importancia” y habla de polarización
política de 2019, tras la asunción del gobierno interino de Juan Guaidó.
“La administración de Maduro intenta volver a la polarización que caracterizó la
conflictiva política venezolana entre 2019 y 2022. El chavismo respondió a esta
presión manteniéndose cohesionado, a pesar de algunas deserciones individuales,
y evadiendo las sanciones a través de alianzas comerciales con Rusia e Irán,
entre otros”, reporta Crisis Group.
¿Transición?
A pesar de la cohesión y experiencia del núcleo duro de Maduro, que ha
sobrellevado las crisis de 2014, 2017 y 2019, no es un secreto que algunos
cuadros militares han estado en diálogos secretos para una salida negociada del
poder del régimen chavista en diferentes ocasiones.
Uno de ellos fue el día antes de que Leopoldo López huyera de la embajada de
España en Caracas, donde se asilaba desde abril de 2019.
Vladimir Padrino López, comandante de las Fuerzas Militares en aquel entonces,
tenía organizado un diálogo con sectores de la oposición para negociar las bases
de un gobierno de transición, el cual fue frustrado por el conocimiento de
sectores chavistas que alertaron al núcleo madurista.
En los regímenes autoritarios, como analizan varios estudios de cambio de
régimen, entre ellos los del reconocido politólogo Adam Pzeworsky, existen
sectores blandos que están dispuestos a negociar a cambio de algunos beneficios.
Pero, en el caso del chavismo, el sector duro es predominante y su visión de la
transición –si es que la tiene– seguramente está marcada por posiciones
maximalistas.
Para Crisis Group, “los chavistas están convencidos de que cualquier eventual
gobierno de oposición intentaría perseguirlos e intimidarlos, ya sea a través de
los tribunales nacionales o mediante los cargos penales interpuestos en EE. UU.
contra sus dirigentes, incluido Maduro”.
“Por eso no parece probable que nos pongamos en una situación en que se pueda
perder”, concluye.
Este 28 de julio, es poco probable que el régimen que hoy gobierna Venezuela
asuma un riesgo tan alto de celebrar elecciones democráticas y transparentes. En
ese sentido, su apuesta será construir una narrativa antifraude que incluya todo
tipo de bloqueos a la oposición, hasta, como apunta Crisis, la destitución de
Edmundo González en los días previos a las elecciones.
Pero, ante este escenario, queda una pregunta en el aire: ¿Cómo el chavismo va a
enfrentarse a un fenómeno de masas tan popular y unido como el que ha construido
María Corina Machado, que no parece comparable ni siquiera con el de las marchas
de 2017, cuando se vio acorralado?
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